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Las trazas fósiles de movilidad más antiguas

Encuentran fósiles que parecen representar a organismos móviles que se desplazaban por el lodo de una mar somero hace 2100 millones de años.

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La memoria no es para siempre y la información paleontológica y geológica se va borrando debido a la erosión y a la tectónica. Cuanto más atrás en el tiempo menos rocas de la época pervivirán inalteradas.

Además, antes de que la vida descubriera la calcificación y cómo formar esqueletos que perduren en el tiempo como efecto colateral, los seres vivos fosilizaban en muy pocas ocasiones. Encima, si nos remontamos a hace más de 600 millones de años, cuando no había animales o plantas y sólo medraban los microorganismos sobre la Tierra, las posibilidades de encontrar restos fósiles de ese eón son muy escasas. Sólo el vasto lapso de tiempo considerado nos puede permitir que esa muy baja probabilidad de fosilización nos rinda un fósil de vez en cuando… pero hay que encontrarlo.

Abderrazak El Albani (CNRS francés) y sus colaboradores dentro de un equipo internacional y multidisciplinar han analizado recientemente unas rocas con las trazas que dejaron unos organismos vivos hace 2100 millones de años sobre lo que parece ser que era la arena sedimentada de un mar muy somero y tranquilo, quizás un estuario o delta fluvial. Estos restos en forma de tubos o cuerdas son las huellas de movilidad más antiguas conocidas, siendo el caso anterior de hace 570 millones de años.

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Resumamos brevemente la historia de la vida para hacernos una idea de lo que significa esto. Los indicios, discutibles, de las primeras formas de vida se pueden remontar ha hace 3800 millones de años. Los fósiles más antiguos de seres pluricelulares no llegan a hace 600 millones de años. La aparición de vida compleja se produce en el registro fósil en la famosa explosión del Cámbrico, hace unos 545 millones de años. Todas las plantas, insectos, peces, dinosaurios o gente vinieron después.

Esto quiere decir que durante unos 3000 millones de años sólo hubo microorganismos y en que gran parte de ese tiempo se trataba de bacterias y arqueas de tipo procariota y no de seres eucariotas de célula compleja. La aparición por evolución de eucariotas no se sabe muy bien cuándo sucedió, pero se suele dar una horquilla que va desde hace 2100 a hace 1600 millones de años.

Las rocas sedimentarias en donde están estos restos fósiles fueron encontradas hace unos pocos años por El Albani y su equipo en la cuenca Franceville en Gabón. Parecen corresponder a seres pluricelulares lo suficientemente sofisticados como para dejar túneles en la arena y serían los más antiguos conocidos, unos 1500 millones de años antes que los conocidos hasta ahora (biota de Ediácara). Proponen que esta rica biodiversidad se daría gracias a un pico de oxigenación que se produjo en la atmósfera terrestre antes de ese momento.

Las huellas en forma de cuerdas consistirían en lo que fueron una serie de túneles o galerías que estos organismos pluricelulares dejaron entre las distintas capas de arena. Algunos de ellos son perpendiculares en ciertos puntos a esas capas y se nota cómo el estrato está curvado por la acción mecánica del organismo al horadar una mezcla de lodo y arena rica en materia orgánica cuando todavía estaba blanda. Algo así no es fácil de explicar desde el punto de vista abiótico.

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Estos 80 túneles o tubos analizados son más o menos sinuosos y miden unos 6 milímetros de diámetro por 17 cm de largo. Además, este diámetro cambia un poco a lo largo de los mismos, por lo que el ser que los horadó no era rígido ni tenía un grosor fijo. Para poder estudiar estas estructuras, los investigadores han usado una técnica 3D de rayos X que les permite ver en detalle las estructuras internas d ellas rocas sin necesidad de destruir las muestras. Los análisis químicos revelan que su origen es necesariamente biológico y que fueron perforados justo en la misma época de que se depositaron esas capas. En este vídeo [1] se puede ver cómo son estas estructuras en 3D.

Estas trazas o tubos se ubican cerca de lo que parecen ser biopelículas fosilizadas, posiblemente de origen bacteriano o cianobacteriano, que había en esas capas de sedimentos. Los autores proponen que los ser móviles se desplazaban por y entre esas capas para alimentarse de esas biopelículas que constituirían su sistema de nutrición. Las pruebas químicas sugieren que las bacterias tendrían un metabolismo basado en la oxidación de azufre, tal y como hacen en la actualidad ciertas especies de bacterias.

El origen biológico de estas biopelículas se deduce del hecho de que la razón entre los isótopos de azufre 32 y 34 presentan un valor típico que se da en sistemas biológicos del tipo descrito. En concreto, las bacterias Thioploca y Beggiatoa actuales que metabolizan el azufre prefieren el azufre 32 frente a los isótopos más pesados.

Se descarta que estos seres horadadores que constituyen la biota de Franceville fueran animales tal y como los conocemos en la actualidad, porque los animales suelen dejar rasgos distintivos del uso de musculatura. Además, los tubos que los animales horadadores dejan tienen un diámetro fijo. Por estas razones, los investigadores proponen que estos seres serían similares a los mohos mucilaginosos y que serían colonias de eucariotas de tipo ameboide que, de algún modo, se habrían organizado para cooperar entre si y tener así una ventaja adaptativa a la hora de obtener nutrientes gracias a su mayor movilidad.

La propuesta de que en esa época ya hubiera eucariotas es también muy rompedora. Da la impresión de que los eucariotas surgieron en el momento en el que ya había un nivel de oxígeno libre atmosférico lo suficientemente alto como para que les permitiera propulsar su metabolismo, pues la gran oxidación se dio 300 millones de años antes. Se sabe que los niveles de oxígeno se redujeron posteriormente, hace unos 2083 millones de años.

El hallazgo, de confirmarse, levantaría nuevas cuestiones acerca de la historia de la vida en la Tierra: ¿esta innovación precedió a formas móviles más sofisticadas o fue un experimento evolutivo que fue eliminado cuando los niveles de oxígeno cayeron posteriormente? ¿Sobrevivieron a la siguiente glaciación global? Sólo nuevos hallazgos nos podrán aclarar la cuestión.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [3]
Fotos: Frantz OSSA OSSA/CNRS Photothèque, A. El Albani / IC2MP / CNRS – Université de Poitiers.