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Sumidero oceánico de dióxido de carbono daña vida marina

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Según un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences parte del dióxido de carbono de origen humano se sumerge en las profundidades marinas (o al menos el océano Atlántico Norte). Esto sugiere que el fondo del océano hace de almacén de este gas en mayor medida de lo esperado. Por tanto los océanos continuarán absorbiendo las emisiones de este gas más rápidamente y por más tiempo, reduciendo el impacto (ya imparable) del calentamiento global. Pero esta contribución a la disminución del efecto invernadero, se hace a un coste muy alto para la vida marina.
Cerca de la mitad del dióxido de carbono atmosférico producido por la actividad humana desde el comienzo de la revolución industrial ha terminado en el océano. Este gas, junto con el oxígeno y otros gases se disuelven en la superficie del mismo y se difunden a otras partes gracias a las corrientes. Como el océano es muy grande tiene una gran capacidad de absorber este gas. Este efecto siempre se ha sabido, pero la cuantía exacta no.
Finalmente el CO2 es transportado al fondo del océano, pero en estudios previos los investigadores fueron incapaces de decir qué porcentaje de este gas a profundidades mayores de 4000 metros corresponde a un origen humano.
Ahora Douglas Wallace del Instituto Leibniz de las Ciencias Marinas de Kiel (Alemania) y sus colaboradores han conseguido averiguar que la concentración de CO2 en la cuenca occidental del Atlántico Norte es al menos un 10% del de la de la superficie. Extrapolando este porcentaje al resto del los fondos oceánicos se deduce que hay una gran reserva de CO2 antropogénico en el océano. Esto representa una invasión por unas 500.000 millones de toneladas de de este gas de origen humano de los fondos oceánicos.
Hasta ahora se utilizaban indicadores como los clorofluorcarbonados, o el C14 producido por las explosiones nucleares, para averiguar qué parte de ese dióxido de carbono es de origen humano, pero estas técnicas sólo servían para el dióxido de carbono moderno producido después de la segunda guerra mundial.
Este grupo de investigadores ha desarrollado una nueva técnica para averiguarlo. El nuevo método está basado en factores como el pH y la temperatura.
Según este gas es llevado a la profundidad, las aguas superficiales pueden absorber más CO2. Este gas además acidifica el agua en el que se disuelve y cuanto más profundo vaya más tiempo permanecerá allí. Midiendo el cambio el pH y la temperatura a distintas profundidades y su variación respecto al tiempo estos investigadores pueden inferir la cantidad de CO2 de origen humano.
Aunque este efecto es bueno al retirar este gas de la atmósfera y conseguir reducir el efecto invernadero el océano se acidifica cada vez más y disuelve los esqueletos calcáreos de corales y otras criaturas marinas. Estamos cambiando radicalmente el pH del océano. Es decir, la actividad humana está cambiando la química del océano.
Hay un nivel de profundidad por encima del cual el carbonato cálcico no se disuelve y sí lo hace por debajo. Tanto la calcita como el aragonito, que son formas de carbonato cálcico que utilizan estos seres para construir sus esqueletos y caparazones, se disuelven a partir de cierto nivel de pH y temperatura. Los corales de las profundidades, por ejemplo, utilizan esqueletos de carbonato cálcico.
El aragonito es ya inestable a partir de cierta profundidad en la cuenca estudiada y según los cálculos este nivel de inestabilidad ha subido 400m desde los tiempos preindustriales y se espera un que llegue a hasta los 700m en 2050.
Curiosamente los corales del Pacífico parece que están consiguiendo resistir de momento aunque ya vivan por debajo del nivel de saturación del aragonito.
Sobre el efecto que tendría el supuesto secuestro del CO2 en los fondos marinos estos investigadores no dicen nada, pero obviamente un escape de su posible almacén no sería nada bueno.

Referencias:
Tanhua T., et al. PNAS, doi:10.1073/pnas.0606574104 (2007). [1]
Corales de las profundidades (NOAA) [2]