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Sobre el cáncer facial de los demonios de Tasmania

Estudian la evolución del cáncer que afecta a los demonios de Tasmania que ha puesto a la especie al borde de la extinción.

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A veces, la Naturaleza es la vez terrible y fascinante. El caso del tumor facial que afecta a los demonios de Tasmania es uno de esos casos. Un caso que ya hemos visto en el pasado en NeoFronteras.

Todos sabemos ya cómo funciona los cánceres convencionales. Una célula del cuerpo empieza a dividirse sin control por una mutación y, si el sistema inmunitario no para su proliferación, las células resultantes terminan invadiendo todo el cuerpo y matando al individuo que las porta.

Estas células, son muy similares a las normales del propio cuerpo y además usan sistemas de camuflaje que hacen que pasen desapercibidas al sistema inmunitario. También pueden mutar y evolucionar, lo que hace el trabajo del sistema inmune aún más difícil.

Casi no se conocen casos de cánceres transmisibles o contagiosos, entre otras cosas porque un célula ajena es fácilmente distinguible por el sistema inmune y es destruida fácilmente por mucho que prolifere. Así que casi no hay casos de cánceres transmisibles. Uno de ellos (DFT1) es el que afecta a los demonios de Tasmania.

Estos animales son unos marsupiales carnívoros que bien en la isla de Tasmania. Su población no era muy elevada cuando esta enfermedad apareció hace más de dos décadas, pero ahora ya están en serio peligro de extinción.

Según un estudio recientemente publicado por Young Mi Kwon, Kevin Gori y Elizabeth Murchison (Universidad de Cambridge), este cáncer ha estado evolucionando durante estas dos décadas, con algunos linajes reemplazando a otros. El trabajo podría ayudar a salvar esta especie y a saber más sobre la evolución de cánceres convencionales que afectan al ser humano.

El cáncer DFT1 de los demonios de Tasmania se observó por primera vez en los noventa del pasado siglo y desde entonces se ha extendido por toda la isla gracias al comportamiento social o los mordiscos de estos animales. La infección es siempre fatal.

Los autores han analizado los genomas de 648 muestras tomadas entre 2003 y 2018. Encontraron que al principio el DFT1 se escindió en cinco clados o sublinajes. Dos de ellos desaparecieron, mientras que los otros tres continuaron extendiéndose. Luego uno de estos tres se dividió de nuevo.

Los investigadores han podido, además, levantar un mapa con la distribución de los distinto clados, lo que revela cómo estos animales dispersan este cáncer a través del ambiente en el que viven. Sus hallazgos apoyan los informes epidemiológicos que resaltan la importancia de la geografía en los movimientos de los demonios de Tasmania y en las transmisión de la enfermedad.

Los intentos de evitar la extensión de esta enfermedad también se ven reflejados en los datos. Un programa piloto que eliminaba los ejemplares infectados de su zona de origen es el responsable de una serie de reemplazamientos de sublinajes en una región aislada.

Los autores identifican múltiples tipos de inestabilidad genómica, incluyendo la duplicación y pérdida de genes o la ganancia o pérdida de cromosomas completos. Además, describen la frecuencia de la duplicación de todo el genoma lo que ha dado lugar a tumores tetraploides. Sin embargo, el grado de diversidad genética dentro de la población de tumores es pequeña comparada con la que se puede encontrar en un único tumor humano.

La población de demonios de Tasmania de ha hundido precipitamente debido al DFT1, algo que ahora se exacerbado debido a la aparición de un segundo cáncer facial contagioso (DFT2). Como consecuencia, esta especie está ya en peligro de extinción.

Según Murchison, los resultados de este estudio pueden ser una ayuda para los modelos epidemiológicos y de predicción que permitan administrar mejor las intervenciones en este ecosistema para así salvar a esta especie.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Foto: Maximilian Stammnitz