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La inteligencia no garantiza el éxito económico

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Contrariamente a los que se pueda pensar la inteligencia no garantiza una mejor situación económica. Aunque las personas inteligentes pueden ingresar un poco más en promedio, esto no les protege de las dificultades financieras. En un estudio se ha podido comprobar que las personas que puntúan más en los test de inteligencia acaban igual que los demás cuando se tiene en cuenta los factores de corrección. En definitiva no hace falta ser inteligente para ser rico.
Según el estudio llevado a cabo por Jay Zagorsky en Ohio State University (Columbus, Ohio) los individuos excepcionalmente inteligentes ganan típicamente más comparados con los menos inteligentes, pero también son más proclives a gastar hasta el límite de su tarjeta de crédito.
Para este estudio recolectó datos de 7500 individuos entre los 33 y lo 41 años de edad. Todos los participantes hicieron el test de inteligencia de las fuerza armadas o AFQT en 1980. Éste es un test diseñado por el ejército norteamericano para evaluar a los reclutas y puede ser traducido al típico coeficiente de inteligencia IQ.
Estas personas fueron entrevistadas repetidamente a lo largo del tiempo, y los datos para este estudio se obtuvieron del sondeo realizado en 2004. Los voluntarios proporcionaron todo tipo de datos financieros, desde sueldos a prestaciones de la seguridad social o rentabilidad de acciones de bolsa, pasando por pensiones a pagar en caso de ser divorciados. Además contestaron a las preguntas sobre los problemas financieros que pudieran tener.
Un análisis superficial mostró los mismos hallazgos que en estudios previos que relacionan un alto coeficiente a altas ganancias. Cada punto del IQ se asociaba con entre 202 a 616 dólares más de ganancias brutas anuales. De este modo una persona que tenga un 130 ganará 12.000 dólares más que una persona con un IQ de 100.
Por tanto las personas con puntuación alta ingresaban en bruto más. En promedio alguien con un índice 120 gana 128.000 dólares anuales, en contraste con los 58.000 dólares de aquellos con un coeficiente de 100.
Pero cuando este investigador tuvo en cuenta otros factores como estar divorciado, los años gastados en educación, el tipo de trabajo y el haber heredado o no, entonces vio que no existía correlación entre el coeficiente de inteligencia y la riqueza neta.
La gente divorciada (una vez) introduce 9600 dólares anuales menos en promedio en su patrimonio que los no divorciados. Y hay muchos otros elementos a tener en cuenta. Al parecer son estos factores externos y no el IQ el que explica las diferencias en el estatus económico.
Parece que el ser inteligente no garantiza la ausencia de dificultades económicas. Por ejemplo un 7,7% de los individuos con IQ por debajo de 75 llegan al límite de sus tarjetas de crédito, mientras que son un 12,1% los que lo hacen con un IQ de 90. La excepción a la regla son los de 115 que sólo llegan al límite en un 5,4% de los casos.
Según Zagorsky se suele medir el éxito económico por los ingresos brutos que se tienen, pero en realidad lo que uno necesita es construir un patrimonio para acometer los golpes de la vida y prepararse para la jubilación. Además uno no debe de estar muy cerca o por encima de sus límites financieros y vivir por encima de sus posibilidades para estar bien.
El estudio, de todos modos, no proporciona una respuesta a por qué la gente inteligente no ahorra como los demás, aunque Zagorsky está trabajando ahora en ello.
Según Richard Wolff de University of Massachusetts la inteligencia está aplastada por el éxito de la cultura del consumo. La gente con IQ alto es consciente de los bienes y servicios que pueden consumir y cae en la tentación.
Wolff piensa que la gente inteligente tiene frecuentemente más altas expectativas sobre lo que merece. Los sueldos en EEUU han permanecido en constante subida desde 1820 hasta los setenta del siglo pasado y la gente espera que su estándar de vida mejore constantemente. Pero el poder de compra de los sueldos en los EEUU ha declinado recientemente.
Según Zagorsky sólo hay que ir a los aparcamientos de la Universidades más prestigiosas de los EEUU para darse cuenta de que inteligencia y riqueza no están unidas. Allí se puede ver que los profesores no conducen automóviles de lujo, sino coches baratos, a pesar de que son personas muy inteligentes.
Obviamente todo depende de a lo que llamemos inteligencia.

Fuentes y referencias:
Nota de prensa de Ohio State University in Columbus. [1]
Intelligence (DOI: 10.1016/j.intell.2007.02.003).