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Los suelos en peligro

Los suelos de este planeta se encuentran bajo una amenaza nunca vista antes y es vital mostrar su vital importancia a la hora de soportar la vida.

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La irracionalidad e ignorancia humana son demasiado evidentes. Nos guiamos por nuestros sentimientos y tomamos acciones en función de ellos. Así por ejemplo, nos sentimos conmovidos por la muerte de un perrito, pero no lo hacemos por los millones de animales que pueblan el mundo natural y que extinguimos todos los días. Cada vez que sale una noticia sobre el maltrato de un animal doméstico hordas de internautas piden la tortura y ejecución del ser humano culpable de la acción, en una muestra más de fanatismo absoluto. Pero esas mismas personas contaminan, no respetan el medio ambiente y no mueven un dedo sobre el teclado para defender el mundo natural.
Pero en esto hay incluso categorías. Una mascota cualquiera está por encima de cualquier animal en peligro de extinción, pero incluso entre éstos se favorecerá a un oso panda, pero la serpiente no le importará a casi nadie. Muchas veces, los ecólogos, sabedores de esta tara nuestra, intentan proponer especies paraguas para así salvar otras especies menos simpáticas. Proteger su hábitat es proteger el hábitat de muchas otras.
Nuestra percepción de la importancia de cada especie está mal calibrada. Así por ejemplo, sin las abejas, abejorros y otros polinizadores no tendríamos que comer, pero no hacemos nada por tratar de limitar el uso de insecticidas y otras sustancias que los dañan.
El escalón por debajo de todos esos animales lo ocupan las plantas. Incluso para personas informadas e inquietas, las plantas tienen menos interés que otros seres más animados. Sin embargo, no hace falta recordar que sin plantas no habría animales ni humanos.
Pero si queremos bajar un escalón aún más profundo en la escala del desprecio humano por el mundo natural podemos ya tocar tierra, es decir, el suelo que pisamos cuando vamos al campo (el asfalto y otras superficies artificiales no valen para lo que vamos a contar). No somos conscientes de la importancia del mismo.
Hace miles de millones de años, cuando todavía no se había conquistado tierra firme sólo había rocas. El suelo fértil sobre el que crecen nuestros bosques y cultivos lo ha creado la propia vida terrestre, aunque también hayan participado las fuerzas geológicas. Allí no sólo hay sustancias minerales, sino toda una comunidad de microorganismos y criaturas pequeñas que lo mantienen sano y productivo. Si queremos saber a qué nos enfrentaríamos si ponemos en peligro el suelo sólo necesitamos echar un vistazo a esos países donde la erosión ya lo ha destruido. En sitios como Afganistán y otros lugares del globo, donde hay guerras, pobreza y violencia también hay problemas de erosión, desertificación y destrucción ecológica. No es casualidad, de hecho, un análisis sencillo nos lleva a la conclusión de que en los lugares donde hay ese tipo de problemas ecológicos hay graves problemas políticos. Y es que sin suelo no hay agricultura y, por mucho que creamos que podemos vivir de la industria, las manzanas no salen de ninguna cadena de producción.
Valga esta pequeña introducción para introducir los estudios sobre este tema realizado por Steve Banwart, del Kroto Research Institute, y de otros investigadores similares. Según él, los suelos de este planeta se encuentran bajo una amenaza nunca vista antes y es vital mostrar su vital importancia a la hora de soportar la vida.
Este investigador colabora en un programa internacional de investigación denominado Observatorios de Zonas Críticas (CZOs) financiado por la NSF norteamericana y la Comisión Europea.
En algunas partes del mundo la pérdida de suelo y la erosión están muy por encima del ritmo natural al que se forma el mismo y el impacto de la actividad humana está reduciendo la capacidad del suelo de producir comida, almacenar carbono, filtrar contaminantes del suministro de agua potable y mantener la necesaria biodiversidad.
Sólo debido al aumento de demanda de comida la agricultura intensiva por sí sola pondrá bajo una gran tensión a los suelos del planeta en las próximas décadas y el cambio climático añadirá aún más desafíos.
Los suelos son el corazón de las “zonas críticas” de la Tierra y son el soporte de la vida en este planeta, desde el dosel de las selvas tropicales al fondo de los acuíferos de agua dulce que mantienen a la humanidad. Este proyecto de investigación es un imán internacional en el que participan expertos multidisciplinares a lo largo de todo el globo y pretende que sus esfuerzos se combinen para así solventar los desafíos del suelo.
Hay más de 30 grupos en diferentes países del mundo que ya están trabajando juntos. Una de las metas de este esfuerzo internacional es el desarrollo de modelos matemáticos para predecir cómo cambiará el suelo y los servicios que proporciona según la humanidad intensifique el uso del mismo.
Esto se podría hacer buscando métodos alternativos de cultivo, calculando sus efectos y encontrando soluciones antes de que el suelo se deteriore.
Una de las claves que se han identificado a la hora de acelerar este esfuerzo investigador es una mayor colaboración internacional entre los programas nacionales de cada país. Se calcula que si llegamos al 2050 las necesidades de comida se habrán doblado, así que se necesita disponer de capacidad operacional en este proyecto en sólo una década como máximo.
Según Banwart el desafío es claro y necesitamos métodos de pronóstico riguroso para cuantificar y usar mejor el capital del suelo para así mantenerlo, extenderlo y determinar cómo se puede invertir su declive.
Un último apunte, la ciencia del suelo se denomina Edafología.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa. [2]
Artículo original. [3]
Foto de cabecera: Universidad de Florida.