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Catálogo sobre envejecimiento

Un catálogo sobre el envejecimiento en diversas especies animales y vegetales desafía lo asumido hasta ahora por las teorías tradicionales.

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Dijo alguien un vez que el ser humano no puede ser totalmente feliz porque es mortal y lo sabe. Afortunadamente no pensamos en esto todo el tiempo, pero hay que ser conscientes de que la vida es preciosa, un regalo que podemos perder en cualquier momento. Si no hay accidentes de por medio al final envejecemos tanto que terminamos muriendo. Si hay algo más deprimente que la propia muerte es ver cómo perdemos nuestra juventud, cómo nuestro cuerpo se va deteriorando y un porcentaje de nuestras sensaciones consisten en dolor.
Desde siempre el ser humano se ha preocupado por saber cómo podría retrasar el envejecimiento y normalmente se basaba en el pensamiento mágico para conseguirlo. Nunca se encontró la fuente de la eterna juventud.
Ahora la ciencia investiga a otros seres vivos y los manipula para alargar sus esperanzas de vida. Algunos grupos de investigación han conseguido alargar la vida de levaduras, nematodos o ratones usando distintas técnicas.
Otra manera es ver qué pasa en la Naturaleza. Hace poco vimos en estas mismas páginas que algunas almejas vivían medio milenio, cómo otros seres vivían decenas de miles de años clonándose a sí mismos y cómo otros eran literalmente inmortales. La variedad sobre este asunto en la Naturaleza es enorme y no siempre nos deberíamos fijar en aquellos que baten plusmarcas. Una mosca de la fruta vive unos días, mientras que una hidra puede vivir siglos. Pero no sólo es importante cuánto se vive, sino el ritmo al que se muere.
La realidad es que, pese a que el tema está moda, no hay una explicación coherente que explique la disparidad en longevidad de las especies, tampoco una explicación evolutiva.
Recientemente se ha publicado un catálogo de 46 especies en donde se analiza su mortalidad y ratios de fertilidad. En concreto se han estudiado 11 mamíferos, 12 vertebrados no mamíferos, 10 invertebrados, 12 plantas vasculares y un alga verde.
El estudio, que es el primero en su clase, ha sido realizado por investigadores del Instituto Max Planck de Rostock (Alemania) y el Centro Max Planck de Investigación sobre el Envejecimiento de Odense (Dinamarca).
Las teorías tradicionales afirman que la probabilidad de morir aumenta con la edad, pero el hecho de que esto parezca suceder con los humanos no implica que suceda en otras especies. Según este estudio, para el manglar blanco o para la tortuga del desierto la probabilidad de morir disminuye con la edad. Además, el estudio desafía las teorías convencionales sobre los periodos de fertilidad.
Según este catálogo los mamíferos están entre los organismos que tienen un cambio abrupto en su mortalidad, mientras que a las plantas (que tiene una mortalidad relativa más baja) les pasa todo lo contrario. Aves e invertebrados se encuentran entre medias distribuidos al azar.
La explicación tradicional afirma que los seres vivos sólo invierten en su autoconservación hasta que se reproducen con éxito y cuidan de su descendencia hasta que esta es independiente. La razón sería que no hay incentivos evolutivos para que pase de otra manera. Pero, siguiendo con esta línea de pensamiento, la conclusión es que cuando los periodos de fertilidad tocan a su fin, entonces el cuerpo tiene que decaer en un proceso al que podemos considerar envejecimiento.
Para los humanos sólo la primera parte es cierta, pues la mortalidad de la mujer aumenta una vez da a luz a su descendencia, pero, sin embargo, los humanos vivimos mucho tiempo después de que ya no nos podamos reproducir. Incluso hay muchos humanos que conservan un buen estado de salud hasta que llegan a abuelos y su probabilidad de morir es relativamente pequeña. Sólo a edad avanzada es cuando la mortalidad crece rápidamente. Así por ejemplo, en mujeres japonesas de 100 años la mortalidad alcanza más de 20 veces su esperanza de vida promedio.
Esto hace de los humanos una rareza. Ninguna otra especie en este catálogo tiene una curva de mortalidad que aumente tan rápidamente. Incluso en otros mamíferos la tasa de muerte alcanza no más de 5 veces su esperanza de vida promedio. No se sabe cómo la evolución desarrolló estas diferencias tan grandes, lo que constituye todo un misterio.
Quizás los casos más raros se dan en dos grupos de especies en los que el concepto de envejecimiento es justo al revés de lo que predice la teoría evolutiva. Por un lado están los seres cuya mortalidad permanece constante a través de toda su vida, como la hidra o el cangrejo ermitaño. Sus cuerpos no parecen degenerar durante su vida, lo que se podría interpretar como una ausencia de envejecimiento.
Además, hay otras especies cuya probabilidad de morir decrece con la edad, como la gorgonia roja (un coral), la tortuga del desierto o la encina Quercus rugosa. Obviamente la probabilidad de morir nunca llega a ser cero, pero cuando estos seres son viejos tienen más probabilidad de sobrevivir que cuando son jóvenes.
Este catálogo también niega que las especies con un corto periodo de vida mueran antes porque envejezcan rápido, esto significaría que su mortalidad aumenta fuertemente a lo largo de su vida. Sin embargo, a algunas les pasa justo lo contrario, como en el caso del topillo de la tundra. La mortalidad de esta criatura aumenta moderadamente hasta que alcanza 2 veces su esperanza de vida promedio cuando es viejo. Pero, de todos modos, este animalillo rara vez vive más de dos años.
Cada vez es más frecuentemente los humanos vivan más cien años, a pesar de que el riesgo de morir aumenta fuertemente a avanzada edad hasta ser más de 20 veces su esperanza de vida promedio.
Según uno de los investigadores implicados, Owen Jones, lo más sorprendente es que no se puede imaginar un patrón sobre este asunto que no esté en la Naturaleza. Esto sugiere una vasta diversidad de estrategias en la Naturaleza respecto al envejecimiento.
Este resultado se aplica tanto a la mortalidad como a la fertilidad. Mientras que las mujeres dejan de ser fértiles a mitad de sus vidas, la fertilidad del vencejo real (Tachymarptis melba, en la foto) aumenta sin cesar a lo largo de su vida. Lo mismo le pasa al babuino amarillo, que tiene descendencia toda su vida.
Una de las razones por las que no hay una buena teoría sobre el envejecimiento es porque se tenían datos de sólo de un limitado número de especies y esto introducía un sesgo. Había datos de mamíferos y aves, pero pocos de otros vertebrados. Y muy pocos datos de hongos o algas.
Pero se pueden poner pegas a este estudio. Está el problema de que en la Naturaleza muchos seres no se muere por culpa del envejecimiento, sino porque los seres vivos son depredados o sufren alguna enfermedad. El problema de este estudio es que no parece tener en cuenta el ambiente, pero el concepto de envejecimiento también tendría que tener en cuenta la capacidad de relacionarse adecuadamente con el ambiente. Un ser envejecido y torpe es una presa más fácil para un depredador.
El caso es que el mundillo académico se resisten a ceder terreno respecto a la teoría tradicional y niegan las conclusiones de este estudio, aunque los datos aportados por el mismo son muy significativos.
Para poder llegar a una teoría sobre el envejecimiento mejor se necesitan más datos y tener en cuenta el ambiente. Ya veremos qué pasa en los próximos años.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa. [2]
Artículo original. [3]
Foto de cabecera: Wikipedia.