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Es muy difícil convencer a los negacionistas

Es casi imposible convencer a los negacionistas del clima extremos de la realidad climática.

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Según un estudio cuantitativo recientemente publicado por un economista ambiental de la Universidad de Oregon, es poco probable que los negacionistas climáticos que no están convencidos por las pruebas existentes sobre el cambio climático cambien de opinión durante muchos años.

La pregunta central planteada por el estudio publicado en la revista Climate Change fue «¿Cuántas pruebas se necesitarían para convencer a los negacionistas de que están equivocados?» La respuesta dependía del grado de negacionismo. El estudio modeló dos tipos de negacionistas hipotéticos: los que eran menos extremos y creían que el cambio en la temperatura era leve, así como los negacionistas más extremos que creían que el cambio era inexistente. Ambos fueron expuestos a los datos climáticos registrados entre 1866 y 2005, así como a proyecciones de futuro hasta finales de siglo.

«Si un escéptico climático no se deja persuadir por la evidencia que ya está disponible hoy en día, mi modelo predice que probablemente seguirá siendo escéptico durante muchos años en el futuro», dice Grant McDermott (Universidad de Oregon). «¿Por qué? Porque sus creencias previas son tan fuertes que incluso décadas de calentamiento continuo puede que no sean suficientes para convencerlos».

Los negacionistas moderados, por otro lado, eran más propensos a cambiar sus creencias una vez que se les proporcionaban más pruebas del cambio de temperatura que se ha registrado.

Un objetivo secundario del artículo fue tender un puente entre distintas teorías acerca del negacionismo climático como fenómeno social, al analizar de cerca la «credibilidad de la fuente» desde la perspectiva del negacionista. En otras palabras, dijo McDermottt, es necesario reconocer que muchos negacionistas consideran que las fuentes principales de la ciencia del clima no son fiables. Es posible que confíen más en sus propias fuentes que en los científicos, lo que a su vez podría ayudar a explicar por qué no cambian sus creencias a medida que los científicos proporcionan aún más información.

«Una consecuencia de todo esto es que si estás tratando de pensar a quién dirigirte con mensajes para persuadir a la gente de que el cambio climático es un fenómeno real y observable, simplemente debes aceptar que a algunas personas simplemente no las vas a convencer, incluso con más años de pruebas».

Mientras que algunos científicos del clima emplean complicados modelos de supercomputadoras, McDermott emplea un modelo cuantitativo matemático bayesiano que utiliza técnicas econométricas estándarres simples. En esencia, el modelo proporciona un marco para combinar creencias anteriores con nueva información y ver cómo se actualizan las creencias.

McDermott sugiere que se podrían realizar más investigaciones para desentrañar las causas fundamentales de las creencias negacionistas fuertemente arraigadas. Específicamente, ¿están los negacionistas extremadamente seguros de sus antecedentes o simplemente desconfían de las fuentes científicas sobre el cambio climático? ¿O quizás es una combinación de los dos?

«Las acciones de los demás a menudo pueden parecernos irracionales y viceversa, pero es importante reconocer que las acciones de una persona son, más que probablemente, perfectamente coheerentes con su sistema de creencias interno. Reconocer eso es un primer paso importante hacia la elaboración de políticas públicas más eficaces», finaliza McDermott.

Si nos fijamos bien, el negacionismo climático se basa en un marco ideológico más emparentado con una fe religiosa que con la racionalidad, por lo que es muy difícil que cambien de forma de pensar. Incluso puede que sea más fácil convertir a un individuo a otra religión que convertir en «ateos racionalistas» a estos mismo creyentes.

Este interesante estudio nos habla de la importancia de estudiar los mecanismos psicológicos del negacionismo climático.

Tampoco es fácil convencer al común de los ciudadanos de que sacrifique sus comodidades personales actuales por un mejor clima futuro que no disfrutarán cuando ven que otros no hacen sacrificios. Además, siempre estarán los que hacen negocio con esto del negacionismo, emitiendo gases de efecto invernadero o incluso con las supuestas medidas para solucionarlo.

Estamos en un atolladero.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
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