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Nuevas estrategias contra la malaria

Nuevas estrategias en la lucha contra la malaria implican modificar los insectos portadores en lugar de eliminarlos.

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Mosquito Anopheles stephensi.

La malaria causa muchas muertes y daños al año en los países tropicales y subtropicales. Con el aumento de la temperatura global es además probable que esta enfermedad se propague a otros países y regiones.
El 40% de la población mundial vive en áreas en donde la malaria es endémica y cada año se producen de 300 a 500 millones de casos de infección de esta enfermedad. Un millón de personas mueren anualmente, principalmente bebés, niños y mujeres embarazadas, la mayoría en África.
Esta enfermedad es transmitida por mosquitos y es causada por un protozoo (el eucariota Plasmodium falciparum), que es capaz de burlar nuestro sistema inmunitario. En una primera aproximación podemos decir que, en realidad, es un parásito unicelular.
Hasta al momento no hay una vacuna realmente efectiva contra esta enfermedad, aunque hay algunas aproximaciones que son prometedoras. Si alguien viaja a alguno de esos países durante un breve periodo de tiempo puede tomar la profilaxis contra la malaria que, básicamente, es un producto químico que afecta al parásito. Este tratamiento tiene efectos secundarios, no es totalmente efectivo y no puede ser tomado indefinidamente. Por esta razón, la única escapatoria que pueden tener ahora los habitantes de esos países es evitar se picados por los mosquitos con mosquiteras o repelentes de insectos. Estas medidas pueden servir además para evitar muchas otras enfermedades mediadas por mosquitos como el dengue (enfermedad causada por varias cepas de virus) y para el cual tampoco hay vacuna de momento (se espera tener una para 2015).
Una aproximación para rebajar las infecciones de malaria es atacar el propio mosquito, en concreto a las muchas especies que la transmiten (no todas lo hacen). Hace décadas se usó insecticida, principalmente DDT, para controlar la población de mosquitos, pero esto produce graves daños al ecosistema y a la cadena alimenticia.
Desde hace tiempo se está investigando el uso de aproximaciones más inteligentes. Los mosquitos que transmiten la malaria también padecen la enfermedad, pues el parásito pasa de la sangre que chupa el insecto a su organismo y finalmente a las glándulas que producen la “saliva” que inyectan para evitar la coagulación de la sangre de sus víctimas [1] [1]. Como el insecto sufre la enfermedad, si se consigue un mosquito que no la padezca y se suelta en el medio natural estará en ventaja adaptativa respecto a los demás y tarde o temprano la evolución hará que sean los mosquitos dominantes. Naturalmente es de esperar que el plasmodio también evolucione, pero mientras tanto se pueden evitar muchas infecciones.
Hace unos meses científicos de UC Irvine y del Instituto Pasteur consiguieron una versión modificada genéticamente del mosquito Anopheles stephensi (propagador de la malaria en India y oriente medio) [2] [2].
Esta modificación genética se puede transmitir a las siguientes generaciones. Además, según estos investigadores, el método empleado para crearlo puede ser aplicado a distintas especies de mosquitos.
Los investigadores infectaron ratones con la versión humana de la malaria y éstos crearon anticuerpos. Entonces estudiaron los componentes moleculares de esta respuesta inmune y modificaron genéticamente mosquitos para que la incorporaran en su sistema inmunitario.
Observaron una completa eliminación de infecciones en estos mosquitos por lo que se podría, en teoría, bloquear la transmisión de la malaria.
El último de estos estudios en ser publicado trata de usar la flora bacteriana del sistema digestivo del insecto para evitar la transmisión del parásito [3] [3].
Cada vez que un mosquito pica a un animal con malaria ingiere células sanguíneas, pero junto a ellas van cinco o menos esporas del plasmodio llamadas ostocitos. Si el mosquito consiguiera eliminar estas esporas no se infectaría, pero no suele ser así.
El aparato digestivo del mosquito es complicado y en él también residen bacterias que ayudan en el proceso digestivo (como también sucede en el nuestro). Investigadores del Johns Hopkins Malaria Research Institute pensaron que quizás se pudieran introducir bacterias en dicho órgano que digieran las esporas del plasmodio y con ello evitar la infección de los mosquitos y, por tanto, de las personas a las que pudieran picar.
Así que modificaron genéticamente la bacteria Pantoes agglomerans, que normalmente vive en el aparato digestivo del insecto, para que produjera proteínas que destruyen los ostocitos. Esta bacteria, además, puede propagarse de manera natural entre la población de mosquitos como lo hace su versión natural.
Esta aproximación no requiere modificar genéticamente los mosquitos portadores de la enfermedad (vectores en el argot médico). Hay más de 100 especies distintas de mosquito que son vectores de la enfermedad y modificar genéticamente todos ellas exige mucho trabajo y tiempo. Esta nueva aproximación parece más universal y los resultados son prometedores. En las dos especies de mosquitos en las que se ha ensayado la bacteria modificada se consiguió suprimir la población de plasmodios en un 98%, tanto en la especie Plasmodium falciparum que ataca humanos como Plasmodium berghei que ataca a los roedores.

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