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Crímenes, ADN y derecho a la intimidad

Las bases de datos de ADN permiten capturar criminales, pero también despiertan preocupación respecto al derecho a la intimidad.

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Ahora, por un precio pagable, cualquiera puede hacerse un análisis genético a través de alguna de las compañías que se dedican a ello. El cliente recibe un informe con los posibles problemas de salud que puedan estar asociados a sus genes.

También se usan sistema similares para la búsqueda familiares y antepasados. Basta subir tu perfil genético a una web para que dicha web te busque parientes.

Esta información no se destruye y puede ser usada no solamente contra el individuo que se ha hecho el análisis, sino contra cualquier familiar suyo pasado, presente y futuro. Esta información es muchas veces incluso pública.

A primer vista parece que esto es una buena cosa. En EEUU se ha hecho famoso el caso del asesino del Golden State, que en los años setenta y ochenta cometió numerosos robos, asaltos sexuales y asesinatos en California. Era una caso olvidado hasta que en 2018 el criminal fue identificado como Joseph James DeAngelo y capturado gracias los datos genéticos que en GEDmatch había de un primo suyo. Esto fue posible gracias a que se conservaron muestras de ADN de algunas escenas de sus crímenes.

El caso del asesino del Golden State no ha sido el único, pero adquirió notoriedad gracias a su alto perfil. Entre abril y agosto de este año se ha resuelto una decena de casos usando esta misma técnica.

Un par de estudios recientes señalan que pronto se podrá hacer una búsqueda en estas bases de datos que relacione el ADN encontrado en la escena de un crimen con casi cualquier habitante de EEUU o Europa y sus descendientes.

Pero, según los autores, el uso de estas bases de datos pueden suponer un grave riesgo para la intimidad de todas esas personas.

«Es importante tener un debate sobre esto lo antes posible», dice Yaniv Erlich que es oficial científico en la empresa MyHeritage (Yehuda, Israel) y genetista en Columbia University (Nueva York). El equipo de Erlich ya había demostrado que se puede identificar ADN anónimo en bases de datos públicas.

Muchos casos criminales que han incorporado esta técnica de búsqueda de familiares han usado GEDmacth, un sistema web que contiene el ADN de un millón de personas.

Para estudiar el potencial de este sistema, el equipo de Erlich analizó los perfiles de 1,28 millones de perfiles de ADN de clientes de MyHeritage. Estos clientes de MyHeritage buscaban encontrar parientes que compartieran secuencias de ADN procedentes de un antepasado común que puede estar muy en el pasado.

Estos investigadores encontraron que el 60% de los clientes de esta compañía tiene un primo tercero o un pariente más cercano en la base de datos. «En unos pocos años va a ser cualquiera», dice Erlich. Este porcentaje cae a un 40% cuando se trata de antepasados subsaharianos.

Pero la potencia de las búsquedas de este tipo en las bases de datos puede ir mucho más allá. Se puede identificar a personas que no están en ninguna de estas bases de datos. Así, por ejemplo. DeAngelo fue identificado gracias a que un primo tercero suyo sí estaba en una de estas bases de datos.

Según estos investigadores una base de datos que contenga 3 millones de perfiles genéticos de norteamericanos descendientes de europeos permitiría la identificación en el 90% de los casos. Es sorprende lo pequeña que necesita ser la base de datos para llegar a este resultado.

Naturalmente, se puede necesitar una labor detectivesca que supervise decenas de casos para poder llegar hasta el final, pero el ejemplo de DeAngelo sugiere que es totalmente posible.
Como experimento al respecto, este grupo investigador tomó el perfile genético de un hombre que lo proporcionó para participar el proyecto 1000 genomas. A partir de ahí se logró encontrar a su esposa usando apellidos y datos del cromosoma Y que había en otras bases de datos.

Para ello subieron esos 1000 genomas e hicieron una búsqueda en las bases de datos para buscar parientes lejanos comunes en generaciones pasadas. Al cabo de un día de búsqueda, en que fueron eliminados cientos de descendientes de la lista, lograron identificar a una mujer de Utah, pese a que su identidad y fecha de nacimiento habían sido anonimizados por el sistema. En el estudio no se menciona los nombres de todas estas personas para preservar su derecho a la intimidad y ni quiera fueron contactadas.

Otro grupo de investigadores, esta vez dirigidos por Noah Rosenberg (Stanford University, California) ha realizado un estudio similar.

Hasta ahora el FBI ha mantenido una base de datos con perfiles genéticos (CODIS) que comprende a 13 millones de individuos, pero se centra en sólo unos pocos marcadores genéticos que se supone que varían mucho entre distintos individuos. Esta limitación, junto a muestras procedentes de escenas de crimen que puedan estar degradas, da lugar a falsos positivos y a una incapacidad de buscar parientes en sus bases de datos por falta de resolución.

Para solucionar este problema, el equipo de Rosenberg ha desarrollado un metodo computacional que permite cruzar los datos de CODIS con los de GEDmatch. De momento sólo permite encontrar pariente en primer grado (padres, hermanos o hijos).

Pero además, según Rosenberg, hay otra información ligada a estos perfiles que se supone que las bases de datos forenses no tienen, como la información médica de los familiares de un supuesto criminal, es decir, las enfermedades que padecen. Pero también cosas como el color de los ojos.

La falta de regulación al respecto ha hecho aflorar un nuevo mercado de compañías que venden estos datos y búsquedas a la policía y otros detectives.

En algunos estados de EEUU, como el de California, sólo se permite el uso de estas bases de datos cuando se trata de crímenes graves. Pero, al parecer, compañías como GEDmatch no han puesto ninguna pega a la hora de facilitar información a la policía.

Todo esto que parece loable aplicado a la resolución de crímenes se puede volver en contra de cualquier ciudadano corriente bajo ciertas circunstancias.

El derecho a la intimidad es algo sobre lo que ya se ha debatido y los argumentos son claros.

Mucha gente dice que como ellos no tienen nada que ocultar entonces no les importa. Pero esto es lo mismo que renunciar al derecho a la libertad de expresión porque no se tiene nada que decir.

Además, todo el mundo tiene algo que ocultar, desde un título universitario comprado, como algunos políticos españoles, a una amante, el desprecio a alguna minoría o un exceso de velocidad en la autopista.

Se puede empezar buscando criminales y se puede terminar buscando judíos o cualquier etnia que caiga antipática a cualquier régimen totalitario. En estos tiempos de colapso económico en el que el capitalismo ha chocado contra los límites del planeta, han empezado a surgir salvadores en la escena política de varios países que pueden dar lugar a regímenes autoritarios. No es difícil imaginar a una policía política que vaya recolectando muestras de ADN de activistas o miembros de la resistencia y luego los identifique.

Cuando el gobierno español ofreció a otras religiones las mismas ventajas fiscales que la Iglesia católica goza a través de los contribuyentes de la declaración de la renta, la comunidad judía lo rechazó. Una lista en manos del gobierno sobre quién es o no judío les recordó tiempos pasados de persecución y exterminio. Un gobierno bondadoso ahora, si es que eso existe, se puede convertir en un régimen nazi si vienen mal dadas.

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Fuentes y referencias:
Artículo original I. [2]

Artículo original II. [3]
Foto: U.S. Air Force photo/ Airman 1st Class Joshua Magbanua.