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Los parámetros orbitales también determinan la extinción

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Yacimiento paleontológico de Cascante (Teruel). Foto: Nature.

El número de especies de mamíferos parece oscilar según lo hacen los parámetros orbitales de la Tierra. Un estudio llevado a cabo por Jan van Dam de la Universidad de Utrecht y Pablo Peláez-Campomanes del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, y basado en fósiles de mamíferos roedores de los últimos 22 millones de años, muestra que la especiación sigue dos ciclos de 1 millón y 2,4 millones de años. Además estos ciclos encajan con ciclos astronómicos terrestres.
Para realizar este estudio los investigadores analizaron 80.000 dientes pertenecientes a 132 especies de roedores recolectados durante 40 años en un yacimiento paleontológico en Teruel (España) , en lo que antes eran lagos y riveras. Ajustaron la escala de tiempo a 100.000 años y calcularon cuándo surgió y desapareció cada especie. La extinción se consideraba como tal cuando durante un millón de años no aparecían restos fósiles de la especie en cuestión. Han podido encontrar que cada millón de años o cada 2,4 millones se producían extinciones que se llevaban por delante el 30% de las especies existentes. Los datos encajan con dos ciclos de 0,97 y 2,37 millones de años muy bien.
El eje terrestre oscila, su inclinación respecto al sol cambia, y la excentricidad (el grado que se aleja de la forma circular) de la órbita también cambia. Este conjunto de cambios se denominan oscilaciones de Milankovitch y pueden alterar el clima terrestre debido al cambio de la cantidad de luz solar que reciben las diferentes partes del globo terrestre. Estas oscilaciones tienen un ciclo corto de 20.000 y 400.000 años, pero la magnitud de estos ciclos varía a una baja frecuencia de millones de años. Hasta ahora no estaba muy claro cómo afectaban estos ciclos de baja frecuencia al clima de la Tierra. Los ciclos encontrados en el registro fósil se correlacionan con esos ciclos astronómicos de baja frecuencia de 2,37 millones de años y 970.000 años.
El efecto combinado de esos ciclos crean periodos en los que en nuestro planeta desaparecen las estaciones o su efecto se reduce (por cambios en la excentricidad o en la inclinación del eje), y como resultado hay menos variabilidad climática. Así, la ausencia de calor a altas latitudes en verano produce alternativamente una aumento de los hielos antárticos o árticos que afecta el clima del resto del planeta, produciéndose cambios en los patrones de precipitaciones y temperaturas. Estos cambios climáticos destruyeron periódicamente los hábitats de los roedores estudiados o proporcionaron a nuevas especies una oportunidad para surgir. Por ejemplo, hace 14 millones de años se produjo una extinción que coincidió con una órbita terrestre mucho más circular, reduciéndose la diferencia entre estaciones. Los veranos más fríos a altas latitudes significó que el deshielo fue menos intenso y el clima más frío, y aparentemente esto afectó a los roedores que habitaban lo que ahora es España.
Aunque se había sospechado la existencia de este efecto, esta es la primera vez que se demuestra claramente. Al parecer también se han encontrado muestras de estos cambios climáticos en los testigos de subsuelo marino que los oceanógrafos extraen del lecho oceánico. Según Olsen, su investigación anterior, centrada en peces y polen fósiles, muestra el mismo patrón.
Van Dam y su equipo esperan aumentar este estudio a otros grupos de animales para buscar el mismo efecto.
Los dientes se fosilizan más fácilmente que otras partes del organismo por lo que pueden proporcionar mucha información. El registro fósil basado en otro tipo de animales distinto a los mamíferos es más complicado porque en otros tipos de animales (como por ejemplo puedan ser los lagartos) las diferentes especies tienen dientes muy parecidos.
Otros expertos apuntan a la posibilidad de que los cambios climáticos que pudieron afectar a una región en el pasado quizás no afectaron a otras, por lo que hay que tomar el resultado con cautela.
En el momento actual la Tierra se encuentra en un periodo en el cual su eje de rotación está inclinado y su órbita posee excentricidad, con lo que el clima mantiene una pequeña pero estable población de mamíferos. Pero en el pasado no había tanta cantidad de gases de efecto invernadero como ahora, por lo que el comportamiento del clima actual no es predecible basándose en los ciclos precedentes. Podría ocurrir un drástico declive de las poblaciones de todas las especies debido a este nuevo efecto.

Referencia: van Dam J. A., et al. Nature, 443 . 687 – 691 (2006). [1]