El fósil de un dinosaurio aviano revela un nuevo linaje de las aves y nos habla de la riqueza ecológica del Mesozoico.
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Hubo muchos momentos en la historia de este planeta en el que el aspecto de la biosfera terrestre era distinto al actual, aunque los nichos ecológicos fueran casi los mismos que los actuales.
Según un descubrimiento reciente, hubo dinosaurios voladores tan pequeños que se parecían a los colibríes actuales. Esto podría aclarar ciertos aspectos de la evolución de la evolución de las aves.
La nueva especie descrita por un equipo internacional se ha denominado Oculudentavis khaungraae, data de hace 100 millones de años y, pese a su pequeño tamaño, era un depredador, aunque sus víctimas eran posiblemente insectos. Hasta ahora es el dinosaurio más pequeño del Mesozoicio que se haya encontrado en el registro fósil.
Hasta nosotros sólo ha llegado su cabeza de 14 mm (incluyendo el pico), pero delicadamente conservada en un trozo de ámbar encontrado en Myanmar. Extrapolando el tamaño, Oculudentavis khaungraae tendrían un tamaño muy similar al del colibrí más pequeño de la actualidad (Mellisuga helenae) y pesaría unos dos gramos.
Según Lars Schmitz (W.M. Keck Science Department), la conservación en ámbar de vertebrados es escasa y este caso proporciona una ventana al mundo de los dinosaurios en la parte más pequeña del espectro de tamaños. Según él, sus rasgos anatómicos únicos apuntan hacia las aves más antiguas y pequeñas nunca encontradas. Ningún otro grupo de aves vivas muestra rasgos similares de tamaño de cráneo en adultos, así que el fósil nos revela un nuevo linaje de las aves.
El espécimen fue estudiado con radiación sincrotrón (rayos-X) de tal modo que no hizo falta destruir la pieza de ámbar y permitió el estudio de su interior. Los rasgos encontrados difieren de los que tenían los dinosaurios avianos de ese momento de la historia evolutiva.
El tamaño y forma de las cuencas oculares permiten deducir que era un ser diurno. A la vez, eran muy parecidos a los de los lagartos modernos. Aunque estos ojos apuntan a los lados, por lo que Oculudentavis khaungraae carecería de visión binocular, algo que sí tienen las rapaces actuales, por ejemplo. Su cráneo muestra además un patrón de fusión entre diferentes elementos óseos. Los dientes que pueblan el pico de este dinosaurio son finos e indican que su dieta estaba basada en pequeños invertebrados.
Los investigadores concluyen que el tamaño y forma inusual de este dinosaurio es una combinación de rasgos nunca vista anteriormente. Manejan la hipótesis de que el pequeño tamaño de este dinosaurio aviano sería un caso más de enanismo provocado por el aislamiento insular, pues habitaba en un arco de islas de la época que ahora forman parte de Myanmar.
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Este descubrimiento representa, por tanto, un caso único que viene a rellenar un hueco en el registro fósil y proporciona nuevas implicaciones en la comprensión de la evolución de las aves, demostrando la miniaturización extrema del cuerpo de las aves a comienzos del proceso evolutivo de las mismas. Por tanto, según las pruebas recabadas, la diversidad ecológica y morfológica de las aves modernas se remontaría muy atrás en el tiempo.
Este caso sugiere el gran potencial que pueden tener los depósitos de ámbar para revelar los límites inferiores en el tamaño corporal de los vertebrados. El registro fósil está sesgado a favor de dinosaurios de gran tamaño porque sus huesos se pueden conservar mejor en rocas sedimentarias y pueden terminar fosilizándose. Por tanto, hay muy pocos casos de animales de pequeño tamaño y menos de animales minúsculos como este.
Futuros estudios sobre este fósil podrían centrase en las posibles biomoléculas de los tejidos blandos conservadas en el ámbar que requerirán técnicas que no dañen el espécimen.
«Este descubrimiento nos muestra que sólo podemos tener un pequeño atisbo de cómo eran los vertebrados más pequeños en la era de los dinosaurios», dice Schmitz.
Según Victoria McCoy (University of Wisconsin) las condiciones de las minas de ámbar de Myanmar, así como la situación política del país ha hecho que muchos paleontólogos se planteen si merece la pena seguir investigando en este campo.
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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Foto: Lida Xing
Ilustración: HAN Zhixin.