- NeoFronteras - http://neofronteras.com -

Decisiones morales y emociones

Foto
Reconstrucción del accidente clásico de 1848 de Phineas Gage cuando una barra de hierro le atravesó el cráneo. Sobrevivió pero su CPVM fue dañado. Foto: University of Iowa.

Según un estudio el centro de las emociones del cerebro humano es necesario para la toma de decisiones morales. Por tanto la racionalidad por sí sola no permitiría tomar decisiones adecuadas de índole moral.
Imagine que está en un puente con otra persona al lado y desde ahí observa que un tren se dirige sin remisión sobre un grupo de trabajadores y que la única forma posible de parar dicho tren (hay mucho ruido y los trabajadores no oyen nada) es empujar a la persona que está junto a usted para que caiga sobre las vías. ¿Lo empujaría?
La mayoría de la gente afirma que no serían capaces de tomar esa decisión, aunque desde el punto de vista lógico salvaría más vidas empujando al señor que omitiendo la acción. Sin embargo, personas con determinados daños cerebrales tomarían la decisión de empujar al señor de al lado sin demasiados problemas.
Antonio Damasio de University of Southern California en Los Angeles y sus colaboradores han explorado el papel de las emociones en la toma de decisiones morales. Las personas sanas rehúsan dañar a una persona para salvar a muchas, pero este equipo de investigadores encontró que personas con daños en el córtex prefrontral ventromedial (CPVM), un área justo detrás de la frente, toman ese tipo de decisiones.
Estos pacientes pueden adquirir este daño debido a un infarto cerebral o a consecuencia de una operación de extirpación de tumor. Estas personas toman decisiones perfectamente normales cuando no hay componentes morales implicadas, como decisiones relativas a la receta adecuada para cocinar «brownies», por ejemplo. Sin embargo, bajo dilemas morales son varias veces más propensas que las personas normales a dañar a otro ser humano (incluso a su propio hijo) para salvar a otros.
En las personas sanas hay una repulsión natural a dañar a otro ser humano que se combina con la compasión y la empatía hacia los demás. Se sabe además que el CPVM es el responsable de emociones sociales como el orgullo, la vergüenza, la culpa, etc, y que conecta otras regiones del cerebro que son responsables de los signos fisiológicos de las emociones.
En otras investigaciones se ha podido ver con resonancia magnética nuclear funcional que bajo dilemas morales esa región del cerebro se activa fuertemente, pero eso no significaría necesariamente que la reacción emocional es causada por el proceso de toma de decisiones morales o que aparezca antes, y que por tanto pueda tener influencia en las decisiones. Podríamos tomar una decisión determinada y dicha resolución podría afectar a posteriori a nuestras emociones, pero los resultados de este experimento niegan esta posibilidad.
En este trabajo que aquí relatamos se comparó la respuesta de 30 voluntarios frente a situaciones en las que había que matar a alguien para salvar a muchos. Doce de estos voluntarios estaban sanos y 18 tenían daños en el CPVM.
En la primera variante del problema del tren el individuo podía elegir el efectuar o no un cambio de agujas para que el tren fuera a otra vía y que aplastase a uno en lugar de a cinco trabajadores (dilema de bajo conflicto). Este caso casi no había diferencia entre las respuestas de ambos grupos.
Cuando había que empujar al señor (dilema de alto conflicto) los individuos con el CPVM dañado eran mucho más propensos a hacerlo que las personas sanas. Obsérvese que en ambos dilemas el resultado final es el mismo en cuanto a número de muertos.
El resultado del estudio sugiere que las emociones juegan un papel importante en la toma de decisiones de índole moral cuando hay un contacto personal, pero no cuando se juzgan situaciones morales que impliquen un impacto indirecto y distante a terceros.
En otro escenario se planteaba abandonar un niño para evitar cuidar de él (bajo conflicto) o asfixiar a un niño (alto conflicto) para evitar el daño sobre otros (se dio al menos un caso durante la segunda guerra mundial cuando un grupo de refugiados huía de los nazis y un niño que lloraba los podía delatar). En el primer caso todos estaban de acuerdo en que el abandono era inaceptable, pero para el segundo dilema planteado los casos con el CPVM dañado eran cinco veces más propensos al sacrificio del niño.
Aunque parezcan amorales las personas con esta condición simplemente son diferentes a los demás respecto a la toma de decisiones. Parecen carecer del conflicto entre emoción y razón. Debido a su lesión tienen las emociones sociales afectadas y carecen de empatía o compasión.
El grupo de Dámaso ha demostrado por tanto que el CPVM está de hecho implicado en la toma de decisiones de índole moral.
Este trabajo puede además arrojar luz sobre cómo los humanos terminamos siendo criaturas morales en un momento dado. Las emociones, según Damasio, podrían ser el andamio sobre el cual construimos una ética. Como estas emociones sociales son tomadas en consideración en el proceso de toma de decisiones y están ubicadas en una región cerebral específica, el sistema moral sería por tanto muy biológico. Cuando las cosas, añade, se complican y no es fácil decidir entonces enganchamos el sistema emocional al proceso.
Según Joshua Greene de la Universidad de Harvard, este resultado demostraría que las decisiones morales no estarían por tanto controladas por una simple facultad moral, sino más bien por dos clases de procesos que compiten entre ellos.
El profesor Mendez de UCLA sugiere que el estudio demostraría que las personas no necesitan de una herencia cultural o de tabúes sociales para formar la conciencia moral, y que parte de nuestro desarrollo normal y natural como seres humanos nos proveería de esta respuesta emocional consistente en no dañar a otros seres humanos. Según él no es algo que se pueda aprender o delegar sobre alguna experiencia religiosa específica o que se pueda adquirir como una experiencia cultural. Estaría más bien basada en la respuesta emocional hacia los otros y habría una parte del cerebro dedicada a ese fin.
El hallazgo podría hacer replantearnos cómo la sociedad determina lo moralmente bueno, y desafía a filósofos como Immanuel Kant o David Hume. Aunque según Frans de Waal de Emory University en Atlanta no los desafía demasiado, pues Hume creía que las personas pueden estar motivadas a tomar la decisión moral adecuada basándose en la compasión a los demás y que Kant avisó sobre que los juicios morales pueden verse corrompidos por las emociones, afirma.
Philip Kitcher de Columbia University en New York cree, sin embargo, que el resultado sí desafía la filosofía kantiana, pues las personas con este tipo de daños cerebrales muestran en los dilemas morales menos preocupación por la dignidad individual de las personas. Por tanto habría pruebas biológicas que demostrarían que las emociones nos permiten respetar la dignidad individual, un valor que según Kant debía de ser respetado.
Una nave espacial sufre un accidente a medio camino hacia la Tierra. No hay suficiente oxígeno para que sobrevivan los tripulantes y varios heridos graves morirán irremediablemente. La única manera de salvar a parte de la tripulación es matar a los heridos para que no consuman oxígeno. ¿Qué haría usted si fuese el capitán? ¿Asesinaría a sus compañeros y amigos de viaje? ¿Qué haría Mr. Spock?
Las emociones serían como el ancla de nuestro sistema moral. Si eliminas el anclaje puedes terminar en cualquier sitio, incluso en el planeta Vulcano.

Referencias:
UCS [1]
Koenigs M., et al. Nature, DOI: 10.1038/nature05631 (2007).