Cambio climático y relojes atómicos
El cambio climático está empezando a alterar la forma en la que los humanos miden el tiempo cronológico, de tal modo cada vez será más difícil saber exactamente qué hora es.
Los segundo intercalares son introducidos por los humanos desde 1972 en nuestro sistema cronológico para ajustar bien la hora para conciliar la hora oficial de los relojes atómicos con la basada en la inestable velocidad de rotación de la Tierra. Desde entonces se han añadido 27 segundos intercalares.
Un análisis publicado en Nature el pasado 27 de marzo sostiene que el derretimiento de los casquetes polares está ralentizando la rotación de la Tierra hasta tal punto que la introducción del siguiente segundo intercalar se retrasará tres años.
«Se ha derretido suficiente hielo como para mover el nivel del mar lo suficiente como para que podamos ver que la velocidad de rotación de la Tierra se ha visto afectada», dice Duncan Agnew (Instituto Scripps de Oceanografía en La Jolla, California).
Según su análisis, el calentamiento global hará retroceder la necesidad de otro segundo intercalar de 2026 a 2029. Los segundos intercalares causan tantos estragos en la informática que los científicos han votado a favor de deshacerse de ellos, pero no hasta 2035. Los investigadores temen especialmente el próximo segundo intercalar, porque, por primera vez, es probable que sea un segundo negativo omitido, en lugar de uno adicional agregado.
Los metrólogos no saben bien cómo afrontar que falte un segundo y muestran su preocupación, aunque, en teoría daría más problemas meter un segundo intercalar que no meterlo, el problema no es tan sencillo. Eso sí, el que que no haya que introducir este segundo no deja ser un síntoma grave de la enfermedad climática a la que hemos sometido a nuestro planeta, nuestra único hogar posible en todo el Cosmos.
Durante milenios, la gente medía el tiempo utilizando la rotación de la Tierra, pero, desde 1967, los relojes atómicos han servido como cronometradores mucho más precisos. Los relojes atómicos marcan mejor el tiempo que la Tierra porque son estables durante millones de años, mientras que la velocidad de rotación del planeta varía. Hoy en día, un conjunto de alrededor de 450 relojes atómicos define la hora oficial en la Tierra (Tiempo Universal Coordinado o UTC) y los segundos intercalares se utilizan cada pocos años para mantener la hora UTC sincronizada con el día natural del planeta.
El día terrestre no es constante, de hecho la rotación de la Tierra es cada vez más lenta debida al efecto de marea de la Luna. La Luna gana distancia a la Tierra y esta pierde energía de rotación. Los análisis de sedimentos antiguos sugieren que hace 1400 millones de años el día tenía una duración de solo 19 horas. Este efecto natural es muy lento, pero aún así explica, por ejemplo, por qué los eclipses de hace 2000 años se registraron en momentos del día diferentes a los que esperaríamos teniendo en cuenta la velocidad de rotación actual.
No es el único fenómeno que afecta la rotación de la Tierra. también lo hace la fricción entre las aguas del océano y el fondo marino y cambios en la distribución de masa del planeta alrededor de su superficie. Incluso los terremotos pueden afectar el giro. Así, por ejemplo, el terremoto de magnitud 9,1 que sacudió Indonesia en 2004 alteró la superficie terrestre de tal manera que hizo que la Tierra girara un poco más rápido.
En escalas de tiempo más cortas los fenómenos geofísicos hacen que la tasa de rotación también fluctúe. En estos momentos, el ritmo al que gira la Tierra se está viendo afectado por las corrientes en el núcleo líquido del planeta, que desde los años 1970 han provocado que la velocidad de rotación de la corteza exterior aumente. Esto ha significado que se necesiten segundos intercalares adicionales con menos frecuencia.
En su análisis, Agnew utilizó modelos matemáticos para separar las contribuciones a la rotación de estos fenómenos conocidos sobre la introducción de segundos intercalares. El análisis de Agnew encuentra que esto podría suceder más tarde de lo que se pensaba anteriormente, debido al cambio climático.
Los datos de los satélites que levantan mapas de gravedad de la Tierra muestran que desde principios de la década de 1990, el planeta se ha vuelto menos esférico y más aplanado debido a que parte del hielo de Groenlandia y la Antártida se ha fundido y el fenómeno ha movido masa desde los polos hacia el ecuador. Debido a la conservación del momento angular de todo sólido en rotación, esto significa que el planeta gira un poco más despacio. Agnew descubrió que sin el efecto de fusión del hielo se necesitaría un segundo intercalar tres años antes de lo que se predice ahora.
El problema es que en la sociedad actual tan tecnificada, la introducción o no de segundos intercalares fuera de plan provoca fallos importantes en los sistemas informáticos. Un segundo intercalar negativo podría ser aún peor, pues no hay explicación para ello en todos los programas informáticos existentes.
Agnew espera que este fenómeno nuevo impulse a algunas personas a actuar. En palabras de este investigador, la humanidad ha hecho algo que afecta, de manera mensurable, la velocidad de rotación de toda la Tierra. «He estado ocupándome del cambio climático durante mucho tiempo y puedo preocuparme bastante sin necesidad de esto, pero es otra forma más de impresionar a la gente sobre lo importante que es esto», dice.
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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Foto: CC: Pexel/Monte en el medio del cuerpo de agua.
1 Comentario
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domingo 31 marzo, 2024 @ 9:00 am
Es decir que la velocidad de rotación de nuestro paneta está influida tanto por fenómenos previsibles -mareas y consecuente alejamiento lunar- como por imprevisibles -terremotos- en ambos casos como, ejemplo. A estos hay que añadir otros varios de casi imposible -o realmente imposible- valoración, como la evolución del núcleo y, seguramente, el movimiento de las placas tectónicas. Aparte, y por si fuera poco, añadimos la fusión de los hielos polares que, al trasladar masa hacia el ecuador, ralentizan la rotación. Ante tantas causas, creo que el único remedio es ir siguiendo las variaciones en el giro y actuar cuando se crea conveniente, añadiendo o no ese segundo; o sea que la decisión de añadir o no deja de ser más o menos previsible, para convertirse en ocasional.
¿Y no habría manera de que los programas informáticos admitieran la elasticidad temporal suficiente para seguir este ritmo que no seremos capaces de modificar?