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Nuevo phylum arroja luz sobre el origen de los cordados

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Xenoturbella, desde el fondo del Báltico, nos habla de nuestro más remoto antepasado.

El análisis genético de una pequeña criatura con forma de gusano denominada Xenoturbella y que vive en las profundidades del océano Atlántico Norte, ha llevado al descubrimiento de un nuevo phylum, un evento muy escaso en una época donde la mayoría de los organismos han sido ya agrupados en diversas categorías.
El análisis además parece arrojar luz sobre el antepasado de los cordados, que son los animales con espina dorsal, que por ejemplo incluye entre otros a los humanos o los tunicados. Según uno de los investigadores implicados es una sorpresa que Xenoturbella ayude a entender tan distante pasado evolutivo de los cordados.
Desde que hace 50 años los científicos lo encontraran en el Báltico han estado intrigados por este pequeño animal de menos 1 cm de longitud. No parece tener cerebro, aparato digestivo o incluso gónadas, pero los análisis genéticos previos lo clasificaron como un molusco.
Ahora la secuenciación más precisa de su genoma en los laboratorios Whitney llevado a cabo por Leonid Moroz y sus colaboradores han permitido toparse con una sorpresa.
Xenoturbella pertenece o forma su propio phylum. Phylum, filo, tipo de organización o tronco en el rango de clasificación de los seres vivos, se encuentra situado entre reino y clase. En el mundo animal hay sólo 32 phyla o tipos y durante los últimos 50 ó 60 años muy pocos nuevos phyla han sido establecidos.
Es incluso más significativo que el análisis de Xenoturbella parece confirmar que los seres humanos y otros cordados comparten un mismo antepasado que no tenía cerebro o sistema nerviosos central. Los investigadores suponen que este antepasado en lugar de sistema nervioso central tenía más bien un sistema nervioso distribuido en la superficie del cuerpo.
La reconstrucción del registro genético se ha reportado en un artículo publicado en Nature. Implica además que el cerebro evolucionó independientemente más de dos veces en diferentes linajes animales y esta conclusión contrasta con la teoría, ampliamente aceptada hasta ahora, que afirma que el cerebro tuvo un origen único.
Según Moroz este proyecto es un ejemplo más de investigación pluridisciplinar en la que son necesarios tanto los conocimientos de biología marina como las nuevas técnicas de análisis genético.
Desde NeoFronteras queremos señalar que este tipo de resultados también nos ha de concienciar sobre la importancia que tienen todos los seres vivos para poder inferir cómo fue la evolución biológica en el pasado, y de la importancia de su conservación. En sus genomas está parte de la historia biológica del único planeta conocido que albergar vida; está nuestro más remoto pasado. Cada especie, por pequeña que sea, es una pieza del puzzle que nos dice de dónde venimos. Cada extinción, en estos tiempos de cambio climático, por insignificante que parezca, además de inmoral por ser provocada por al codicia del hombre, representa un trozo más de ignorancia en la gran losa que tarde o temprano nos aplastará.
Vienen muy a cuento las palabras que Darwin escribió en The Descent of Man hace bastante más de un siglo y que podemos utilizar como colofón: “A no ser que cerremos nuestros ojos a propósito, podemos, en el estado presente del nuestro conocimiento, reconocer aproximadamente a nuestra parentela; y no hay necesidad de avergonzarse de ella. El más humilde de los organismos es algo mucho más elevado que el polvo inorgánico bajo nuestros pies. Nadie con una mente imparcial puede estudiar una criatura viviente, por humilde que sea, sin sentir un gran entusiasmo por su maravillosa estructura y propiedades”.

Referencias:
Nota de prensa en la Universidad de Florida. [1]
Artículo completo en Nature (no gratuito). [2]