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Estrellas tipo M y vida

Una estrella tipo enana roja no es tan peligrosa como parece para la vida en un planeta próximo.

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Impresión artística del sistema de Gliese 581. Foto: ESO.

Quizás porque hemos leído muchas novelas de ciencia ficción o hemos visto demasiadas películas, queremos que haya vida ahí fuera, en otros planetas alrededor de otras estrellas. Además, queremos que sea abundante, porque así tendríamos más posibilidades de encontrarla. Nos gustaría conocer a otros seres, saber qué nos hace humanos a nosotros y/o a todos. O saber, simplemente, qué es la vida. Con sólo un planeta conocido en la zona habitable que contiene vida (la Tierra), la estadística que tenemos es muy reducida. Nuestra estrella (el Sol) es una estrella poco común (aunque corriente) de tipo G, pero hay muchos otros tipos de estrellas. Quizás pueda haber vida alrededor de otros tipos de estrellas.
Emulando la ecuación de Drake podemos intentar calcular las posibilidades de que haya planetas propicios para la vida alrededor de otras estrellas, aparezca o no finalmente la vida en ellos. La mayoría de las estrellas de nuestra galaxia (un 70%) son estrellas enanas de tipo M. Son estrellas rojizas, pequeñas y más frías que el Sol. La posibilidad de que haya vida cerca de estas estrellas es interesante no solamente por su abundancia, sino por la duración de estas estrellas, que se estima entre unos 40.000 millones a unos 100.000 millones de años, mucho más de los 10.000 a 15.000 millones de años asignados a una estrella como el Sol. Esto da a la vida un amplio margen temporal para que evolucione. ¿Se imagina lo que puede dar de sí la evolución en 100.000 millones de años?
Pero si calculamos la región en la que es posible que haya agua líquida en un planeta que orbite alrededor de una de estas estrellas nos sale que es una región estrecha y cercana a la misma. Esto tiene dos inconvenientes.
El primer inconveniente es que probablemente tanta cercanía a la estrella haga que el periodo orbital y de rotación se sincronicen y que el planeta presente siempre la misma cara a su sol. En una primera aproximación podemos pensar que esta cara se freiría y la opuesta se congelaría. Modelos climáticos recientes sugieren, sin embargo, que si hay atmósfera es posible la vida en un lugar así. Según esos modelos una tormenta tropical bloquería la luz solar en la cara iluminada y los vientos y océanos distribuirían el calor. Una franja entre las dos caras sería muy propicia para la vida.
El segundo inconveniente sería la radiación solar, sobre todo durante las tormentas solares y durante los primeros miles de millones de años de la evolución estelar de una estrella de tipo M. Se creía que es radiación esterilizaría cualquier proyecto de vida.
Ahora, un estudio dice que es posible que la vida sobre un hipotético planeta de este tipo esté protegida de las dañinas radiaciones ultravioletas de su estrella.
Las estrellas de tipo M tienen potentes campos magnéticos que provocan fuertes eyecciones masivas coronales que llegan a hipotéticos planetas cercanos en forma de protones (viento solar). Además, se producen fuertes emisiones de lesivos rayos ultravioletas (UV).
Antigona Segura, de la Universidad Nacional Autónoma de México, ha simulado con un modelo computacional cómo hubiera afectado una tormenta solar de 1985 de la estrella AD leonis a un hipotético planeta habitable a situado a 0.16 UA. Esta distancia es menos de la mitad de la distancia de Mercurio al Sol.
La simulación, cuyos resultados se publican en Astrobiology, indican que una estrella tipo M no es tan peligrosa como parece para la vida. Cuando la radiación UV incide en la atmósfera planetaria disocia las moléculas de agua produciendo oxígeno libre que es transformado el ozono y este ozono protege la vida de esas mismas radiaciones. De este modo, la radiación UV crea más moléculas de ozono que las que destruye. En un hipotético planeta de ese tipo no se sentiría más UV que en un típico día soleado sobre la Tierra.
Además AD Leo es una estrella joven, con menos de 300 millones de años, siendo una de las más activas. El estallido de 1985 fue 1000 veces más enérgico que un estallido típico de nuestro sol. Así que esto da bastante margen para la vida en otras estrellas de este tipo.

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Fuentes y referencias:
Noticia en Science. [2]