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La fertilización oceánica puede ser desastrosa

La fertilización oceánica con hierro haría proliferar diatomeas tóxicas productoras de neurotoxinas.

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Diatomeas del género Pseudo-nitzschia. Fuente: Brian Bill, NOAA.

Hace algún tiempo se propuso que una forma de luchar contra el calentamiento global consistiría en arrojar hierro al océano. La razón sería una supuesta carencia de este elemento en las aguas del mar que limitaría el crecimiento de seres fotosintéticos. Así, vertiendo hierro, el fitoplancton podría proliferar mucho más y tomar el exceso de dióxido de carbono. Sus cuerpos, al caer al fondo o ser comidos y defecados por otros seres fijarían el carbono en el fondo marino, carbono que antes estaba en la atmósfera produciendo efecto invernadero. No hace falta decir que esta idea de geoingeniería era bastante polémica. Ya se habían proyectado experimentos a gran escala en los que se iban a arrojar miles de toneladas de hierro cuando se demostró, como vimos por aquel entonces en NeoFronteras, que el sistema no era muy efectivo.
Ahora se ha demostrado que no solamente esta idea no sería efectiva, sino que además sería perjudicial, al menos según investigadores de University of Western Ontario.
La idea de la fertilización oceánica se basa en experimentos realizados en la década de los noventa cuando se comprobó que depositando cantidades muy pequeñas de hierro se producía una explosión de fitoplancton. Al parecer las aguas oceánicas son ricas en muchos nutrientes, pero son bastante pobres en hierro. Esto derivó hacia un proyecto, mucho más comercial, de regulación climática terrestre usando este método.
Pero en esta investigación reciente se ha demostrado que la fertilización con hierro aumenta las probabilidades de que se desarrollen diatomeas tóxicas. En concreto, las diatomeas afectadas por la fertilización pertenecerían el género Pseudo-nitzschia, un grupo de especies conocidas por producir la muerte y enfermedad de miles de mamíferos marinos y aves a lo largo de la costa de Norteamérica. En humanos produce lo que se llama amnesia por envenenamiento por moluscos. Frecuentemente las autoridades tienen que prohibir en primavera y verano la comercialización de este tipo de marisco debido a la presencia de este problema. La capacidad de producir neurotoxinas por parte de estos microorganismos se descubrió en la costa atlántica canadiense en 1987.
Se ha especulado con que un envenenamiento de este tipo causara el raro comportamientos de las aves en las costa californiana en 1961, incidente a partir del cual Alfred Hitchcock se inspiró para filmar “Los pájaros”, una película clásica de 1963 rodada en Bahía Bodega.
En una serie de experimentos realizados a bordo por estos científicos en el Golfo de Alaska se pudo comprobar que el enriquecimiento con hierro hacía que las poblaciones de este tipo de diatomeas doblaran el nivel de toxina en sus células, creando las condiciones para que las especies tóxicas tengan ventaja sobre las especies no tóxicas. Estos factores aumentan las posibilidades de daño ecológico de la fertilización oceánica.
También comprobaron que el añadido de trazas de cobre hacía aumentar aún más la concentración de toxina (ácido domoico) en los tanques en donde se hacían los experimentos.
Según Charles Trick, de University of Western Ontario, esto es una indicación más de que no somos los amos de la Naturaleza cuando intentamos manipulaciones ecológicas a gran escala. Cualquier secuestro positivo de carbono debe contrarrestar las evidentes consecuencias medioambientales que no habían sido tenidas en cuenta con anterioridad.
Para otros expertos del campo los resultados no son una sorpresa, pues en otros experimentos se vio que este tipo de diatomeas aparecían en abundancia, así que era de esperar que apareciera la toxina correspondiente tarde o temprano.
En otros artículos ya se relataba el aumento de este tipo de toxina en aguas oceánicas recogidas en mar abierto en donde se había experimentado con fertilización con hierro, aunque sin la realización de experimentos controlados como en este caso.
A pesar de todo, varias compañías pretenden vender créditos de carbono a cambio de este tipo de fertilización oceánica.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa de University of Western Ontario. [2]
Artículo original en PNAS (pdf). [3]
Más datos sobre fertilización oceánica. [4]
La fertilización del océano no arregla el efecto invernadero. [5]
Assmy, P., Henjes, J., Klaas, C. & Smetacek, V. Deep-Sea Res. 54, 340-362 (2007).
Marchetti, A. et al. J. Phycol. 44, 650-661 (2008).
Martin, J. H., & Fitzwater, S. E. Nature 331, 341-343 (1988).
Pollard, R. T. et al. Nature 457, 577-580 (2009).