Cuando se forman dos grupos políticos, ambos quieren excluir a los que están en el medio que son vistos tan desfavorablemente como el otro partido por ambas partes y son excluidos.
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Al menos en EEUU, cuando la gente habla del espectro político, a menudo se hace referencia a «lados opuestos». Ya sea que los lados sean «conservadores contra progresistas», «republicanos contra demócratas» o » derecha contra izquierda», el centro rara vez se incluye. Lo malo es que, según una investigación del Instituto Santa Fe publicada esta semana en la revista PLOS, el centro es activamente excluido.
En el artículo, la matemática Vicky Chuqiao Yang, la socióloga Tamara van der Does y el científico cognitivo Henrik Olsson modelan matemáticamente cómo las personas se categorizan entre sí a lo largo de un espectro. La hipótesis fundamental de su trabajo proviene de la psicología cognitiva y asume que cuando las personas forman categorías es para diferenciarse entre sí con la mayor precisión posible.
Pero recordar dónde están todos en un continuo es un desafío, por lo que la gente usa un atajo para dividir a todos en dos campos: «nosotros» o «ellos». Y los que están dentro del mismo grupo quieren ponerse de acuerdo sobre los límites que nos separan a «nosotros» de «ellos».
«La categorización hace que sea más fácil a las personas pensar en las cosas. Sólo tenemos cierta capacidad mental», explica Yang.
«Estamos tratando de entender por qué tendemos a crear categorías para cosas de nuestra vida cotidiana, como opiniones políticas, género, sexualidad y raza, incluso si en realidad estas cosas están en un espectro continuo. Específicamente, queremos analizar los beneficios de las categorizaciones para comprender cuándo surgen», dice van der Does.
En el artículo, los investigadores exploran estas cuestiones a través de un modelo de sistema dinámico, que es un método matemático aplicado que se usa con frecuencia para estudiar sistemas naturales o de ingeniería. Al combinar componentes cognitivos y sociales en las ecuaciones del modelo, Yang dice que pueden «resolver» dónde aparecen los límites sociales.
Los investigadores aplicaron su modelo a un gran conjunto de datos de encuestas políticas estadounidenses de la década de 1980, con el objetivo de comprender cómo los demócratas y republicanos autoidentificados en los extremos del espectro percibían a los políticos independientes en el centro. ¿Darían los extremos la bienvenida a los «intermedios» como aliados cercanos? ¿Los juntarían con el otro lado? ¿O los percibirían como algo verdaderamente intermedio?
El modelo predijo que cuando se forman dos grupos, ambos quieren excluir a los que están en el medio, una dinámica que nace de los datos de la encuesta.
«Al ser ‘inbetweeners’, los independientes son vistos tan desfavorablemente como el otro partido por ambas partes, y son excluidos. Así que los independientes obtienen lo peor de ambos mundos y hay consecuencias posteriores», dice Yang.
La principal conclusión de este trabajo es que el medio cae por las grietas del proceso de categorización y no solo en la política. El modelo de los investigadores también podría aplicarse para comprender cómo se forman las categorías sociales alrededor de otros atributos, como el color de la piel.
«Una posible consecuencia de pasar desapercibidos es que las personas en el medio pueden estar motivadas para parecer que pertenecen a uno de los dos campos, a pesar de la falta de alineación en las posiciones políticas. Esto crea un ciclo de retroalimentación y finalmente el medio podría desaparecer, y luego te quedas con dos bandos que son bastante fuertes en su identidad y hostilidad entre sí», dice Yang.
«Pocos estudios científicos han estudiado esta dinámica. Por ejemplo, la encuesta nacional que analizamos dejó de preguntar sobre las actitudes hacia los políticos independientes después de la década de 1980. Pero esto es muy lamentable y deberíamos prestarle más atención. Estudiar a las personas en el medio es realmente importante, especialmente cómo son tratados por otros miembros de una sociedad diversa», añade Yang.
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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Imagen: Yang et al, PLOS One.