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Oumuamua y panspermia

El descubrimiento de Oumuamua hace pensar a algunos sobre la panspermia galáctica.

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El evento de Oumuamua*, el primer objeto natural de origen interestelar que descubrimos cruzando nuestro Sistema Solar, ha excitado la imaginación de todos y, entre otras cosas, permite hacer plausible la panspermia a lo largo de la galaxia.

Quizás objetos similares puedan portar microorganismos de otros lugares que son depositados en planetas lejanos al otro lado de la galaxia cuando se produce una colisión, incluso mucho tiempo después del origen de la vida en primer lugar. El espacio interestelar es muy frío y permitiría la conservación de microorganismos. Además, los experimentos que se hicieron hace ya años sugieren que los microbios terrestres pueden resistir un impacto planetario si fueran viajando en un asteroide. De este modo, la vida podría propagarse a lo largo de miles de años luz.

Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por Idan Ginsburg, del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics en Cambridge (Massachusetts), calcula las posibilidades de este tipo de fenómeno.

La hipótesis de la panspermia es ya muy antigua y siempre ha estado ahí de un modo u otro. Pero esta hipótesis no resuelve el origen de la propia vida, pues sólo habla de su propagación por el espacio, no de su síntesis original.

Hasta hace muy poco, sólo se veía posible algo así dentro del Sistema Solar, pues los cálculos indican que numerosas rocas procedentes de los planetas rocosos han caído sobre otros cuerpos del Sistema Solar, incluyendo los propios planetas. Esto podría comprobarse experimentalmente si encontramos vida en Marte o Europa y resulta que es el mismo tipo de vida. Esto apoyaría la existencia de una sola abiogénesis, pero una dispersión panspérmica.

El caso es que la posibilidad de dispersión interestelar casi ni se consideraba hasta el año pasado. Sin embargo, las simulaciones computacionales que en 2003 realizó H. Jay Melosh indicaban que rocas extraídas por impactos de meteoritos podían abandonar finalmente el Sistema Solar en unas decenas de millones de años gracias a la influencia gravitatoria de Júpiter y Saturno. Estas rocas podrían ser capturadas por planetas propicios para vida y entonces la vida podría ser sembrada en ellos.

Lo difícil es explicar cómo esos microbios pueden sobrevivir a las condiciones de vacío y radiación del espacio exterior durante tanto tiempo, aunque estén congelados.

El sistema de eyección y captura es facilitado si el sistema planetario pertenece a un sistema estelar doble, que son la mayoría.

Oumuamua proporciona nuevas esperanzas a esta panspermia galáctica. Según los cálculos recientes, debe haber un billón de objetos de este tipo por año luz cúbico en la Vía Láctea. Cada Sistema debe eyectar 10000 billones de estos objetos para que las cuentas cuadren y unos pocos deben pasar cerca de nuestro Sistema Solar de vez en cuando.

En este nuevo estudio de Ginsburg y colaboradores calculan las posibilidades de que uno de estos objetos deposite vida desde otro lugar. Según sus cálculos, el sistema de Alpha centauri debe de haber enviado miles de rocas como Oumuamua hacia nosotros, quizás una por siglo.

Además, calculan que este tipo de objetos, moviéndose a 26 km/s a través del espacio interestelar, serían capturados en 10 millones de ocasiones en algún sistema planetario de la Vía Láctea por cada millón de años antes de que la posible vida que porten quede esterilizada. Es decir, esto pasa muy a menudo en términos astrofísicos. Planetas y asteroides son intercambiados entre las estrellas de nuestra galaxia.

Obviamente, el estudio es muy optimista y las estadísticas sacadas de un evento (un único Oumuamua) no permiten realizar cálculos rigurosos. Sobre todo a posteriori. Pues siempre es posible justificar lo que ya se ha encontrado.

Otro problema es que Oumuamua no es un buen candidato para portar vida, pues es demasiado grande como para poder haber sido eyectado de otro planeta por un choque. Posiblemente fue parte de los escombros de la formación de su sistema planetario.

Se necesitaría encontrar más casos como Oumuamuas para tener mejores datos y si fueran cuerpos más pequeños sería incluso más interesante. Pero descubrir este tipo de cuerpos es difícil, aunque estuviéramos rodeados de ellos.

En todo caso, la posibilidad de que nuestra galaxia al completo este biológicamente interconectada no deja de ser una hipótesis sorprendente. La vida se habría propagado a lo largo de vastas distancias y tiempos enormes entre los planetas de la Vía Láctea. Si es así, estaríamos conectados de algún modo con la vida que pudiera haber o que hubo al otro lado de la galaxia a través de un océano de tiempo y un mar inmenso de espacio tachonado de estrellas.

*Aunque los descubridores de Oumuamua lo bautizaron como ‘ Oumuamua, aquí se ha preferido prescindir del apóstrofo.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Ilustración: ESO/M. Kornmesser.