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Sobre los datos generados por los humanos

En una escala de tiempo geológica, la aparición de los datos asociados al ser humano serían como el impacto de un asteroide que precipita una extinción masiva y cambia cómo fluye la energía y cómo funciona la biosfera.

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Caleb A. Scharf (Columbia University) ha hecho recientemente un resumen de la tesis que mantiene en su último libro sobre el impacto que los datos humanos tienen sobre el medio.

Desde que aprendimos a escribir hemos plasmado nuestros pensamientos en arcilla, piedra, papiro o papel. Ahora también en dominios magnéticos o en silicio cristalino. Esta información o estos datos se han convertido en una parte integral de nuestra existencia y es algo único en toda la historia de la vida en el planeta. A la vez, tienen un impacto sobre nuestro entorno.

Así, los métodos tradicionales de gestión de la información no están exentos de emisiones y gasto de energía, pues el uso de sólo una página de papel equivale a quemar cinco gramos de carbón de alta calidad.

No obstante, el ascenso de la información digital, conduce a una serie de propuestas bastante sorprendentes y provocativas, según Scharf. Así, por ejemplo, se puede evaluar el impacto planetario que tienen esos datos y su manipulación. El uso de energía que tenemos hoy en día es aproximadamente seis o siete teravatios de producción de electricidad global promedio. Pues bien, alrededor del 3% al 4% de esa energía es usada por nuestra electrónica digital, computación, almacenamiento y movimiento de información. Las emisiones que ello conlleva ya son similares o incluso mayores que el transporte aéreo. Puede que el número no parezca tan malo, pero esto es así sólo si no consideramos la tendencia de crecimiento de nuestro mundo digitalizado.

Esta es tal que la digitalización requiere aproximadamente un 40 por ciento más de energía cada año. Incluso teniendo en cuenta hipotéticas mejoras en la eficiencia computacional y en la generación de energía, todo apunta a que en unos 20 años toda la energía que generamos actualmente en electricidad sea consumida únicamente por la electrónica digital.

Los dispositivos digitales, desde microprocesadores hasta discos duros, también son extraordinariamente exigentes en términos de su producción debido al profundo uso de materiales que requieren. Según Scharf, luchamos literalmente contra la segunda ley de la termodinámica para crear estas estructuras exquisitamente ordenadas de baja entropía a partir de materias primas de alta entropía.

¿Por qué exactamente estamos haciendo esto? Scharf propone que nuestra especie es única debido a nuestra coevolución con una gran cantidad de información exteriorizada a partir de lenguajes que se han mantenido hasta ahora solamente en estructuras neuronales a lo largo de muchas generaciones.

Desde un punto de vista simbiótico, si nos beneficiamos de esa información, esto significa que la información se beneficia también de nosotros y que tiende a propagarse y sobrevivir al estilo de memes, tal y como lo introdujo Dawkins en su día. Una vez que esa información y sus fundamentos algorítmicos estén en su lugar en el mundo, seguirá funcionando para siempre si puede, sean las enseñanzas de Lao Tse o las obras de Shakespeare.

Para Scharf estos textos no serían sólo memes, sino que serían más bien partes de un fenotipo humano extendido que tiene sus propios procesos y su propia capacidad para presionar al mundo que lo rodea y así tratar de asegurarse su supervivencia.

Scharf va más allá y sostiene que, en una escala de tiempo geológica, la aparición de los datos asociados al ser humano, o «dataoma», es como una invasión extraterrestre repentina o el impacto de un asteroide que precipita una extinción masiva, que cambia cómo fluye la energía y cómo funciona la biosfera.

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Fuentes y referencias:
Artículo en Scientic American [2]
Imagen: Pixabay.