- NeoFronteras - https://neofronteras.com -

Pulpos bajo los efectos del éxtasis

Administran éxtasis a unos pulpos y terminan teniendo relaciones más afectuosas entre ellos. Al igual que les pasa a los humanos bajo los efectos de esta droga.

Foto

Los pulpos posiblemente son los invertebrados más inteligentes. Si no lo son más es porque sus vidas son muy cortas y no les da tiempo acumular experiencia.

Son unas criaturas muy listas. Así, por ejemplo, pueden engañar a sus presas, pueden aprender por observación y tienen memoria episódica. Son famosos por ser capaces de escapar de los acuarios en los que los humanos los confinan, comerse la comida de otros animales o eludir a los cuidadores de los acuarios.

Aunque su estilo de vida de hacer pocos amigos no les ayuda a la acumulación de una posible cultura. La mayoría de los pulpos son animales asociales que evitan a los demás animales, incluidos los de su propia especie.

Tienen receptores del sabor en sus brazos, por lo que saborean todo aquello que tocan. Imagine, amigo lector, andar descalzo y saber a que sabe todo aquello que pisa.

El cerebro de los pulpos es más parecido al cerebro de un caracol que al del ser humano. Su sistema nervioso tan peculiar ha hecho pensar a algunos que los pulpos podrían ser un buen modelo inteligencia alienígena alternativa. Recientemente, algún descerebrado humano incluso ha propuesto que los pulpos vienen directamente del espacio.

Pero, precisamente, por estar el pulpo en una rama muy alejada de la nuestra en el árbol filogenético animal, nos puede ayudar a encontrar las bases de ciertos procesos neuronales o de comportamiento.

Por esta razón un grupo de investigadores administró la droga MDMA (conocida popularmente como «éxtasis») a unos pulpos pertenecientes a una especie conocida y fueron más amigable con sus compañeros de especie.

La idea era estudiar el cambio en el comportamiento de estos animales inducido por la droga. El éxtasis es conocido por alterar el cerebro de los humanos de tal modo que se produce un cambio en el estado de ánimo de estos, tienen buenos sentimientos y se muestran en sintonía con los demás.

Estos investigadores dicen haber encontrado pruebas de una relación entre los comportamientos sociales de los humanos y de los pulpos, pese a estar separadas por 500 millones de años de evolución. Si se confirma este resultado, se podrían abrir nuevas vías al estudio más preciso del impacto que tienen los fármacos terapéuticos en animales nos emparentados con el ser humano.

Según Gül Dölen (Johns Hopkins University School of Medicine), en estudios anteriores se fueron acumulando pruebas de que los pulpos exhiben algunos comportamientos que también tienen los humanos. Añade que lo que sus estudios sugieren es que determinados neurotransmisores necesitan que estos comportamientos sociales sean conservados por la evolución. Como todos sabemos, los neurotransmisores son las moléculas o sustancias químicas empleadas por las neuronas para enviarse señales entre ellas a través de las sinapsis.

Dölen se basa en algunos comportamiento de los pulpos para creer que hay una conexión entre la genética que guía el comportamiento de los pulpos y el de los seres humanos. Así que se fijó en los genes que controlan los neurotransmisores.

Junto a Eric Edsinger (Marine Biological Laboratory, Massachusetts) secuenció parte del genoma de la especie Octopus bimaculoides o pulpo de dos manchas de California. Buscaban la regiones genéticas que controlan cómo las neuronas anclan los neurotransmisores a su membrana. Hallaron la secuencia genética en el gen SLC6A4.

Encontraron que en este aspecto, los humanos y los pulpos tienen secuencias genéticas casi idénticas para el transporte de la serotonina (un neurotransmisor). Esas secuencias codifican unas proteínas en la membrana celular de la neurona. Es precisamente en esos puntos, en estas proteínas, en donde la molécula de MDMA se une y entonces el cerebro humano bombea cantidades masivas de serotonina, alterando con ello el estado de ánimo.

También es bien conocido que la serotonina es un regulador del estado de ánimo y que está relacionada con ciertos tipos de depresión.

La administración de éxtasis a humanos, ratones y otros vertebrados incentiva los comportamientos prosociales. Los humanos, por ejemplo, tienden a tocarse unos a otros frecuentemente. Así que estos investigadores se propusieron estudiarlo este aspecto también en pulpos.

El experimento que montaron consistía en tres cámaras de agua interconectadas. Una estaba vacía, otra tenía una figura de acción de juguete bajo una jaula que excitaría la curiosidad de los pulpos y en la tercera había un pulpo hembra o macho bajo otra jaula.

En condiciones normales y sin los efectos de ninguna droga, los pulpos, tanto hembras como machos, evitaban a los pulpos enjaulados, pero sólo si eran machos.

Se administró éxtasis a cuatro pulpos hembras y machos introduciéndolos en contenedores en los que la droga estaba disuelta en el agua para que la absorbieran a través de las branquias.

Entonces se colocó a cada sujeto experimental de turno en la sistema tricameral durante 30 minutos. En los cuatro casos los investigadores comprobaron que los pulpos pasaron más tiempo en la cámara en la que estaba el pulpo macho enjaulado que en las otras dos. Además la calidad de ese tiempo era superior, pues trataban de abrazar la jaula y de poner sus bocas sobre ella. Su comportamiento se parecía a los humanos bajo los efectos de esta droga.

El experimento sugeriría que los circuitos cerebrales que guían los comportamientos sociales en pulpos están presentes en condiciones normales, pero que son suprimidos por circunstancias naturales o de otro tipo. Por ejemplo, los pulposos apagan su comportamiento asocial durante el apareamiento. Al cabo de unos tres minutos, una vez apareados, vuelven al estado asocial y agresivo.

Obviamente no es posible saber si estos pulpos experimentan los mismos sentimientos de euforia que experimentan los humanos bajo los efectos de la MDMA además de ser más sociales. Pero sí se pudo observar que los pulpos drogados no estaban estresados, pues cuando estos animales están bajo estrés sueltan tinta. Aparentemente estaban vivos y sanos.

El que humanos y pulpos, pese a la gran separación en el árbol filogenético, tengan una química cerebral similar que guía los comportamientos sociales no deja de ser realmente sorprendente. Este parecido en el comportamiento social se da a pesar de que los pulpos tienen una arquitectura cerebral totalmente distinta a la de los humanos, pues estos animales no tiene las regiones cerebrales que creemos que son importantes para el comportamiento social.

Dölen admite que su estudio es poco cuantitativo por escasez de muestra, siendo más bien cualitativo. También dice que hay que ser cauteloso con estos resultados preliminares a la espera de futuros experimentos antes de usar al pulpo como modelo animal de laboratorio para investigar el cerebro humano.

Otros grupos de investigación están experimentando con pulpos y LSD. La idea es observar si se producen cambios de color en la piel de estas criaturas que den a los científicos pistas sobre si experimentan o no alucinaciones.

Recientemente también se ha realizado un ensayo con MDMA en el que se ha conseguido reducir la ansiedad social de personas autistas.

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com [1]

Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Foto: Tom Kleindinst.