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Felicidad en sociedades tradicionales

En algunas sociedades tradicionales la felicidad proviene de estar con la familia y de disfrutar de la Naturaleza.

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El crecimiento económico a menudo se usa como una forma segura para aumentar el bienestar de las personas en los países de bajos ingresos, pero un estudio dirigido por investigadores de la Universidad McGill y de la Universidad Autónoma de Barcelona sugiere que puede haber razones para cuestionar esta suposición.

Los investigadores querían averiguar cómo las personas califican su bienestar subjetivo en sociedades donde el dinero juega un papel mínimo, sociedades que, generalmente, no son incluidas en las encuestas globales de felicidad.

Descubrieron que la mayoría de las personas de estas sociedades declaraban niveles de felicidad notablemente altos. Esto fue especialmente cierto en las comunidades con niveles más bajos de monetización y en las que sus ciudadanos afirmaban disfrutar de un grado de felicidad comparable al encontrado en los países escandinavos que, típicamente, tienen la calificación más alta del mundo.

Los resultados sugieren que se pueden lograr altos niveles de bienestar subjetivo con una monetización mínima, desafiando así la percepción de que el crecimiento económico aumenta automáticamente la satisfacción con la vida entre las poblaciones con bajos ingresos.

Para explorar cómo la monetización afecta la sensación de bienestar de las personas, los investigadores pasaron un tiempo en varias pequeñas comunidades pesqueras que tenían diversos grados de monetización, tanto en las Islas Salomón como en Bangladesh, que son países con muy bajos ingresos.

Durante unos meses, y con la ayuda de traductores locales, entrevistaron a ciudadanos tanto de áreas rurales como urbanas varias ocasiones. Las entrevistas se llevaron a cabo tanto en persona como a través de llamadas telefónicas realizadas en momentos inesperados. Estas fueron diseñadas para obtener información sobre lo que constituía felicidad para los sujetos del estudio, así como para tener una idea de sus estados de ánimo pasajero, su estilo de vida, actividades de pesca, ingresos y su nivel de integración en el mercado.

En total, los investigadores entrevistaron a 678 personas con edades comprendidas entre los veinte y los cincuenta años, lo que daba una edad promedio de alrededor de 37 años.

Casi el 85% de los participantes del estudio eran hombres. El número desproporcionado de hombres sobre mujeres en este estudio se debió al hecho de que las normas culturales en Bangladesh dificultaban entrevistar a las mujeres.

En las Islas Salomón, las respuestas a las preguntas dadas por hombres y mujeres no fueron significativamente diferentes. Sin embargo, esto no es necesariamente aplicable a la situación en Bangladesh, ya que las realidades sociales y los estilos de vida de hombres y mujeres difieren mucho. Se necesitará más investigación para abordar si las normas sociales relacionadas con el género impactan la asociación encontrada en este estudio.

Los investigadores encontraron que en las comunidades donde el dinero se usaba más, como en las zonas urbanas de Bangladesh, los residentes informaron niveles más bajos de felicidad.

«Nuestro estudio apunta a posibles formas de alcanzar la felicidad que no están relacionadas con los altos ingresos y con la riqueza material. Esto es importante porque, si replicamos estos resultados en otros lugares y podemos identificar los factores que contribuyen al bienestar subjetivo, podría ayudarnos a eludir algunos de los costos ambientales asociados con el logro del bienestar social en las naciones menos desarrolladas», dice Eric Galbraith, profesor del Departamento de Ciencias Planetarias y Terrestres de McGill y autor del estudio.

Según cuenta Sara Miñarro (UAB), autora del estudio, en sitios menos monetizados las personas informaban que su felicidad les venía de un mayor proporción de tiempo pasado con la familia y de un mayor contacto con la Naturaleza. «Pero con el aumento de la monetización encontramos que los factores sociales y económicos comúnmente reconocidos en los países industrializados jugaban un papel más importante. En general, nuestros hallazgos sugieren que la monetización, especialmente en sus primeras etapas, en realidad puede ser perjudicial para la felicidad», añade.

Curiosamente, mientras que otras investigaciones han encontrado que la tecnología y el acceso a la información de culturas lejanas con diferentes estilos de vida pueden afectar el sentido de las personas sobre su propio bienestar al ofrecer estándares con los que las personas comparan sus propias vidas, este no parece ser el caso de las comunidades estudiadas en estos países.

«Este trabajo se suma a la creciente comprensión de que los apoyos importantes para la felicidad no están, en principio, relacionados con la producción económica», agrega Chris Barrington-Leigh, profesor de la Escuela de Medio Ambiente Bieler de McGill. «Cuando las personas se sienten cómodas, seguras y libres para disfrutar de la vida dentro de una comunidad fuerte, son felices, independientemente de si están ganando dinero o no».

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Foto: Michael Porter, vía Flickr (Creative Commons).