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Sobre las super-erupciones solares

Las super-erupciones se dan también en estrellas viejas como el Sol, lo que amenaza la vida moderna.

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Imagine, amable lector, que un día deja de funcionar toda la electrónica de su casa, que no hay electricidad, que su teléfono móvil ha dejado de funcionar, que su coche no arranca. Tampoco funciona su teléfono fijo y no puede llamar a la policía, los bomberos o las ambulancias. Y si va en persona tampoco funcionarán los coches de policía, los camiones de bomberos ni las ambulancias. Tampoco habrá reparto de mercancías, ni reposición en los supermercados ni tiendas de alimentos por el mismo motivo. No habrá satélites ni GPS ni reparto de pizzas. Si funcionarán, sin embargo, las armas de fuego.

Todos los necesitados de diálisis y respiración asistida morirán, pues tampoco funcionaran los generadores ni las células fotovoltaicas. No habrá operaciones de cirugía, ni se podrán conservar refrigerados los medicamentos, incluida la insulina. Una vez se agote el agua de los depósitos, las ciudades también se quedarán sin agua debido a la falta de bombeo. Las centrales nucleares, sin control, explotarán como la de Fukushima. No podrá leer sus libros electrónicos, Internet se habrá volatizado y no podrá tampoco consultar NeoFronteras.

Este es el escenario al que nos enfrentaremos tarde o temprano, si no reventamos todos los ecosistemas antes, claro. Volveremos de súbito al siglo XIX o, en otras palabras, alcanzaremos el fin del mundo tal y como lo conocemos. Una supertormenta solar tendría esos efectos y muchos más. Ha sucedido este tipo de eventos en el pasado, pero los humanos de entonces no se enteraron porque no tenían tecnología eléctrica o electrónica.

Hasta hace poco se creía que este tipo de erupciones solares sólo se daba en estrellas activas en su infancia o en enanas rojas. Pero los astrofísicos disponen ahora de una gran estadística de estrellas en la que comprobar la frecuencia de estos eventos en otras estrellas. Lo paradójico es que no se conocen las razones por las que se dan estos fenómenos.

Un estudio reciente muestra que también se dan en estrellas viejas como el Sol, pero más raramente, una vez cada unos pocos miles de años.

Según el líder del estudio, Yuta Notsu (CU Boulder), el resultado es una llamada de atención del peligro que algo así significaría para la vida en la Tierra. Si se diera una erupción de ese tipo en el Sol se alteraría toda la electrónica del globo, se producirían apagones y los satélites en órbita se verían afectados.

«Nuestros estudio muestra que tales erupciones son eventos raros pero hay cierta posibilidad de que podamos experimentar uno de esos eventos en los próximos 100 años o así», dice Notsu

El problema fue descubierto gracias a la misión Kepler, que se dedicó a descubrir planetas extrasolares por el método del tránsito. Esto exigía vigilar la actividad de miles de estrellas en busca de cambios en su brillo. De este modo, se pudieron apreciar varios de estos episodios cuando las estrellas, súbitamente, aumentaba mucho su brillo. Esto es un ejemplo más de utilidad práctica de la ciencia más básica.

Las erupciones de tamaño normal son habituales en el Sol, pero los datos de Kepler muestran que las hay cientos o miles de veces más energéticas que la mayor registrada en el Sol.

La pregunta es si esto sucederá tarde o temprano en el Sol. Notsu comenta que cuando el Sol estaba en su infancia era muy activo porque rotaba muy rápido, pero que no se sabía si algo así se podía dar en la actualidad aunque sea muy poco frecuentemente.

Así que este investigador y sus colabroadores estudiaron los datos de la misión Gaia de la ESA y del Apache Point Observatory en Nuevo México y obtuvieron una lista de supererupciones, 43 de las cuales se dieron en estrellas como el Sol. El estudio está sujeto a un análisis estadístico riguroso.

La edad de la estrella tiene, no obstante, gran importancia. Las estrellas jóvenes son las que producen la mayoría de las supererupciones con una a la semana, pero las estrellas viejas como el Sol (de 4600 millones de años) también las experimentan, aunque sea uno cada pocos miles de años.

Obviamente estos astrofísicos no pueden predecir cuándo será el próximo caso para el Sol, pero Notsu dice que eso no importa y que hay que prepararse para tal evento protegiendo la electrónica más fundamental, tanto en órbita como en el suelo.

«Si una de estas supererupciones se dio hace 1000 años, no fue un gran problema entonces, pues la gente sólo vería una gran aurora boreal. Ahora sería un problema mucho mayor debido a nuestra electrónica», finaliza.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Ilustración: NASA, ESA y D. Player.