La lanzadera espacial
viernes 15 julio 2005 - Tipo: Editorial
Al final los transbordadores espaciales de la NASA no han vuelto al espacio esta semana. Al parecer, un fallo en un sensor impidió el lanzamiento del Discovery, y en el momento de escribir estas líneas se descarta que lo haga próximamente. Ya son más de dos años sin vuelos de la lanzadera espacial.
No es de extrañar tanta cautela después de que la última vez murieran todos sus tripulantes al fallar el escudo térmico en la reentrada. El falló se debió a un impacto de un fragmento del material del depósito externo de combustible que se produjo en el momento del despegue.
Después de un par de décadas usando este medio de transporte espacial se pueden concluir un par de cosas.
La primera conclusión es que es un sistema inseguro, pues han muerto dos tripulaciones completas en sendos accidentes. A pesar de todos lo sistemas de control y revisión la verdad es que han muerto más astronautas usando este sistema moderno que en todo el resto de la historia de la astronáutica incluyendo los “primitivos” cohetes y los viajes a la Luna (donde no murió nadie).
La preocupación por la seguridad exige una revisión minuciosa del trasbordador después de cada vuelo, encareciendo de este modo grandemente los costes.
Y este es el segundo serio problema, la extremada carestía de este sistema de transporte espacial. La creación de este sistema en los años setenta se llevó a cabo para no tener que gastar un cohete cada vez que se quería subir al espacio. Era como gastar un coche cada vez que se quisiera ir de viaje.
La idea de partida de crear un sistema reutilizable no estaba nada mal, pero el resultado es desastroso. El shuttle es una máquina muy compleja que exige muchas revisiones y puestas a punto, y al final sale más cara que los cohetes de un solo uso. Cuando más vuelos se hacen más cuidados requieren estas máquinas. Volviendo a la metáfora del coche, el coche ha salido malo y está continuamente en el taller. Y lo que es peor, ¿quién conserva un automóvil en uso por más de veinte años? Prácticamente nadie, porque después de un tiempo empiezan a fallar aun más.
La obsesión de utilizar a toda costa este sistema tampoco ha ayudado en nada. Al principio incluso se utilizaba absurdamente para poner satélites en órbita, cuando salía mucho más barato con los cohetes tradicionales por carecer estos de tripulantes y necesitar menos medidas de seguridad.
La idea del shuttle está bien si tienes carga que traer a tierra, como podría ser un supuesto material masivo fabricado en órbita en una hipotética factoría espacial. Pero, en general, éste no es el caso.
En realidad toda la masa que retorna a tierra (toda la masa del Shuttle, su tripulación y los subsistemas que los mantienen con vida) es energía perdida de la invertida en su lanzamiento, y es una carga menos en órbita. Esta es la energía que hay que disipar en forma de calor en la reentrada, y es la que en última instancia mató a la última tripulación.
La creación de la mal llamada estación espacial ha sido otro problema. Delegar en el Shuttle su construcción fue un inmenso error. Con un par de vuelos del Saturno V (el cohete que puso al hombre en la Luna) se hubiese colocado en órbita la suficiente carga de pago como para construirla. Pero los planos de este cohete y las factorías para su montaje “se perdieron”.
Se puede incluso afirmar que la estación espacial no es una estación espacial, es un futuro laboratorio espacial cuya utilidad científica está por ver. Todavía no se ha fabricado nada interesante en condiciones de ingravidez porque, de hecho, no han hecho ningún descubrimiento científico relevante en esas condiciones hasta el momento.
Una estación espacial de verdad permitiría la estancia de astronautas por largos periodos en condiciones de gravedad artificial por rotación. Su función prioritaria sería la de puerto y factoría de ensamblaje espacial. Si decidimos ir a Marte de ninguna de las maneras será un viaje directo desde el suelo en un gigantesco cohete, se realizará utilizando una nave ensamblada en órbita y atracada a una estación espacial, reutilizable y basada en una tecnología distinta a la actual.
La NASA ha gastado su presupuesto en mantener todo este carísimo sistema de lanzamiento y en la estación espacial sin invertir nada en desarrollar nuevos sistemas de transporte espacial que son absolutamente esenciales si queremos progresar. Es como la pescadilla que se muerde la cola, sin más dinero no hay nuevos desarrollos, y sin nuevos sistemas no sobra ni un duro para invertir en nuevos desarrollos. El resultado ha sido que la NASA se ha aferrado a unas tecnologías que ahora son obsoletas.
La NASA acuciada por el problema del trasbordador ha encargado la creación de un nuevo vehículo tripulado para seis astronautas que debe de estar terminado en muy pocos años. Es una meta que con el presupuesto asignado, si se desea calidad y novedad tecnológica, no se alcanzará plenamente en ese periodo de tiempo.
En estas condiciones el retorno a al Luna o a Marte propuesto por el presidente Bush es un mal chiste que va a salir muy caro desde el punto de vista económico, de seguridad y científico (por el desvió de fondos).
El ser humano es el único animal con curiosidad suficiente como para embarcarse en aventuras de descubrimiento de alto riesgo. Nuestra capacidad de soñar despiertos va con nuestra naturaleza y no podemos renunciar a ella. Bajo este prisma, el viaje a Marte (y más allá) es simplemente inevitable, pero si no lo hacemos bien nos arrepentiremos.
En diez años la NASA desarrolló motores criogénicos, los cálculos de navegación espacial, las células de combustible, el microondas, la liofilización de alimentos, los generadores de radioisótopos, el motor cohete nuclear, la técnica de encuentro en órbita, cohetes como el Saturno V, y así un largo etcétera que le permitió, entre otras cosas, poner sobre la Luna al ser humano. Ese espíritu es el que debería de retornar, pues el conservadurismo no guía hacia las grandes empresas de descubrimiento, como muy bien supo entender la reina Isabel cuando financió el viaje de Colón.
15-07-2005 » NeoFronteras
15 julio 2005 @ 12:30 pm
Parece que los planos el Saturno V no se han perdido, están microfilmados en el Centro de Vuelo Espacial Marshall, el problema es encontrar los proveedores y fabricantes que puedan proporcionar otra vez las piezas, los sistemas de guiado, etc compatibles con los originalmente diseñados para estos vehículos (los mayores construidos por el hombre, segun creo). También, readaptar las plataformas de lanzamiento otra vez a los colosales cohetes ya que todas se han modificado para usarlas con el transbordador.
WHAT HAPPENED TO THE SATURN V PLANS
Despite a widespread belief to the contrary, the Saturn V blueprints have not been lost. They are kept at Marshall Space Flight Center on microfilm.
The problem in re-creating the Saturn V is not finding the drawings, it is finding vendors who can supply mid-1960’s vintage hardware (like guidance system components), and the fact that the launch pads and VAB have been converted to Space Shuttle use, so you have no place to launch from.
By the time you redesign to accommodate available hardware and re-modify the launch pads, you may as well have started from scratch with a clean sheet design.
26 julio 2005 @ 10:17 pm
[…] a baja (llamada LEO) y en órbita geoestacionaria (sólo carga). De todos son conocido los problemas por los que la lanzadera Norteamérica ha pasado y por los que pasa actualmente. También care […]
19 enero 2006 @ 6:22 am
En mi opinion la NASA debe poner en practicas algunos programas anteriores para poder salir adelante.
19 febrero 2007 @ 2:11 pm
Creo que la unica forma razonable de lanzar astronautas consiste en una combinación de tecnologías.
Fase 1 – Un sistema de cañon magnetico para acelerar el cohete en tierra. Con este sistema se pueden alcanzar velocidades supersonicas con una aceleracion moderada. El consumo energetico es muy reducido (en comparacion con un cohete químico).
Fase 2 – Estatoreactores. Eso permitiria superar la estratosfera y alcanzar velocidades cercanas a la de escape. Ademas no tendría que acarrear el comburente ni la masa de reacción (usaría el aire atmosférico)
Fase 3 – Un motor cohete ordinario, de combustible solido.
Una alternativa podria ser:
Fase 1 – Un avión de carga que despegaría desde una pista tradicional. Dicho avión llevaría sobre el lomo la cápsula con los astronautas. Esto permitiría alcanzar la estratosfera con un gasto de combustible moderado y una reutilización del avion total.
Incluso puede despegar casi sin combustible y repostar en el aire, lo que le permitiria una elevada carga util.
Fase 2 – El avión anterior pondria en marcha los Estatoreactores, con cuyo impulso adicional podría alcanzar velocidades cercanas al escape justo en la frontera de la atmosfera.
Fase 3 – Subida de la capsula tripulada hasta órbita por inercia.
Y finalmente otra alternativa:
Un cohete tradicional de tres fases.
En las dos primeras fases se hace un sistema de recuperacion de los motores y electronica (mediante paracaidas). El resto de la fase solo seria un deposito de acero presurizado, y seria deschable.