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La recolección del incienso hace peligrar el árbol que lo produce

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Resina segregada por Boswellia papyrifera. Foto: IMA.

La recolección de la resina utilizada en el incienso está poniendo en peligro a los árboles que lo producen en el cuerno de África, y con ello la economía de la región.
El año pasado utilizamos la excusa de la navidad para hablar de las coníferas. Esta vez vamos a hablar de otro tipo de árboles que también están relacionados con estas fechas. Según la leyenda los reyes magos de oriente llevaron a Jesús oro, incienso y mirra. Nos centraremos en el segundo regalo.
El incienso ya se utilizaba en aquella época para perfumar ambientes. Desde entonces se viene utilizando en ceremonias religiosas, perfumería y en medicina tradicional.
Pero, ¿de dónde se obtiene el incienso? El incienso se proviene de una gomorresina segregada por varias especies de árboles. Uno de ellos es el Boswellia papyrifera que crece en el cuerno de África. Según investigadores holandeses dirigidos por Frans Bongers, la recolección de resina segregada por esta especie afecta a los árboles de tal modo que producen menos flores, menos frutos y por tanto menos semillas con las que reproducirse. Al parecer hay una sobreexplotación intensiva de estos árboles en estos lugares que está poniendo en peligro la especie y la misma producción de resina. Especulan que la extracción de la resina obliga a la planta a gastar recursos en reemplazar el fluido perdido restándolos de los que dedican a la reproducción.
La especie Boswellia papyrifera está formada por árboles pequeños, que crecen en Etiopía, Eritrea y en otras naciones del Este de África. Durante la estación seca que va de septiembre a junio los habitantes de la zona recolectan la preciada resina. El procedimiento es muy simple y consiste en practicar unas pequeñas incisiones sobre el tronco. Acto seguido el árbol trata de reparar el daño segregando resina y savia que se solidifica formando una especie de lágrimas que se recolectan a las tres semanas. Una vez recogido el producto se reabren las incisiones y el proceso se repite una y otra vez. En una temporada normal se realiza este ciclo unas 15 veces en las que se consiguen de 2 a 3 kilos de material por árbol.
En estudios previos se sugería que la agricultura, la sequía y la baja producción de semillas amenazaban la supervivencia de la especie así como la producción del incienso.
Esta vez se estudió cómo la recolección de la resina influye económica y socialmente a la región de Eritrea y cómo esta práctica afecta a la producción de semillas del Boswellia papyrifera. Un artículo con los resultados ha sido publicado en Journal of Applied Ecology.
En uno de los experimentos Bonger y sus colaboradores recolectaron semillas de árboles de los que no se había extraído la resina en los últimos cuatro años y semillas procedentes de árboles en los que sí se había hecho. Las semillas procedentes los árboles sin explotar germinaron mejor que las otras. Además compararon las flores, frutos y semillas en ambos casos comprobando que su número era superior en árboles no explotados.
La producción de la resina es un importante para la economía y la sociedad de Eritrea. Lo paradójico es que precisamente la sobreexplotación de este recurso está poniendo en peligro su suministro.
Los investigadores sugieren que la extracción de la resina debilita los árboles porque la producción de la misma necesita de recursos extras, y que estos recursos se desvían de los dedicados a la reproducción y al crecimiento.
A este ritmo calculan que en 20 o 30 años no habrá nuevos ejemplares con los que reemplazar a los viejos. La población ya está dominada por ejemplares muy maduros, con pocos ejemplares jóvenes. Incluso las cabras y otros animales se alimentan de los ejemplares jóvenes. La especie ya se considera amenazada en la región.
Como posible solución se podrían reservar áreas en las que no se explotara a los árboles para recolectar semillas y poder así plantar nuevos ejemplares. Además un sistema rotatorio de explotación podría ayudar a los ejemplares que han sido sobreexplotados.
Si no se hace algo al final ya nunca podremos saber cómo era el incienso o cómo olía.

Feliz Navidad