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¿Cambiaron los aborígenes el clima de Australia?

Según un modelo climático los aborígenes australianos cambiaron el clima de la región por culpa de sus prácticas de quema de pastos.

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Cuando los europeos llegaron a la Australia del siglo XVII observaron una curiosa práctica agrícola. En muchas partes del norte de la isla continente los aborígenes rutinariamente quemaban la pradera en la que crecía hierba y vegetación durante los fríos meses de la estación seca, entre los monzones de invierno.
Esta quema controlada intentaba ayudar a estimular el rebrote en la siguiente estación lluviosa. Pero según un nuevo estudio esta práctica podría haber producido, inadvertidamente, que el seco verano fuera aún más cálido y seco de lo normal.
Ya se sabía gracias a estudios previos que esta práctica de quema había ayudado a la extinción de algunas especies de la megafauna australiana, incluyendo varios especies de canguros, wombats y otros marsupiales (los marsupiales y monotremas eran casi los únicos mamíferos de Australia antes de la llegada del hombre blanco). Sin embargo, no se sabía si estas práctica habían afectado el clima de la región. Las simulaciones realizadas previamente estaban limitadas a los principales meses de estación lluviosa.
Michael Notaro, de la Universidad de Wisconsin, y sus colaboradores elaboraron un modelo computacional que tenía en cuenta estas prácticas de quema y han comprobado que afectaba a la estación previa y posterior al monzón, así como durante el mismo. En sus simulaciones incorporan la interacción entre el mar, la tierra firme, la atmósfera y las plantas.
Corrieron simulaciones en las que estaban o no estaban presentes las plantas del 20% del área del norte de Australia, algo que se correspondería a las actividades de quema de los aborígenes, y compararon los resultados obtenidos
Los resultados, publicados en Geophysical Research Letters, revelan cambios sustanciales en el clima de noviembre a diciembre. La cantidad total de precipitación disminuía 30 mm. Aunque esta cantidad de agua parezca escasa, las lluvias del premonzón ocurridas en esos meses son vitales para la recuperación ecológica de la región después de una estación seca que dura 8 meses. Según otros expertos, estas lluvias son de suma importancia y su retraso o debilitamiento afecta a muchas cosas, como la supervivencia de la reserva de semillas del suelo.
El efecto de esta quema puede deberse en parte a la disminución en la densidad de cobertura vegetal al final de la estación seca, que reduce la cantidad de humedad del suelo que es bombeada a la atmósfera sobre la región. Como resultado se produce una menor humedad y una disminución de las precipitaciones.
Además de este efecto en la disminución de la humedad de las capas superficiales del suelo, se produce una menor evaporación posterior con lo que las temperaturas sobre la región aumentan 0,57 grados centígrados.
No obstante, habrá que esperar a la confirmación de estos resultados y contrastarlo con datos paleoclimáticos reales. Datos de los que se carece en la época anterior a la llegada de los aborígenes a Australia (hace 55000 años).
La isla continente de Oceanía no ha podido sufrir más desde que llego el hombre. Aunque los aborígenes ya eran culpables de algunas extinciones, la llegada del hombre blanco fue aún peor. La introducción de especies como el conejo, la rata o el gato hizo y hace estragos en los frágiles ecosistemas australianos. Quizás la pérdida reciente más importante fue la del lobo marsupial, del que se conservan incluso películas de algún ejemplar encerrado en cautividad.
Las talas y las prácticas agrícolas y ganaderas del hombre occidental tampoco han ayudado a la recuperación de Australia, que en su mayor parte es poco más que un desierto. Incluso hoy en día parte de sus bosques milenarios están sin proteger. La madereras eliminan ejemplares centenarios únicos sin que la autoridades muevan un dedo y pese a la presión de los grupos conservacionistas.
Los problemas de erosión y desertificación son tales que, según Jared Diamond (autor de “Colapso”), Australia ya no puede mantener por sí misma la población que la habita de manera sostenible. Sin el resto del planeta y el comercio moderno, muchos de sus habitantes se morirían de hambre. Pese a las quemas, los aborígenes han sobrevivido durante 55000 años en un lugar tan complicado como Australia. Es difícil imaginar que el hombre moderno pueda vivir durante ese lapso de tiempo en ese lugar.
En ese lugar o el planeta entero. La pregunta que este estudio nos debe de inspirar es la siguiente: ¿Si unos aborígenes cambiaron el clima de su región quemando sólo unos pastos, qué estaremos haciendo nosotros ahora con nuestras emisiones y contaminación en el planeta Tierra? La respuesta ya la sabemos, pero parece que no la queremos oír.

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Fuentes y referencias:
Noticia en Science. [2]
Artículo original. [3]
Foto: Lindsay Brown / Lonely Planet.