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Indicios de un estallido de actividad cerebral durante la muerte

Un pequeño estudio que analiza la actividad cerebral de cuatro personas mientras se estaban muriendo muestra un estallido de actividad en sus cerebros después de que sus corazones se detuvieran.

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Muchos hemos oído historias de personas que tuvieron ciertas vivencias en situaciones cercanas a la muerte. Historias en las que hay luz blanca, hay visitas de seres queridos fallecidos o se escuchan voces. Algunas veces ven sus vidas pasar ante sus ojos, se repiten momentos memorables o pueden experimentar una experiencia extracorpórea en la que sienten que se están mirando a sí mismos desde otro lugar de la habitación.

Estas historias capturan nuestra imaginación y están profundamente arraigados en nuestro paisaje cultural. Muchas veces son interpretadas por los creyentes como pruebas de la existencia de una vida más allá de la muerte.

A pesar de los numerosos informes durante cientos de años de personas que han sido reanimadas después de la muerte clínica o que casi mueren y que contaron este tipo de historias, prácticamente no se ha investigado científicamente este tema hasta ahora.

El hecho de que estas historias compartan tantos elementos comunes plantea la pregunta de si hay algo fundamentalmente real que las sustente. Puede que aquellos que lograron sobrevivir a la muerte tengan durante un tiempo destellos de una conciencia que no desaparece por completo, incluso después de que el corazón se haya detenido.

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Un nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Science proporciona indicios de la existencia de una oleada de actividad neuronal que está correlacionada con la conciencia en el cerebro del moribundo.

El estudio, dirigido por Jimo Borjigin (Universidad de Michigan) y su equipo, se basa en un seguimiento de los estudios en animales realizados hace casi diez años en colaboración con George Mashour (Centro de Ciencias de la Conciencia de Michigan).

Se registraron signos similares de activación gamma en los cerebros moribundos de animales y humanos tras una pérdida de oxígeno después de un paro cardíaco.

Aunque históricamente la muerte se ha definido médicamente como el momento en el que se para el corazón de forma irreversible, estudios recientes sugieren que la actividad cerebral en muchos animales y humanos puede continuar durante segundos o minutos después de que se pare el corazón. Así, Borjigin y su equipo descubrieron en 2013 que los cerebros de las ratas mostraban signos de conciencia hasta 30 segundos después de que sus corazones dejaran de latir.

«La forma en que una experiencia vívida puede surgir de un cerebro disfuncional durante el proceso de la muerte es una paradoja neurocientífica», dice Mashour.

El equipo identificó a cuatro pacientes que fallecieron debido a un paro cardíaco en el hospital mientras estaban vigilados con electroencefalograma (EEG). Los cuatro pacientes estaban comatosos y no respondían. Finalmente, se determinó que estaban más allá de la ayuda médica y, con el permiso de sus familias, se les quitó el soporte vital.

Al retirar el soporte del ventilador, dos de los pacientes mostraron un aumento en la frecuencia cardíaca junto con una oleada de actividad de ondas gamma, considerada la actividad cerebral más rápida y asociada con la conciencia.

Además, la actividad se detectó en la llamada zona caliente de los correlatos neuronales de la conciencia en el cerebro: la unión entre los lóbulos temporal, parietal y occipital en la parte posterior del cerebro. Esta área se ha correlacionado con los sueños, las alucinaciones visuales en la epilepsia y los estados alterados de conciencia en otros estudios de sobre el cerebro.

Las ondas gamma pueden indicar que diferentes regiones del cerebro están trabajando juntas para combinar sensaciones dispares en la conciencia de un objeto, reuniendo la vista, el olor y el sonido de un automóvil, por ejemplo.

Cómo hace esto el cerebro es uno de los mayores misterios de la neurociencia, pero ver las mismas ondas gamma en personas moribundas sugiere un mecanismo biológico para los informes del cerebro en los que se dice que se reproduccen eventos memorables en esos momentos finales de la vida.

Estos dos pacientes tenían informes previos de convulsiones, pero no de convulsiones durante la hora anterior a su muerte, explicó Nusha Mihaylova. Estas convulsiones podría haber preparado sus cerebros para experimentar ritmos anormales.

Los otros dos pacientes no mostraron el mismo aumento en la frecuencia cardíaca al retirarlos del soporte vital, ni tampoco tuvieron una mayor actividad cerebral.

Los autores dicen que el hallazgo puede explicar cómo el cerebro de una persona puede reproducir recuerdos conscientes incluso después de que el corazón se haya detenido, sugiriendo que se estaría identificando un marcador de conciencia lúcida.

Debido al pequeño tamaño de la muestra, los autores advierten que no se deben hacer afirmaciones globales sobre las implicaciones de los hallazgos. También señalan que es imposible saber en este estudio lo que experimentaron los pacientes porque no sobrevivieron.

«No podemos hacer correlaciones de los indicadores neuronales de la conciencia observadas con una experiencia correspondiente en los mismos pacientes en este estudio. Sin embargo, los hallazgos observados son definitivamente emocionantes y proporcionan un nuevo marco para nuestra comprensión de la conciencia en los humanos moribundos», dice Nusha Mihaylova, coautura del estudio.

Quizás, el estallido de actividad cerebral forme parte de un modo de supervivencia en el que se sabe que el cerebro entra una vez que se le priva de oxígeno. Los estudios de animales que experimentan muerte cerebral han encontrado que el órgano comienza a liberar numerosas moléculas de señalización y crea patrones de ondas cerebrales inusuales para tratar de resucitarse, incluso cuando apaga los signos externos de conciencia. Básicamente, sería como si se cerrara la puerta al mundo exterior y se encargara de los asuntos internos porque la casa está en llamas.

Estudios más amplios que incluyan pacientes de la UCI supervisados por EEG que sobreviven a un paro cardíaco podrían proporcionar datos muy necesarios para determinar si estos estallidos en la actividad gamma son o no prueba de conciencia oculta incluso cerca de la muerte. Encontrar algunas respuestas sobre cómo ocurre el proceso de morir sería crucial para entender la muerte. Esta sería más bien un proceso lento de transición en lugar de algo súbito.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Ilustraciones: William Blake, El Bosco.