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Loros grises generosos

Los loros grises africanos se comportan altruistamente con miembros conocidos de su especie sin esperar una recompensa a cambio.

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De nuevo nos encontramos con situaciones en las que algunos animales tienen comportamientos que creíamos que eran exclusivamente humanos, pero esta vez no es en primates. Se trata de loros grises africanos.

Los lores grises africanos son aves que han servido de mascotas por su elevada inteligencia. Lo que no sabíamos era que estos animales pueden llegar a tener actos de altruismo y ayudar a un compañero de manera desinteresada cuando no hay perspectiva de obtener beneficio alguno. Sea el loro que es ayudado un «amigo» o un mero conocido.

Este tipo de altruismo es típico sólo en algunos mamíferos, en concreto en humanos, bonobos y orangutanes, algo que está bien conocido. Es la primera vez que esto se documenta en aves.

Hasta ahora se sabía que tanto los loros como los córvidos tienen una gran capacidad a la hora de resolver problemas para los que se requiere buenas dotes cognitivas. Incluso son capaces de confeccionar lo que podríamos llamar «herramientas».

Así, por ejemplo, Alex, el loro gris africano que era estudiado en Harvard y que murió en 2007, logró acumular un vocabulario de 100 palabras, podía identificar colores y contar hasta seis entre otras cualidades.

En el pasado se intentaron realizar experimentos para ver si los cuervos eran capaces de ayudarse entre sí, pero no fueron exitosos.

A Auguste von Bayern (Instituto Max Planck de Ornitología en Starnberg, Alemania) se le ocurrió la idea de usar loros grises y guacamayos en su lugar. Así que dirigió una serie de experimentos al respecto en el Loroparque de Tenerife (España).

Dispuso parejas de aves de la misma especie en sendas cajas transparentes a las que se les había practicado un agujero frontal hacia el exterior en donde estaba el investigador, una al lado de la otra. Además, había un agujero lateral que comunicaba ambas cajas. Los agujeros que miraban hacia el experimentador podían estar abiertos o cerrados a voluntad de este.

Se adiestro a las aves para dar al experimentador una «ficha» (una arandela metálica) y este les entregaba a cambio un premio en forma de un trozo de fruto seco. Al cabo de un tiempo los loros grises aprendieron a intercambiar fichas con el experimentador a través del correspondiente agujero. Esto sucedió tanto con loros grises como con guacamayos.

Sin embargo, cuando se cerraba uno de los agujero al exterior, el loro gris que había ahí no podía intercambiar sus fichas con el experimentador, pero el otro sí podía, aunque no las tenía. Entonces el primero entregaba sus fichas al vecino para que este recibiera su premio en su lugar. Esto lo hacía sin saber que iban ser a puestos a prueba en el papel contrario, por lo que no esperaban recibir un premio a su altruismo.

Además, pasaba la ficha a su vecino sólo si este tenía la posibilidad de conseguir el premio, de otro modo no lo hacía. Esto implicaría que el loro altruista era consciente de la naturaleza de la situación. Además, daban más fichas a sus loros amigos con los que pasaban más tiempo que a los meros conocidos de su especie, aunque a estos les daban algunas. Si no había un loro al lado no pasaba fichas. Sin embargo, no se pudo realizar el mismo experimento para loros desconocidos.

Cuando los papeles se invirtieron, los loros ayudados, ahora en papel de donantes, se comportaron más generosamente, lo que indicaría que entienden el concepto de reciprocidad incluso si se trataba de un mero conocido y no un amigo.

Este comportamiento altruista se dio en 7 de los 8 loros disponibles, pero no se dio para el caso de los guacamayos, que parecen no tener esta habilidad. No está claro por qué los loros grises actúan más prosocialmente que los guacamayos, pero según los investigadores quizás tenga que ver con cómo se organizan las dos especies en su hábitat natural.

Los loros grises viven en grupos de 1200 individuos y posiblemente necesiten construirse una reputación de que ayudan a los demás, mientras que los guacamayos lo hacen en grupos de 10 o 30 y, quizás, no necesiten esa reputación para prosperar.

Tampoco se sabe cómo de extendido está este comportamiento en la Naturaleza. Se ha observado que otras especies son prosociales y se ayudan unos a otros, como delfines, ratas o murciélagos. Pero esto no es algo que se haya evaluado como en estos experimentos.

Los investigadores quieren ahora comprobar cómo está de extendido este comportamiento altruista en otras especies de loros, de las que hay casi 400 especies. También quieren ver si el grado de generosidad depende del grado de necesidad del que recibe la ayuda.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Foto: Anastasia Krasheninnikova.