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La medida de la conciencia no es tan simple

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La ciencia ficción describe la diferencia crucial entre robots y personas según el sentido de sí mismos. Pero según George Reeke las computadoras no han ni empezado a capturar la complejidad de la mente humana.
En un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences Reeke y sus colaboradores aplican la teoría desarrollada por Gerald Edelman para sugerir que la idea de que el cerebro humano es como una computadora es una peligrosa simplificación. Este investigador propone que la conciencia (¿o deberíamos de decir consciencia?) existe como un proceso dinámico que no puede ser programado en un computador de silicio con un algoritmo al uso.
En el artículo tratan de devaluar la analogía que dice que el cerebro funciona como una computadora, con redes y conexiones que transmiten la información de un lugar a otro. Reeke afirma que a diferencia de las computadoras el cerebro no está programado por nadie y tiene que apañárselas para que varias señales tengan sentido para él mismo a través de las interacciones con el mundo. Tiene que crear nueva información y no sólo procesar información antigua.
En particular estos investigadores arremeten con escepticismo contra una nueva teoría que propone que sólo un número denominado Φ puede cuantificar exactamente cuánta conciencia puede poseer un cerebro o una futura computadora, de la misma manera en que la velocidad de un chip Pentium puede ser medida en GHz. En su lugar proponen que se deben de considerar las diferentes dimensiones de la complejidad cerebral.
El análisis está basado en la teoría de la selección de grupos neuronales (TNGC en inglés) de Edelman, que mantiene que el cerebro no es un sistema instruccional, como los modernos ordenadores, sino que es seleccional, como el sistema inmunitario. Como un organismo o como una persona, el cerebro crece, se desarrolla, experimenta e interactúa con el mundo. Las conexiones neuronales en el cerebro se forman, se estabilizan, se destruyen y se reorganizan. El resultado es un sistema extremadamente flexible y adaptable que puede arreglárselas con la miríada de decisiones que una persona tiene que tomar incluso el día más normal, haciendo que sea muy difícil medir su esencia mediante su reducción a un simple número.
Según los autores medir la conciencia con un simple número es como medir la economía usando sólo producto interior bruto (PIB). Te dice cómo de grande es una economía, pero hay un montón de detalles económicos que no son capturados por el PIB. Sería lo mismo para la conciencia (el sentimiento de ser la propia persona, el sentimiento de poseer un pasado y de poder influir sobre el futuro) que tampoco puede, en modo alguno, ser definida con un simple número.
Aunque todavía queda mucho sin ser entendido acerca de la conciencia (y la TNGS deja muchos detalles todavía sin resolver sobre los que trabajar) los científicos podrán estudiarla mejor mediante el conocimiento de toda su complejidad y observando el desarrollo del aprendizaje, y no sólo a través de tener en cuenta las propiedades de lo que sería una red estática.
Dice Reek: “Ninguna de nuestras medidas actuales captura realmente la complejidad multidimensional de la conciencia, de cómo nuestro cerebro realmente funciona”

Referencia: Proceedings of the National Academy of Sciences 103(28): 10799-10804 (July 11, 2006)
Fuente: Rockefeller University. [1]