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Álamos modificados como fuente de biocombustible

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Álamos. Foto: Tom Campbell.

Millones de automóviles funcionan cada día a base de combustibles fósiles. No es fácil reemplazar el petróleo. Se ha propuesto el uso de biocombustibles que, en teoría, tienen menos impacto ecológico.
Un biocombustible puede ser el biodiésel obtenido de aceites vegetales. Un problema es que en su fabricación se genera mucha glicerina y no se sabe qué hacer con ella. Se ha propuesto incluso la utilización de este subproducto como complemento alimenticio [1] para animales. Otro problema sería las grandes extensiones necesarias para generar el suficiente combustible. El efecto ecológico negativo ya se deja notar por las grandes extensiones de plantaciones de palma de aceite en Asia.
Otra fuente de biocombustible pueden ser los azúcares que contienen los vegetales como el maíz. Bajo fermentación estos azucares pueden ser transformados en alcohol etílico (o etanol) que puede añadirse a la gasolina o ser utilizado directamente. Pero no toda la planta está hecha de azúcar con lo que se aprovecha poca energía de la obtenida de la fotosíntesis, que ya de por sí es tan baja como un 1% de la energía de la luz del sol recibida.
La celulosa es un polisacárido que puede ser divido en sus bloques constituyentes de azúcar con la ayuda de enzimas, y la mayor parte de la planta está compuesta de celulosa. La madera por ejemplo contiene mucha celulosa, pero también lignina que impide su obtención.
Ahora en Purdue University trabajan en una nueva idea: plantaciones de árboles modificados para obtener celulosa con la que fabricar alcohol como combustible de automoción.
Como árboles quieren emplear álamos híbridos que alcanzan los 30 m de altura en sólo seis años. Pretenden usar técnicas genéticas para que estos árboles puedan alcanzar un rendimiento lo suficientemente bueno en la producción de combustible como para que sea rentable.
Se están concentrando en el problema de la lignina. La lignina es una molécula estructural que permite que la madera sea dura, pero su existencia dificulta la extracción de celulosa.
Gracias a una ayuda de 1,4 millones de dólares del departamento de la energía de EEUU van a realizar un estudio a tres años para crear estos árboles manipulados. Pretenden alterar la lignina para que no represente un obstáculo a la hora de extraer la celulosa, pero sin debilitar a la planta.
La meta del departamento de energía es conseguir un 30% del consumo de combustibles de automoción sea biocombustible en 2030. En 2005 la producción de etanol representó en EEUU 16.000 millones de litros de los 560.000 millones de litros totales consumidos en el transporte. Es decir, menos del 3%. Un 13% de la producción total de maíz del país se destinó a ello. Obviamente la cuentas nos dicen que la producción de etanol no puede basarse sólo en maíz.
Se necesita una planta que esté bien adaptada a la región de cultivo, que no requiera muchos recursos y que tenga una alta productividad.
Chapple y Meilan pretenden alterar la lignina (que representa el 25% de la planta) de álamos híbridos de crecimiento rápido para que no interfiera en el proceso de obtención de alcohol. La lignina no puede ser aprovechada para la obtención de etanol, aunque podría ser quemada para que así libere energía que se aprovecharía en el proceso productivo del alcohol. Pretenden minimizar al máximo la cantidad de lignina presente o facilitar el aprovechamiento de la celulosa. Todo ello sin alterar la capacidad estructural del árbol. También desean que sean estériles para que así no contaminen genéticamente a sus primos naturales.
Los actuales tratamientos de extracción de lignina, usados por ejemplo en la industria papelera, son muy malos y contaminantes, y sería nefasto usar los mismos procesos para producir cantidades industriales masivas de alcohol de locomoción.
Los álamos híbridos necesitan muy poco mantenimiento, recursos o pesticidas y los nutrientes se pueden reciclar. Además se puede plantar desde las zonas subalpinas en Alaska a las subtropicales de Florida, así como en Canadá y Europa. El maíz sin embargo requiere muchos más recursos y sólo se puede plantar en ciertas zonas.
Según los cálculos se podrían conseguir 10 toneladas de álamos corrientes por hectárea, que rendirían unos 5600 litros de etanol mientras que el maíz produce unos 3200 litros por hectárea.
Cambiando la lignina se podría llegar a los 8000 litros por hectárea. Plantando los 200 millones de hectáreas de tierras de cultivo que están ahora en desuso o infrautilizadas en los EEUU con estos álamos, se podría reemplazar el 80% del combustible de origen fósil utilizado en el transporte en ese país.

Fuente: Purdue University. [2]