Más datos sobre fertilización oceánica
Aunque un estudio demuestra que la fertilización natural del océano con hierro aumenta el secuestro de dióxido de carbono, no está claro que un sistema artificial pueda hacer lo mismo de forma razonable.
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Estos días aparecía en los medios de comunicación tradicionales una noticia sobre el permiso obtenido por una empresa para arrojar unas cuantas toneladas de hierro al mar y comprobar así si se puede absorber más dióxido de carbono de la atmósfera. La idea de geoingeniería que hay detrás es la posibilidad de mitigar el calentamiento global mediante el secuestro de este gas gracias a al fitoplacton marino. Aunque colocarnos a nosotros mismos como los guardianes del clima a través de este tipo de proyectos, tomando el testigo de lo que ha estado haciendo la Tierra durante miles de millones de años, es algo que no gusta a muchos, otros apoyan este tipo de ideas.
Este proyecto en concreto es, en particular, un tanto controvertido y hay argumentos tanto a su favor como en contra.
Recientemente se publicó un estudio que apoyaría en parte la idea de la fertilización oceánica. Los científicos británicos implicados estudiaron un fenómeno natural, mediante el cual se vierte hierro natural al mar, para ver el efecto de la fertilización y comprobar si efectivamente se fijaba más dióxido de carbono. El estudio, realizado a partir de los datos recogidos en la campaña del 2004-2005, fue dirigido por Raymond Pollard del National Oceanography Centre con la participación de, entre otros, de Matthew Charette, del Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI). Han descubierto que la fertilización natural parece aumentar la exportación de carbono al océano profundo.
Según los expertos la producción biológica en grandes áreas del Océano Antártico está limitada por el hierro. Este micronutriente es muy importante para el fitoplacton y su escasez limita el crecimiento de estos seres fotosintéticos, con lo que se absorbe menos dióxido de carbono.
En las islas Crozet (situadas a 2200 km de Sudáfrica) hay un aporte extra natural de hierro que genera un rápido crecimiento del fitoplancton y de la productividad. Las islas Crozet constituyen un laboratorio natural para estudiar este tipo de fenómenos. Cada primavera el agua alrededor de la isla norte experimenta una efervescencia de vida impresionante, cubriéndose con fitoplancton un área equivalente a la de Irlanda. Sin embargo, esto no sucede en la isla del sur.
Gracias a los análisis isotópicos los investigadores comprobaron que la razón de esta diferencia reside en la presencia de mayor cantidad de hierro en las aguas de la isla norte, que a su vez procede de la erosión de esta isla volcánica y de los sedimentos poco profundos que la rodena.
El fenómeno consigue exportar carbono de la capa superficial del mar de 100 m de grosor hasta las profundidades.
Estos científicos pudieron comprobar que este fenómeno ha conseguido almacenar carbono en los sedimentos marinos situados a 3000 m de profundidad, en una cantidad tres veces superior a los sedimentos situados en zonas pobres en hierro. Además estos sedimentos han estado acumulándose durante los últimos 10.000 años, por lo que constituyen un secuestro de dióxido de carbono a largo plazo.
Para que la idea de fertilización oceánica funcionara no basta con que haya una proliferación de fitoplacton, sino que además éste termine en parte almacenado en el fondo marino. Si así no sucede el carbono que pudiera haber absorbido se devolvería a la atmósfera otra vez y no se habría adelantado nada.
Algunos legitiman el vertido controlado de hierro (realmente un compuesto de hierro) de forma experimental para saber qué efectos tiene sobre la productividad y así ayudar a entender un proceso que, por otra parte, es más complejo de lo que parece. Su impacto negativo sería mínimo. Pero añadir hierro al mar en grandes cantidades puede dañar potencialmente la cadena alimenticia en su totalidad
Otra pega de la fertilización oceánica artificial es que su efecto sería mucho más reducido que lo que previamente estimado. Lo ideal sería que con muy poca cantidad de hierro se consiguiera secuestrar mucho dióxido de carbono. Según este estudio la razón carbono/hierro es unas 80 veces menor de lo pensado y se necesitaría mucho más hierro para realizar el proceso.
Además, una vez que el hierro ya no es el factor limitante pronto puede aparecer otro elemento o factor que limite este crecimiento.
Fuentes y referencias:
Nota en WHOI .
Nota de prensa de University of Portsmouth.
Artículo orginal (resumen).
La fertilización del océano no arregla el efecto invernadero.
9 Comentarios
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miércoles 4 febrero, 2009 @ 5:57 pm
Cada vez que leo sobre esta noticia, no se si estoy en contra o a favor de esta idea. Por un lado, me parece una aberración, ya que hacer proliferar cierta parte de la biodiversidad de una zona es, sin lugar a dudas, perjudicial, ya que si crecen unos mas, estarán impidiendo que otros crezcan, lo cual puede llevar a, en el peor de los casos, la extinción de especies, tanto de algas, plantas y, en general, el fitoplacton, e igualmente extrapolable al resto de las cadenas tróficas por los mismos motivos. lo ideal sería poder saber cual seria el aporte de hierro optimo, para que todos los componentes de la biodiversidad de la zona pudiesen aumentar en igual medida, sin perjudicarse unos con los otros. Sinceramente, creo que es completamente imposible hoy en día, ya que ni siquiera sabemos exactamente cuantas especies componen la biodiversidad de zonas amplias, pues constantemente se están descubriendo nuevas especies, así pues, no podemos saber si les afectara o no. También esta el inconveniente de que ciertos compuestos de hierro pueden ser asimilados de maneras muy diversas por los organismos, así que ya no seria liberar simplemente el compuesto de hierro que quieren liberar, creo que es un tipo de sulfato, sino hacer estudios de las zonas a fertilizar sobre todos y cada uno de los organismos, y ver, digamoslo así, las velocidades de absorción de los distintos compuestos de hierro, y luego hacer «abonos» específicos para cada zona, para lo cual, sigo creyendo que hoy por hoy estamos completamente incapacitados.
Con lo cual, aunque me ponga a favor de este tipo de practicas, no las veo viables, y, cuando menos, aunque fuesen viables, no creo que se fuesen a poner fondos suficientes para poder hacer esto a corto plazo.
Simplemente por ponernos en el supuesto de que se apoyasen dichos proyectos, creo que una solución sería intentar sacar provecho a este tipo de practicas, intentando luego obtener el co2 que se secuestra para la obtención de biocombustibles, así, por lo menos, se despertaría la curiosidad de cierto sector, por lo general, bastante capacitado para aportar el dinero que haría falta para subvencionar este proyecto sin problemas.
jueves 5 febrero, 2009 @ 4:34 am
El fitoplancton es un organismo marino que se nutre de fotosíntesis, por lo tanto, su proliferación no indica que le vaya a destruir la cadena trófica de manera directa, ya que se nutre justamente de la fuente.
A simple vista se podria decir que una proliferación de fitoplancton puede llevar a una proliferación del resto de las especies, de todas maneras es un factor desestabilizador y es imposible saber las consecuencias que esto puede acarrear.
Coincido en que deberían realizar experimentos en zonas aisladas para eliminar la mayor cantidad de variables y sacar alguna conclusión coherente.
Y respecto a que puede que no sea viable como forma de sacarnos de la crisis climática, es cierto, pero dado en el estado en que estamos, creo que se deberían llevar a cabo todas las prácticas posibles en diferentes campos, desde captura de CO2 en este caso, el sembradío de nubes con cristales de sal vaporizados que reflejan la luz solar al espacio exterior (Discovery Channel) implementación de políticas para la reducción de emisiones de industrias hasta campañas en pos del uso de bicicletas en ciudades.
Necesitamos hacer un esfuerzo todos, de todas las formas posibles, ya que no va a surgir ninguna idea mágica.
jueves 5 febrero, 2009 @ 4:37 am
Se te escapó una N en la palabra «rodea» quedando «rodena».
jueves 5 febrero, 2009 @ 7:46 am
En general, creo que el hombre ha llegado a una situación en la que no tiene otra opción que tomar en sus manos el destino del planeta. Es decir, influir en él de manera consciente, al haberse dado cuenta de que lo ha modificado para mal sin pretenderlo.
Pero, indudablemente es peligroso. Entonces las investigaciones previas han de ser exhaustivas.
Y, sin lugar a dudas, hay que disminuir la población. Es el único remedio seguro e inocuo.
Un afectuoso saludo.
jueves 5 febrero, 2009 @ 1:40 pm
efeqdb: el fitoplacton marino no es un organismo, sino un conjunto de ellos, en el que se encuentran una gran variedad de algas microscópicas como las diatomeas, cianobacterias, dinoflagelados… por lo tanto, una proliferación masiva de, digamos, algas rojas (uno de los componentes del fitoplacton) debido a la adición de fertilizantes al mar, podría ocasionar que este tipo de algas liberasen al medio toxinas, algo que, por otro lado, pasa en la naturaleza constantemente en los afloramientos marinos, matando a, no solo otras especies componentes del fitoplacton, sino a organismos superiores como peces, al introducirse en las branquias, cetáceos, al ingerir agua contaminada, organismos filtradores, organismos que se alimentan de filtradores.. y así sucesivamente. Esto es lo que pasa en la naturaleza en dichos afloramientos, aunque al ser en momentos puntuales, debido a condiciones especiales y en pequeñas regiones, no tiene mayor repercusión. ahora bien, si fertilizásemos grandes superficies como lo que pretenden…
Coincido con tomas en que una de las soluciones más viables sería reducir la población humana, ya que la capacidad de carga de la tierra ha sido sobrepasada clara y sobradamente.
martes 10 febrero, 2009 @ 7:23 pm
themoucho: es cierto, gracias por aclararme, tengo el defecto de opinar de cosas sobre las que no se lo suficiente.. de todas maneras la idea era que hacerlo gradualmente y con los experimentos previos adecuados puede no terminar en desastre.
Y lo de la población, es cierto, lo ideal sería que haya menos de las 6.700 millones que hay hoy, pero no es muy viable reducir la población.
viernes 3 abril, 2009 @ 1:39 pm
Emilio ha enviado un enlace en el que se explica el fracaso de esta idea:
http://fogonazos.blogspot.com/2009/03/no-contaban-con-el-copepodo.html
Al parecer la noticia procede de New Scientist.
viernes 3 abril, 2009 @ 1:41 pm
Es lo que tiene la ciencia… Hasta que no haces el experimento…
Aunque ya había demasiadas sospechas de que esta idea no funcionaría.
viernes 3 abril, 2009 @ 1:50 pm
pongo aquí el FRACASO espantoso que han sufrido los que pensaban forrarse con la “idea”
http://fogonazos.blogspot.com/2009/03/no-contaban-con-el-copepodo.html
Al final…a las algas se las come un crustáceo, al que se comen luego otros crustáceos, al que se comen luego las ballenas… y el CO2… sigue donde estaba.
En fin, de ideas peregrinas está el mundo científico lleno :)
Saludos!