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Posible fosfano en Venus

Parece que se ha detectado el biomarcador fosfano en la atmósfera de Venus, pero estamos muy lejos de afirmar que en dicha atmósfera haya microorganismos.

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Venus es el infierno de nuestro de Sistema Solar. Sobre su superficie la temperatura roza los 500 grados centígrados y la presión es de unas 90 atmósferas. La culpa la tiene una atmósfera rica en dióxido de carbono que produce un efecto invernadero desbocado. Una advertencia de lo que le puede pasar a la Tierra si seguimos con nuestras emisiones.

No es extraño que las primeras sondas que se enviaron a su superficie no sobrevivieran mucho tiempo. Al final, los soviéticos tuvieron algunos éxitos y lograron que algunas Venera enviaran datos y fotos de su superficie. Esta es estéril y baldía, un horror desolado. Hasta entonces no se conocía nada de la superficie de Venus, pues una capa de nubes de ácido sulfúrico impide ver su superficie. Llueve ácido, pero este no llega al suelo al evaporarse antes.

Otras misiones y estudios descubrieron algo interesante de Venus. A 55 km de altura, justo por encima de la capa de nubes de ácido sulfúrico, la temperatura es de unos 25-30 grados y la presión es similar a la de la Tierra. Debido a esto se elaboraron Powerpoints de posibles misiones tripuladas a su atmósfera en la que los astronautas vivirían durante un tiempo en grandes globos. Obviamente, las posibilidades de que se financie algo así son nulas.

El caso es que a nadie se le hubiese ocurrido hace unos meses o unos pocos años que allí, en esa capa de atmosférica, pueda haber vida, sobre todo porque no parece que haya agua. Sin embargo, Carl Sagan y otros [1]ya especularon sobre esa posibilidad en los años sesenta.

Ahora un grupo de investigadores dice haber encontrado un biomarcador o bioindicador en la atmósfera de Venus, se trataría del fosfano (PH3) o trihidruro de fósforo. Este compuesto tóxico y con olor a ajo se genera en pequeñas cantidades en la Tierra gracias a la vida y no se le conoce aquí un origen abiótico. Sin embargo, en Júpiter si hay fosfano, que se genera de forma abiótica en el interior de su atmósfera reductora a las altas temperaturas y presiones que se dan allí. Se supone que en un planeta rocoso no se pueden dan estas condiciones y, además, la presencia de oxígeno lo eliminaría rápidamente. Es decir, una atmósfera de un planeta rocoso que contenga fosfano y oxígeno libre debería ser un indicador de vida, pues hay un desequilibrio químico que sólo la vida puede generar.

Aunque no hay oxígeno libre el atmósfera de Venus, su atmósfera es lo suficientemente oxidante como para que el fosfano desaparezca al poco de generarse, sobre todo con la ayuda de la luz solar.

Se supone que en la superficie de Venus no se podría generar fosfano, por lo que la tentación de decir que lo genera la vida está ahí. Sin embargo, últimamente se ha propuesto que hay cierta actividad volcánica en Venus, por lo que quizás se pudiese sintetizar abióticamente allí por algún proceso geológico desconocido.

La Tierra y Venus tienen un tamaño similar y Venus posiblemente contuvo agua hasta hace poco tiempo desde el punto de vista geológico. Quizás, hace 1000 millones de años Venus no nos pareciese el infierno que es hoy en día. No sabemos la probabilidad de que se dé una abiogénesis si se dan las condiciones necesarias para la vida, por lo que proponer dos abiogénesis es aventurado. Pero estando Venus y La Tierra tan cerca uno de otro, es seguro que ha habido intercambio de meteoritos y que algunos procedentes de la Tierra podrían haber llegado a Venus cargados de microorganismos.

Afirmaciones extraordinarias requieren de pruebas extraordinarias*. Aunque se confirme la presencia de fosfano en la atmósfera de Venus, dar el salto hasta decir que hay vida, requiere de mucha investigación para encontrar las pruebas. Incluso no está claro al 100% que el fosfano esté presente.

Un equipo de investigadores liderado por Jane Greaves decidió observar la atmósfera de Venus para poner una cota a la presencia de fosfano en ella, pues no esperaban ni trazas de ello debido a la resolución espectral. Así que usaron los radiotelescopios ALMA, situado en Chile, y el JCMT de Hawái para observar en la gama milimétrica del espectro. Una de las lineas de absorción (o emisión) del fosfano está precisamente en los 1,123 milímetros de longitud de onda y correspondería a la transición entre dos niveles de energía rotacionales. Sorprendentemente, se encontraron precisamente con esa absorción en el espectro correspondiente al fosfano. Tanto es así que que, en un principio, pensaron que podía deberse a al dióxido de azufre. Algo que finalmente se descartó. La cantidad detectada es de 20 partes por mil millones.

Un modelo compatible con los datos espectrales obtenidos sostiene que el fosfano se situaría en una capa atmosférica situada entre 53 y 61 kilómetros de altura, en donde la temperatura es de unos 30 grados centígrados y la presión atmosférica es de 0,5 bares. Además, el fosfano se ha detectado en latitudes medias, pero no en los polos del planeta, mientras que las concentraciones en el ecuador son más bajas.

Los autores del estudio han tratado de explicar esta presencia de fosfano y en esa cantidad mediante métodos abióticos y han descartado todos los sistemas conocidos en los que han pensado: fotoquímicos, rayos, volcanes, depósitos subterráneos, meteoritos… Simplemente no les salen los números y esos procesos no generarían la cantidad suficiente. Por ello, invocan a la presencia de algún proceso geoquímico o fotoquímico desconocido que esté generando fosfano en las grandes cantidades necesarias para explicar los datos.

¿Y cuáles serían los pasos a realizar ahora? En primer lugar habría que confirmar la presencia de este compuesto observando a otras longitudes de onda. De momento no parece que haya instrumental apropiado debido a que la propia atmósfera terrestre bloquea parte del espectro electromagnético.

También se ha propuesto usar el telescopio Sofía, que vuela dentro de un 747, para estudiar este misterio. Lo ideal sería una misión espacial si los resultados se confirman, pero no hay ninguna aprobada.

Sin embargo, los responsables de la misión BepiColombo ya están estudiando si podrían ayudar en esto, pues esta sonda hará dos maniobras de asistencia gravitatorio con Venus en su camino a Mercurio. Una será el próximo 15 de octubre y la otra el 10 de agosto de 2021. La idea sería usar el espectógrafo MERTIS (MErcury Radiometer and Thermal Infrared Spectrometer), diseñado para estudiar la superficie de Mercurio, para tomar espectros de la atmósfera de Venus en cada uno de los dos encuentros con el planeta, que se darán a 10000 km y 550 km de distancia respectivamente, que es casi nada en términos astronómicos. Aunque no están seguros del éxito en este sentido, el intento merece la pena.

A largo plazo una misión de tipo globo a la atmósfera de Venus, como la propuesta con el nombre Calypso, podría ser la mejor solución para despejar muchas dudas. También misiones como DAVINCI+ podrían ser de gran utilidad.

De momento, lo que sí se podría hacer, es investigar sobre la producción de fosfano por parte de la vida terrestre. Se sabe que es un subproducto de ciertas rutas metabólicas, pero se desconocen los detalles. No estaría mal financiar ese tipo de ciencia básica.

Lamentablemente, los grandes titulares en este caso se asemejan a los que tuvieron famosos fósiles de microbios marcianos encontrados en un meteorito y sobre los cuales se descartó más tarde su origen biológico.

El tiempo dirá qué hay en Venus.

ACTUALIZACIÓN:
El los últimos días han aparecido varios resultados que apuntan a que no hay fosfano en Venus o, al menos, que los datos del artículo que inició todo esto no permiten afirmarlo. Un artículo todavía en preprint (https://arxiv.org/abs/2010.14305 [2]) es contundente al respecto y sugiere que el resultado puede que sea un producto de sesgo de confirmación. Si hay fosfano este debería estar a un concentración aún más pequeña. Los autores de este trabajo van aún más allá y solicitan al grupo de Greaves que retire su artículo en Nature Astronomy.

Así que parece que este resultado dormirá el sueño de los justos junto al de las bacterias marcianas, las bacterias hechas de arsénico y otros resultados. De todos modos, no pasa nada porque es así como funciona la ciencia. Lo grave sería que los resultados (cualquiera) se creyesen sin más. Siempre hay un diálogo que termina por confirmar o refutar los resultados.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [4]
Preprint que niega el resultado. [2]
Foto: ISAS and JAXA Wikimedia (CC BY 4.0)

* Frecuentemente se suele traducir la palabra inglesa ‘evidence’ como ‘evidencia’, pero su traducción correcta es ‘prueba’ o ‘indicio’. Evidentemente, una evidencia no se cuestiona por ser obvia para todos.