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Clase social, experiencias, compras y felicidad

La compra de experiencias produce más felicidad que la de objetos si se pertenece a una clase relativamente alta.

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Varias investigaciones de Psicología apuntaban en el pasado que una mejor manera de conseguir la felicidad era gastar el dinero en experiencias en lugar de en objetos.

La conclusión de que la compra de experiencias produce mayor felicidad que comprar objetos tangibles es conocida por «ventaja vivencial o experiencial».

Ahora, una nueva serie de estudios sostienen que eso depende de lo rico que sea uno. Es decir, este aspecto de la felicidad dependería de clase social. Los estudios han sido realizados por Jacob C. Lee (Ulsan National Institute of Science and Technology, UNIST), Deborah Hall (Arizona State University) y Wendy Wood (University of Southern California).

En estos estudios los investigadores encontraron que sólo los individuos que pertenecían a una clase relativamente alta mostraban el conocido efecto de la obtención de una mayor felicidad a través de la compra de experiencias en comparación con la compra de bienes materiales tangibles, como puedan ser unos zapatos nuevos o un nuevo televisor.

Los individuos de una clase social relativamente baja no mostraban este patrón. En algunos casos dijeron que ambas cosas les producían el mismo nivel de felicidad, mientras que otros sostenían que la compra de objetos les producían mayor nivel de felicidad.

Según Wood, la propuesta de que es mejor gastarse el dinero en experiencias que en objetos no considera las disparidad económica de la sociedad. «Razonamos que los motivos básicos que conforma la decisiones de consumo pueden variar entre consumidores de clase alta y de clase baja. Esto es, anticipamos que el grado de felicidad obtenido por los diferentes tipos de compra también varía según la clase social», añade.

Los individuos de clase social relativamente más alta disfrutan de una abundancia de recursos, lo que significa que pueden centrarse más en el crecimiento interior y en desarrollo personal. Como la compra experiencial está más cercana a uno mismo que la compra material, estos individuos obtienen más felicidad de la inversión en experiencias.

Por otro lado, las personas con menos recursos son más propensas a preocuparse más de la administración de los recursos y a preocuparse por hacer compras sensatas. Para estos individuos, el gastar dinero en unas entradas o en un viaje de fin de semana no resulta en una mayor felicidad que comprar un nuevo par de zapatos o en una nueva televisión de pantalla plana.

«De hecho, en algunos de nuestros estudios, los consumidores de clase baja eran más felices comprando cosas, lo que tiene sentido dado que los bienes materiales tienen un beneficio práctico, se pueden revender y físicamente duran más», dice Wood.

El primer estudio que realizaron estos investigadores consistió en un meta-análisis en el que examinaron los datos de 20 estudios distintos sobre la ventaja experiencial entre estudiantes universitarios tanto de instituciones privadas como públicas.

Resultó que los jóvenes que pagaban matrículas más altas y, por consiguiente, pertenecían a una clase más alta, informaban de una mayor felicidad al comprar experiencias que los que iban a instituciones públicas más económicas.

En el segundo estudio organizaron una encuesta en la que preguntaban a los participantes qué recordaran qué compras recientes experienciales y materiales habían realizado y cuál les produjo más felicidad. Los individuos de clase social baja afirmaron que la compra material les produjo mayor felicidad.

En tercer estudio se eligió al azar unos individuos para que recordaran una compra reciente de un tipo u otro. En este caso descubrieron que los individuos con unos ingresos familiares de más de 80000 dólares, o cuya familia contara con algún graduado, informaban de una mayor felicidad de la compra de experiencias.

En algunos casos, los participantes con bajos ingresos (30000 dólares o menos) o de familias sin educación superior informaban de un nivel de felicidad similar obtenido de una fuente u otra.

Sin embargo, los participantes realmente no tienen que tener bajos ingresos para mostrar este resultado. El estudio final reveló que aquellos que imaginaron que sus ingresos mensuales decrecían en un 50% informaron de niveles de felicidad similares tanto de la compra de experiencias como de bienes materiales que hubieran realizado.

Por el contrario, los participantes que imaginaban que sus ingresos mensuales aumentaban un 50% informaban de una mayor felicidad de la compra de experiencias.

Es decir, la ventaja experiencial o vivencial era apagada o amplificada en respuesta a los cambios financieros en la mente de los voluntarios.

Este patrón en los resultados era similar independientemente de cómo los investigadores medían la clase social, si por ingresos, por educación o por la propia subjetividad de los participantes. Más aún, la relación entre clase social y compra de felicidad parece mantenerse en el tiempo, incluso después de meses de realizar la compra o del costo asociado.

Según Lee, el mensaje es que no hay una respuesta simple a lo que comprar para que te produzca felicidad y que la disponibilidad de recursos es un factor importante a la hora de tomar la decisión de si se compran bienes materiales o experiencias.

Los autores ya están trabajando en estudios adicionales que les permitan comprender mejor los motivos de consumo específico que subyacen detrás de estas diferencias dependientes de la clase social en la ventaja vivencial.

A veces, los resultados de las investigaciones en Psicología son simplemente sensatos.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Las experiencias son mejores que las posesiones. [3]
Sobre felicidad en NeoFronteras. [4]
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