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Sobre la detección de esferas de Dyson

Si hay esferas de Dyson alrededor de enanas blancas, deberíamos poder detectarlas.

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Se está poniendo de moda los tecnomarcadores a la hora de buscar civilizaciones extraterrestres. Con SETI se buscan señales de radio que una supuesta civilización avanzada puede habernos enviado. En el caso de los tecnomarcadores se trataría de señales no intencionadas de diverso tipo.

Un tecnomarcador puede ser la presencia algún tipo de contaminación, como puedan ser los CFC que todavía están destruyendo nuestra capa de ozono en los polos. Sustancias que son necesariamente artificiales y que indican la presencia de cierto grado de tecnología avanzada. Otro puede ser la presencia de multitud de satélites artificiales orbitando un planeta. Pero que sea posible no significa que tengamos ya la tecnología para detectar cosas así.

El tecnomarcador por excelencia es la esfera de Dyson. Freeman John Dyson (1923-2020) propuso en los sesenta del pasado siglo que una civilización avanzada en crecimiento exponencial necesitaría cada vez más recursos energéticos, hasta que finalmente construiría una esfera alrededor de su sol para capturar así su energía.

Aunque en un principio se propuso que estas estructuras fuera esferas que rodean una estrella entera, lo más probable, si es que alguna vez se construyen, es que se parezcan a una esfera parcialmente completa, a un anillo o incluso a un «enjambre» de pequeños hábitats que rodean la estrella anfitriona. Llamadas colectivamente DSR por el Benjamin Zuckerman, cualquiera de estas configuraciones tendría una característica reveladora única: cambiaría la firma infrarroja de esa estrella.

La búsqueda de esferas, anillos o enjambres de Dyson sigue siendo una preocupación para muchos astrónomos. Si hay alguna por ahí será finalmente encontrada si está cerca y la persona o el equipo de investigación que lo haga pasará a la historia por hacer uno de los descubrimientos más trascendentales en la historia de la humanidad.

Un excelente lugar para buscar puede ser alrededor de las enanas blancas. Al menos, esa es la teoría presentada en un nuevo artículo de Benjamin Zuckerman, profesor de astrofísica, ahora jubilado, en UCLA.

Su teoría se centra en analizar enanas blancas en busca de firmas infrarrojas anómalas que podrían indicar que las rodea una construcción artificial. La razón de buscar algo así en enanas blancas, además de ser abundantes, es que constituyen el estado final de estrellas de baja masa como la nuestra.

El ciclo de vida de una estrella de masa solar es pasar la mayor parte de su vida en lo que se llama secuencia principal del diagrama HR. Básicamente es una estadio estable en el que no suceden sobresaltos. Nuestro Sol se encuentra ahora en ese estadio. Al cabo de unos cuantos miles de millones de años, las capas exteriores de la extrella se expanden súbitamente y el astro sufre una fase de gigante roja, engullendo los planetas cercanos del sistema. Mientras tanto, el núcleo interior colapsa a una enana blanca y sigue brillando durante miles de millones de años antes de degenerar en una enana negra.

Mientras las enanas blancas todavía siguen brillando, emiten radiación térmica de hasta unos pocos miles de grados Kelvin, radiación que potencialmente podría ser absorbida para alimentar un DSR. Sin embargo, esa estrella tendría que haber desarrollado una civilización tecnológica antes de que se construya un objeto de este tipo a su alrededor.

El trabajo anterior de Zuckerman apuntaba a la posibilidad de que, si hay civilizaciones tecnológicamente avanzadas en la Vía Láctea, al menos algunas de ellas habrían sufrido que su estrella anfitriona se haya convertido en una enana blanca en algún momento de su pasado. Puede que la respuesta de la civilización a este evento haya sido la de construir un DSR alrededor de su estrella, ahora más estable. Entonces deberíamos poder detectar estas estructuras usando los nuevos telescopios infrarrojos.

De hecho, ha habido campañas de observación tanto con WISE como con Spitzer para buscar estos objetos. Ambos observaron enanas blancas con masas alrededor de lo que esperaríamos que se convirtiera nuestro propio Sol. Incluso notaron algunos indicios de emisión infrarroja anómala. Sin embargo, los investigadores pensaron que la causa más probable de esas anomalías era el polvo natural y no un DSR.

Hasta ahora no se ha encontrado ninguna prueba de la existencia de DSR en ninguna parte de los datos astronómicos. Pero la ausencia de pruebas no es prueba de ausencia, solo ayuda a restringir la probabilidad. Según Zuckerman, con las observaciones que ya se han realizado, se puede calcular que menos del 3% de los planetas habitables que orbitan estrellas que finalmente se convierten en enanas blancas construyen un DSR a su alrededor.

Las estimaciones actuales sitúan la cantidad de planetas habitables alrededor de estrellas de tipo G que podrían finalmente evolucionar a enanas blancas en 300 millones, por lo que aún podría haber más de 9 millones de civilizaciones que hayan construido un DSR alrededor de su estrella de origen.

Por ahora la paradoja de Fermi todavía se mantiene y la ciencia continúa recopilando datos que limitarán aún más las estimaciones del número de civilizaciones tecnológicas avanzadas en nuestra galaxia. De cualquier manera, los telescopios infrarrojos más avanzados, como JWST, son una de nuestras mejores oportunidades para encontrarlos.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Artículo original. [3]
Artículo original. [4]
Universe Today [5]
Ilustración: Kevin McGill.