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Decapitación voluntaria de babosas marinas

Al menos dos especies de nudibranquios son capaces de desprenderse de su cuerpo y que la cabeza regenere un nuevo cuerpo en menos de un mes.

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La Naturaleza no deja de sorprendernos. Todos hemos oído hablar de la capacidad que tienen algunos animales de regenerar una extremidad o partes de su cuerpo. Incluso algún animal muy simple, como las planarias, pueden regenerar la cabeza, como hemos visto en estas mismas páginas.

Lo que es sorprendente es que un animal relativamente complejo sea capaz de regenerar todo su cuerpo cuando es decapitado. Esto es precisamente lo que, al menos, unas babosas marinas son capaz de hacer. Es lo que han descubierto un grupo de investigadores de la Universidad Nara dirigidos por Sayaka Mitoh

Una de las babosa marinas (nudibranquios) que estudiaban perdió el cuerpo de forma expontánea y todos pensaron que la cabeza no tardaría en morir sin corazón y el resto de órganos vitales. Pero la cabeza sobrevivió, al cabo de unos días empezó a regenerar el cuerpo y al cabo de un mes ya tenía un cuerpo normal.

El hallazgo se hizo de forma fortuita cuando estudiaban el ciclo de vida de este animal con individuos criados a partir de huevos. Vieron ese primer caso de cabeza que se movía de forma autónoma y más tarde otro. Al parecer las babosas se desprendían de su cuerpo de manera expontánea por alguna razón. De momento hay dos especie Elysia marginata y E. atroviridis, que parecen tener esta capacidad.

Como la cabeza no tiene aparato digestivo y, por tanto, no hay manera sencilla de conseguir alimento, los investigadores sugieren que la babosa podría usar cierta habilidad fotosintética gracias a los cloroplastos que incorporan de las plantas que comen. Ello permitiría obtener la suficiente energía durante la transición regenerativa.

«Nos sorprendió ver que la cabeza se movía justo después de la autotomía», dice Mitoh. «Pensamos que moriría pronto sin un corazón y otros órganos importantes, pero nos sorprendió nuevamente descubrir que regeneraba todo el cuerpo».

La cabeza recién separada del cuerpo se mueve por sí sola (ver vídeo [1]) de forma inmediata y en días la herida se cierra. Si se trata de un ejemplar joven, la cabeza cabeza come algas en cuestión de horas y en tres semanas la regeneración es completa. Las cabezas que no comían nada morían en unos 10 días.

El cualquier caso el cuerpo amputado no regenera una cabeza, pero los cuerpos descabezado sí se mueven y reaccionan cuando se les tca durante varios días o incluso meses.

Los investigadores sospechan que células madre procedentes del cuello en donde se produce la decapitación son las responsables de esta regeneración.

No está claro por qué estas babosas se deshacen del cuerpo de forma espontánea sin mediar un accidente o sin tratar de engañar a un depredador. Una hipótesis podría ser que así se deshacen de los parásitos de su cuerpo que inhiben su reproducción. Tampoco se sabe qué señal les impulsa a deshacerse del resto del cuerpo.

Los investigadores estudiaron dos grupos de babosas marinas de la especie E. atroviridis, con y sin parásitos. En el grupo de 82 individuos, tres se autotomizaron y dos de los tres finalmente desarrollaron nuevos cuerpos. Todos estos animales fueron infectados con pequeños crustáceos conocidos como copépodos. En otro grupo de 64 individuos sin parásitos, ninguno se autodecapitó, lo que llevó a los investigadores a plantear la hipótesis de que los animales abandonan sus cuerpos como un medio para deshacerse de los parásitos.

Otra posibilidad podría haber sido que las babosas se autotomizaran para escapar de los depredadores. Pero cuando los investigadores intentaron imitar el ataque de un enemigo pellizcando y cortando a las criaturas, ninguno se desprendió de sus cuerpos. Además, el proceso en sí lleva varias horas, lo que, según los científicos, lo haría ineficaz como medio de escape.

Cómo logran sobrevivir las babosas sin corazón y otros órganos vitales durante casi un mes sigue siendo un misterio. Esta especie es única porque incorpora cloroplastos procedentes de las algas que come y los incorpora en su cuerpo. Una habilidad conocida por cleptoplastia. Esto les permite alimentarse por fotosíntesis. Mitoh y sus colegas sospechan que puede estar relacionado con su capacidad para sobrevivir utilizando las algas fotosintéticas en su dieta cuando las otras fuentes de energía no están disponibles.

Según los investigadores, como el cuerpo desprendido suele estar activo durante meses, es posible que se pueda estudiar el mecanismo y las funciones de la cleptoplastia utilizando órganos vivos, tejidos o incluso células. Estos estudios son casi completamente inexistentes, ya que la mayoría de los estudios sobre cleptoplastia se realizan a nivel genético o individual.

Aunque fenómenos similares se han observado en hidras o gusanos planos, es la primera vez que se registra algo así en una babosa marina, que es un animal mucho más complejo que los anteriores. El hallazgo es otro ejemplo de cómo la biología puede encontrar soluciones inteligentes a los desafíos que amenazan la supervivencia.

Obviamente, aunque la regeneración de esta magnitud puede que nunca sea posible en vertebrados, como los humanos, es posible que estos animales proporcionen un valioso campo de pruebas para comprender la genética que hay detrás de la reconstrucción de segmentos corporales completos.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [3]
Vídeo. [1]
Foto: Sayaka Mitoh.