Catálogo sobre envejecimiento
Un catálogo sobre el envejecimiento en diversas especies animales y vegetales desafía lo asumido hasta ahora por las teorías tradicionales.
Dijo alguien un vez que el ser humano no puede ser totalmente feliz porque es mortal y lo sabe. Afortunadamente no pensamos en esto todo el tiempo, pero hay que ser conscientes de que la vida es preciosa, un regalo que podemos perder en cualquier momento. Si no hay accidentes de por medio al final envejecemos tanto que terminamos muriendo. Si hay algo más deprimente que la propia muerte es ver cómo perdemos nuestra juventud, cómo nuestro cuerpo se va deteriorando y un porcentaje de nuestras sensaciones consisten en dolor.
Desde siempre el ser humano se ha preocupado por saber cómo podría retrasar el envejecimiento y normalmente se basaba en el pensamiento mágico para conseguirlo. Nunca se encontró la fuente de la eterna juventud.
Ahora la ciencia investiga a otros seres vivos y los manipula para alargar sus esperanzas de vida. Algunos grupos de investigación han conseguido alargar la vida de levaduras, nematodos o ratones usando distintas técnicas.
Otra manera es ver qué pasa en la Naturaleza. Hace poco vimos en estas mismas páginas que algunas almejas vivían medio milenio, cómo otros seres vivían decenas de miles de años clonándose a sí mismos y cómo otros eran literalmente inmortales. La variedad sobre este asunto en la Naturaleza es enorme y no siempre nos deberíamos fijar en aquellos que baten plusmarcas. Una mosca de la fruta vive unos días, mientras que una hidra puede vivir siglos. Pero no sólo es importante cuánto se vive, sino el ritmo al que se muere.
La realidad es que, pese a que el tema está moda, no hay una explicación coherente que explique la disparidad en longevidad de las especies, tampoco una explicación evolutiva.
Recientemente se ha publicado un catálogo de 46 especies en donde se analiza su mortalidad y ratios de fertilidad. En concreto se han estudiado 11 mamíferos, 12 vertebrados no mamíferos, 10 invertebrados, 12 plantas vasculares y un alga verde.
El estudio, que es el primero en su clase, ha sido realizado por investigadores del Instituto Max Planck de Rostock (Alemania) y el Centro Max Planck de Investigación sobre el Envejecimiento de Odense (Dinamarca).
Las teorías tradicionales afirman que la probabilidad de morir aumenta con la edad, pero el hecho de que esto parezca suceder con los humanos no implica que suceda en otras especies. Según este estudio, para el manglar blanco o para la tortuga del desierto la probabilidad de morir disminuye con la edad. Además, el estudio desafía las teorías convencionales sobre los periodos de fertilidad.
Según este catálogo los mamíferos están entre los organismos que tienen un cambio abrupto en su mortalidad, mientras que a las plantas (que tiene una mortalidad relativa más baja) les pasa todo lo contrario. Aves e invertebrados se encuentran entre medias distribuidos al azar.
La explicación tradicional afirma que los seres vivos sólo invierten en su autoconservación hasta que se reproducen con éxito y cuidan de su descendencia hasta que esta es independiente. La razón sería que no hay incentivos evolutivos para que pase de otra manera. Pero, siguiendo con esta línea de pensamiento, la conclusión es que cuando los periodos de fertilidad tocan a su fin, entonces el cuerpo tiene que decaer en un proceso al que podemos considerar envejecimiento.
Para los humanos sólo la primera parte es cierta, pues la mortalidad de la mujer aumenta una vez da a luz a su descendencia, pero, sin embargo, los humanos vivimos mucho tiempo después de que ya no nos podamos reproducir. Incluso hay muchos humanos que conservan un buen estado de salud hasta que llegan a abuelos y su probabilidad de morir es relativamente pequeña. Sólo a edad avanzada es cuando la mortalidad crece rápidamente. Así por ejemplo, en mujeres japonesas de 100 años la mortalidad alcanza más de 20 veces su esperanza de vida promedio.
Esto hace de los humanos una rareza. Ninguna otra especie en este catálogo tiene una curva de mortalidad que aumente tan rápidamente. Incluso en otros mamíferos la tasa de muerte alcanza no más de 5 veces su esperanza de vida promedio. No se sabe cómo la evolución desarrolló estas diferencias tan grandes, lo que constituye todo un misterio.
Quizás los casos más raros se dan en dos grupos de especies en los que el concepto de envejecimiento es justo al revés de lo que predice la teoría evolutiva. Por un lado están los seres cuya mortalidad permanece constante a través de toda su vida, como la hidra o el cangrejo ermitaño. Sus cuerpos no parecen degenerar durante su vida, lo que se podría interpretar como una ausencia de envejecimiento.
Además, hay otras especies cuya probabilidad de morir decrece con la edad, como la gorgonia roja (un coral), la tortuga del desierto o la encina Quercus rugosa. Obviamente la probabilidad de morir nunca llega a ser cero, pero cuando estos seres son viejos tienen más probabilidad de sobrevivir que cuando son jóvenes.
Este catálogo también niega que las especies con un corto periodo de vida mueran antes porque envejezcan rápido, esto significaría que su mortalidad aumenta fuertemente a lo largo de su vida. Sin embargo, a algunas les pasa justo lo contrario, como en el caso del topillo de la tundra. La mortalidad de esta criatura aumenta moderadamente hasta que alcanza 2 veces su esperanza de vida promedio cuando es viejo. Pero, de todos modos, este animalillo rara vez vive más de dos años.
Cada vez es más frecuentemente los humanos vivan más cien años, a pesar de que el riesgo de morir aumenta fuertemente a avanzada edad hasta ser más de 20 veces su esperanza de vida promedio.
Según uno de los investigadores implicados, Owen Jones, lo más sorprendente es que no se puede imaginar un patrón sobre este asunto que no esté en la Naturaleza. Esto sugiere una vasta diversidad de estrategias en la Naturaleza respecto al envejecimiento.
Este resultado se aplica tanto a la mortalidad como a la fertilidad. Mientras que las mujeres dejan de ser fértiles a mitad de sus vidas, la fertilidad del vencejo real (Tachymarptis melba, en la foto) aumenta sin cesar a lo largo de su vida. Lo mismo le pasa al babuino amarillo, que tiene descendencia toda su vida.
Una de las razones por las que no hay una buena teoría sobre el envejecimiento es porque se tenían datos de sólo de un limitado número de especies y esto introducía un sesgo. Había datos de mamíferos y aves, pero pocos de otros vertebrados. Y muy pocos datos de hongos o algas.
Pero se pueden poner pegas a este estudio. Está el problema de que en la Naturaleza muchos seres no se muere por culpa del envejecimiento, sino porque los seres vivos son depredados o sufren alguna enfermedad. El problema de este estudio es que no parece tener en cuenta el ambiente, pero el concepto de envejecimiento también tendría que tener en cuenta la capacidad de relacionarse adecuadamente con el ambiente. Un ser envejecido y torpe es una presa más fácil para un depredador.
El caso es que el mundillo académico se resisten a ceder terreno respecto a la teoría tradicional y niegan las conclusiones de este estudio, aunque los datos aportados por el mismo son muy significativos.
Para poder llegar a una teoría sobre el envejecimiento mejor se necesitan más datos y tener en cuenta el ambiente. Ya veremos qué pasa en los próximos años.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4288
Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original.
Foto de cabecera: Wikipedia.
16 Comentarios
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lunes 16 diciembre, 2013 @ 2:25 am
No podemos ser inmortales, pero no estaría nada mal, llegar a vivir 300 años. Además estaría muy bien tener etapas muy cortas de infancia y madurez-vejez. Y una etapa de juventud muy larga. Una infancia hasta los 16 años, una juventud como la que tenemos cuando tememos 20 años, que se prolongue en el tiempo 200 años, y una vejez que dure 2 décadas. O mejor aun, no envegecer nunca, así uno siempre estará guapo, y no se vera feo, arrugado, rechazado, y solo. Además, sabiendo que ya queda poco.
Ser consciente de nuestra muerte, es una maldicion. Para que luego digan que la sabiduría es felicidad y la ignorancia es fuente de tristeza y de personas miserables y despreciables, como afirma un hermano que cree en el budismo, la religión científica o filosofía científica de la vida.
Yo en cambio, creo que la mente verdaderamente feliz de verdad, son la mente sencilla. Quienes conocen 3 o 4 cosas y a correr por el mundo. Si se traban en alguna cosa, y ya no pueden seguir adelante, adquieren un poco mas de conocimiento, se destraba, y a seguir adelante… Además, son personas que no le dan vueltas a las cosas, no se preocupan mucho, y no se obsecionan con las cosas o ideas.
Sobre esto de la muerte, y el paraíso posterior que le aguarda a uno después, para quien quiera pensar en otra vida u otra oportunidad mas duradera. No creo gen tal paraíso o infierno, para siempre, ni siquiera en otros mundos o universos paralelos, como hablan hindúes y budistas. O en el nirvana o la fusión con el todo, al salir del ciclo de la rueda de la vida, como si se tratara del juego de la oca o de la escalera. Un ciclo en espiral.
Ahora también se esta hablando de transformar al ser humaNo en un ciborg, mediante implantes, como display regionales o nanobots, para recrear sensaciones simuladas de la realidad virtual, tocar hologramas, como si fuesen objetos o personas reales, para comunicación remota, confección del cuerpo a internet, o para prolongar artificialmente la vida media… Como adelanta las gafas de realidad aumentada, no me convence.
También se habla de recrear una realidad virtual, con los ordenadores cuanticos, donde podamos volcar nuestra mente en ella, y continuar viviendo en esta realidad años después de nuestra muerte física, como un habitante mas, sin saber nada del mundo físico, ni que en realidad, llevamos muerto muchos años atras, como retrataba la película Matriz.
lunes 16 diciembre, 2013 @ 5:18 pm
Si ahora estamos cerca de la superpoblación imaginad si viviésemos 1000 años. Hay que dejar sitio a los siguientes o emigrar al espacio. Muchas películas tratan ese tema.
De todos modos alargar la vida no soluciona el problema, sólo lo pospone, cuando llegasemos a 800 años también estaríamos preocupados.
Y muchos animales también se entristecen cuando sienten que se van a morir.
lunes 16 diciembre, 2013 @ 7:47 pm
El problema es que pese al esfuerzo de los profes de Matemáticas la gente piensa linealmente. Pero, por mucho que algunos quieran, la raíz cuadrada de una suma no es la suma de las raíces cuadradas, por ejemplo.
Igual pasa con la función exponencial, la gente no quiere entenderla.
Asumiendo un crecimiento de población exponencial para los humanos, y teniendo en cuenta que después de una edad ya no se reproducen da igual que la gente viva 100 o 1000 años, pues la superpoblación está garantizada. Las nuevas generaciones sobrepasan en número a las antiguas, por lo que el peso de las antiguas no es tan importante.
Aquellos que crean que sus vidas son demasiado largas o penosas siempre pueden poner fin a las mismas. Lo absurdo es que los que así opinan generalmente creen en un vida inmortal en el más allá, lo que es una contradicción.
lunes 16 diciembre, 2013 @ 8:35 pm
Para el caso de los humanos y el abrupto incremento de muerte en la edad avanzada, no estará esto más relacionado con el papel «retardador» o conservador de la vida que otorgaría la medicina sometiendo males que van apareciendo en el transcurso de la vida y que no pasan a mayores antes de la vejez, además de regulares prácticas de higiene?, pero que un día cualquiera durante la vejez el organismo presenta alguna disfunción irreversible en razón de su decaimiento natural y sobreviene la muerte. Lo anterior obviamente es una generalización de un perfil de humanos «civilizados», habría que ver de donde provienen los datos de la muestra que resultan en las observaciones de este trabajo.
Por otro lado parece que a mayor especialización y diversificación de tejidos en el mundo vivo la ocurrencia de la vejez sea más evidente, y en razón de esta diversidad celular aumente la probabilidad de falla de alguno o varios de estos tejidos vivos, claro, esto último habría que probarlo, si alguien sabe de algún estudio relacionado haría bien en ilustrarnos. Gracias
miércoles 18 diciembre, 2013 @ 5:08 pm
Los organismos vivos funcionan con muchas moléculas reguladoras de una infinidad de cosas que empezamos a rascar. De una célula pluripotente se genera un organismo entero y prácticamente acabado, y esto en un tiempo récord. Por qué esto es así,no lo sabemos. No tenemos la más pajolera idea de cómo se originó este mecanismo (donde sea aplicable) y en respuesta a qué presiones y en base a qué vías disponibles. Y el envejecimiento de los organismos tiene que estar, forzosamente, relacionado con esto. A mayores, también estos organismos diferencian su fase infantil de la adulta, lo que a su vez implica otra serie de cambios estructurales (constitucionales) y de nuevo, en breve tiempo considerando la duración total del individuo (el ser humano engaña mucho en esto, porque es quien tiene el período de infancia y adolescencia más largo, con enorme diferencia).
Si algo tan importante como esto no se incardina en cómo evoluciona globalmente el individuo, no es de extrañar que no sepamos por dónde andamos. Lo de la eterna juventud es como tantas cosas, otra n-ésima tontería cultural, producida por frustraciones de nuestras experiencias vitales. Nadie en su sano juicio querría vivir con un cuerpo de adolescente, y en general no tiene tantas ventajas como se suele decir (lo de «juventud, divino tesoro», debe ser más bien porque la vejez limita la capacidad de hacer burradas, aunque desde luego no la anula), otra cosa es que como ahora son los objetivos del marketing de consumo, se cree un paradigma social, que en último término responde a criterios de acumulación de capital (oh, qué novedad).
jueves 19 diciembre, 2013 @ 5:22 pm
Lo que comenta Neo acerca de quejarse de lo mala que es esta vida fiándolo todo para la vida futura, es algo que menciona Punset en «El viaje a la felicidad»: según el autor, hasta hace poco la vida era tan corta, penosa y frágil, que no tenía mucho sentido hablar de felicidad. La dicha quedaba pospuesta para después de la muerte, frases tan populares como «la vida es un valle de lágrimas» o «la vida son cuatro días» dan buena fe de lo arraigado que estaba (y aún sigue estando) este tipo de enfoque.
Punset continúa su razonamiento diciendo que al aumentar la esperanza de vida de 40 años a más de 80, hemos comenzado a disfrutar de un tiempo que antes no teníamos y a plantearnos conseguir la felicidad aquí y ahora, y hace referencia a una frase que leyó en un grafiti:
Is there a life before death? (¿Hay vida ANTES de la muerte?)…un enfoque muy diferente al de nuestros mayores y ancestros para los que la pregunta importante era si hay otra vida DESPUÉS de la presente.
Vivimos el doble, nos hemos librado de una gran parte de las enfermedades, viajamos más rápido y con aire acondicionado, tenemos alguna oportunidad de ascender en el estrato social…y sin embargo, las depresiones y suicidios han aumentado. Se ha intentado explicar diciendo que para los habitantes de tribus primitivas la supervivencia no está garantizada y el sólo hecho de conseguir comida y sobrevivir es equivalente a felicidad. En el caso de los ricos, el simple hecho de tener un abanico más amplio de opciones genera la duda de escoger la más adecuada y también genera infelicidad.
A lo mejor tiene razón Melendi en su canción «Somos» cuando dice «no sabemos qué queremos y, aún así, reivindicamos», pero ¿acaso sería mejor volver al pasado?…
jueves 19 diciembre, 2013 @ 9:43 pm
La gente que vivía poco era la del pueblo llano, se puede ver fácilmente que reyes, altos nobles, grandes sacerdotes tenían esperanzas de vida mucho más altas (lo cual debía influir en la forma que eran percibidos por la sociedad), por tanto habría que fiar los datos de las esperanzas de vida, que si ya es complicado estimarlos globalmente es más difícil por clases y grupos sociales (en algunas sí es relativamente sencillo). En general, la miseria es la causante de los problemas, y se acumula sobre todos los demás.
El origen de la vida más allá de la muerte para mí tiene otro origen, aunque no es incompatible con el que sugieres. En mi opinión, si una persona llega a tener una cierta perspectiva de la vida la idea de la muerte se relativiza mucho, nadie quiere morir «antes de tiempo» (y posponer este todo lo posible), pero llega un momento que la idea de la muerte se acepta. Los niños tienen un concepto incompleto y difuso, en la adolescencia impacta, y después se estabiliza. Pero yo creo que el origen de la creencia en la vida ultraterrena más bien radica en el dolor que supone la pérdida de seres queridos. Es una experiencia brutal, y en las épocas que hablas la gente moría como moscas, lo cual exacerbaría los sentimientos: igual que muchas muertes no importarían o no producirían impacto emocional, otras serían mucho más devastadoras que hoy en día -hasta el punto que la historia recoge en el pasado más casos de muerte por pena o como diríamos hoy, depresión a escala brutal. Es muy difícil seguir viviendo con la idea de que personas que han significado una parte importantísima de tu vida, si no un pilar fundamental, han desaparecido no sólo de tu vida, sino del mundo físico para siempre.
Fíjate que el temor a la propia muerte es coyuntural: un día que uno está enfermo, que va a una batalla, que hay una hambruna, son momentos puntuales que además ofrecen una salida (pues por ejemplo, pisotear a tus semejantes). Pero el dolor físico y emocional de las pérdidas es muy diferente, y nada puede resolverlo. Excepto pensar que están en alguna parte.
Esa película tan extraña, como muchas de las que se hacen de 25 años para aquí, «El sexto sentido», que en general es tramposa y fullera, no obstante es una película que sabe jugar muy bien con las emociones (de forma chabacana si es necesario), en el estilo de la escuela de Spielberg, que fue el primero que se dio cuenta que podía tratar al espectador como un subnormal que no pasaba nada (al contrario). No obstante, siempre hay diamantes en medio de la piara, esa peli la vi en YouTube y no hace mucho, porque alguien no pudo verla y me dijo si le hacía el favor de verla y contársela. Vale, me quedo, de toda la película, con una frase: la que le dice el niño monstruito al impresentable de Ramón Langa, digo Bruce Willis, el día que sabe que no volverá a verlo nunca más: ¿podemos hacer como si mañana volviéramos a vernos de nuevo? aunque ambos sepamos que eso es falso. Es una forma de despedirse que me dejó pensando.
Y seguro que alguien que sabe más de cine que yo (que no es difícil) me dirá que está plagiada de alguna otra parte.
viernes 20 diciembre, 2013 @ 9:21 am
La noción del tiempo vivido puede ser, si fueran conscientes, muy distinta en función del tamaño de los seres vivos. Los impulsos nerviosos en una mosca de la fruta de, pongamos 3mm, tienen que recorrer muy poco camino hasta llegar a su cerebro si lo comparamos con nosotros, unas 500 veces menos, de promedio . Eso significa que su cadencia de impresiones nerviosas es como 500 veces más rápida que la nuestra ( y explicaría por qué es tan difícil atrapar una mosca…) En el intervalo en que nuestro cerebro procesa una información ( por ejemplo movimiento), la mosca puede procesar quinientas. Vamos, que mientras yo levanto la mano, el bichejo además de verla, ha escrito un comentario como éste y lo ha corregido un par de veces. Con esta premisa, el tiempo vivido por nuestra mosquita ( tres días ?) es quinientas veces más activo y rico que el nuestro y su corta vida equivaldría a unos 1.500 días de actividad humana ( solo es una aproximación burda, sin deamasiados detalles) , más de cuatro años… que para su tamaño no está mal. Aparte de otros considerandos, tal vez lo expuesto sirva como aproximación a un punto de vista relativista sobre el tiempo y la edad. El ritmo también cuenta. Saludos.
viernes 20 diciembre, 2013 @ 5:53 pm
La razón de ser complicado (relativamente) el atrapar a una mosca creo que no radica en lo que dices -porque además, hay animales del mismo tamaño que son facilísimos de capturar, aparte que se mueven con sorprendente parsimonia-, sino en el sistema de procesamiento visual de las moscas. El sentido humano de la vista, hablo de memoria, procesa imágenes, diríamos, a unas 20 frames por segundo de ahí que el cine o la tele (o las actuales encapsulaciones audiovisuales, más propiamente hablando), con 24-40, nos engañen dándonos la impresión de que son un movimiento continuo, cuando en realidad son una sucesión muy rápida de imágenes estáticas. Las moscas procesan imágenes a una velocidad muchísimo mayor, no recuerdo ahora, tan alta que «ven» encenderse y apagarse los viejos tubos de descarga (de las cocinas), que se encienden y apagan con la cadencia de la corriente alterna (en España, 50 veces por segundo, dado que la corriente cicla a 50 Hz). Esto no pasa con las bombillas electrónicas de bajo consumo que incrementan esta frecuencia para dar una curva de luz menos parpadeante.
Obviamente las moscas están evolutivamente adaptadas a escapar, de ahí que lo hagan tan bien. No tienen alternativa, si fallan.
Respecto a la perspectiva del tiempo, tu teoría implica que un Braquiosaurio, que tenía un centro neuronal auxiliar medida la columna vertebral porque el tiempo de ida y venida de la señal nerviosa hasta el cerebro podría causarle problemas de reacción, debería vivir a cámara lenta, y lo cierto es que trotaba con cierta alegría. Demasiada, diría yo, para las toneladas que desplazaba el bicho.
sábado 21 diciembre, 2013 @ 1:07 am
Querido Dr. Thriller:
Me gustaría hacer algunas consideraciones acerca de lo que has ido comentando.
Mencionas lo larga que es la adolescencia en nuestra especie: ciertamente, hasta el punto que se considera que el cerebro sólo madura hasta los 14 años de edad. A partir de ahí no es que dejen de producirse cambios, sino que el tipo de personalidad ya está definido…realmente nunca dejamos de ser adolescentes.
También quisiera aclarar que lo que comento en el 6 no es una hipótesis acerca de cómo se originó el pensamiento trascendente o religioso.
Dices en el 5: «Nadie en su sano juicio querría vivir con un cuerpo de adolescente»…bueno, sentido común es lo que menos tenemos y yo nunca he tenido claro que esté en mi sano juicio, a lo sumo «cuerdo de atar», pero me apuntaría de inmediato. Y no sólo con cuerpo de eterno adolescente: si me propusiesen un tratamiento para vivir 200 años más con el cuerpo de una persona de 80, también firmaba. Por comentarios anteriores que recuerdo, creo que Neo y «tomás» también se incluirían en esa lista de cuerdos de atar.
Abrazos.
sábado 21 diciembre, 2013 @ 7:46 pm
Miguel Angel, te pillé xD
Si tienes un cuerpo de adolescente, lo tienes para todo. Para la inestabilidad emocional, para la confusión de aprendizaje, para el exceso hormonal y para todo lo demás, incluyendo la inmadurez y la inseguridad de regulador hormonal. Me tomo la libertad (igual me columpio) de que tú a lo que te apuntarías es a «estar como ahora -o mejor que ahora- pero con un cuerpo de adolescente», es decir, ventajas aye inconvenientes nay.
Eso es realidad virtual xD. Ya la hay disponible en videojuegos, y tal vez algún día en una conexión neuronal directa, tipo holocubierta de Estartrec.
Además, no se puede vivir el amanecer todo el día. Ni la mañana, ni la tarde ni la noche. Para eso, tenemos el concepto de la vida como videojuego, que se llama reencarnación. Game over, start again.
Lo de vivir 200 años ya es otra historia. Está claro que no sabemos si existe algún impedimento teórico para prolongar tanto la vida, y tal vez haya medios. En cualquier caso, en todo el registro de historia escrita, oral, real o mítica, tenemos casos de vejez prematura, incluso tan cruel como en la niñez, pero no conozco ningún caso ni de Matusalenes ni de reversiones biológicas, en absolutamente ni un sólo caso, que entre literalmente los billones con b que deben haber sido, pues…
Afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias.
domingo 22 diciembre, 2013 @ 9:05 am
Si, me apunto, querido Miguel Ángel, a pesar de las consideraciones de Dr. Trhiller. Las mías son que, con los años, se acumulan problemas, preocupaciones y dolencias.
Eso tratando el tema de forma muy general, porque las excepciones han de ser muy variadas. Quien haya pasado calamidades o carencias, estará feliz de haberse librado de ellas con los años; otros han pasado una adolescencia feliz y la rememoran con los queridos amigos del antiguo bachiller. Sé que no es así pero podría aplicársele una etimología macarrónica latina: a = sin, dol= dolor y escencia = algo así como disposición u ordenación -paralelo a «inflorescencia»-. Ello me llevaría a un organismo organizado para vivir sin dolor. No es cierto, pero viene al caso. No me atrevo a decirlo en italiano porque sería autobombo.
Abrazos.
domingo 22 diciembre, 2013 @ 12:04 pm
No me mateis xD
Creo que es ad+alesco > adolescens, y alesco > alō (alimentar, fomentar, hacer florecer, que desarrolle) + ēscō (sufijo «llegar a ser, convertirse, fijarse como», vg. floresco, senesco (por cierto > senescal), re+crudesco, etc.). O sea, que tragas como una lima xD.
Pero Tomás, una cosa es pasar una vejez sin dolores, sin fatigas, sin excesivas limitaciones físicas, con salud, y otra muy distinta tener pulsiones hormonales desenfrenadas las 24 h del día. Supongo que ambas cosas están teóricamente al alcance de la ciencia (desde luego la primera opción ya está siendo conquistada, y se ha avanzado muchísimo), y honestamente, lo primero es razonable y es una violación natural más que justificada. Lo segundo necesito argumenteos más de peso que los que se han puesto para poder considerarla.
Además, ahora se suprime el dolor y la limitación cuando se puede, de forma real, y física. Que en el pasado se recurría a la realidad virtual, o sea, analgésico de primera generación (habitualmente láudano a chorros, allá va el hígado ATPC, o rapé -o sea, opio -morfina- en bruto).
domingo 22 diciembre, 2013 @ 12:54 pm
Las novelas de espías a veces se basan en que un adulto se deja corromper y pasa información al enemigo (sabiéndolo o no) gracias a las artes seductoras de una bella espía rusa. Así que la cuestión hormonal está siempre ahí, que cada cual la cuantifique y que mida su resistencia a la tentadora belleza. Efectivamente, la cuestión biológica está siempre ahí y no sólo en la adolescencia. Nuestro yo, nuestro pensamiento, nuestro ser es inseparable de nuestro cuerpo.
Lo que se plantea sobre un cuerpo de adolescente es algo puramente teórico sin ninguna posibilidad de verosimilitud. Un mero ejercicio mental. Dicho esto, no se trata de volver hacia atrás en el tiempo, sino de revertir el envejecimiento. Las hormonas pueden condicionar, pero no desaparecería la experiencia vivida. Un adolescente está sometido a las hormonas, pero también a la ignorancia sobre el mundo que le rodea. Además, si las hormonas son un problema con unas pastillitas se soluciona, si se desea.
Tampoco consiste todo en ser feliz (sea lo que sea eso), pues la felicidad es un estado. La vida consiste en muchas cosas más que también proporcionan satisfacción. Incluso las que no lo hacen nos dan un punto de comparación o referencia y siempre nos pueden proporcionar más sabiduría. También todo depende de lo que hagamos con nuestras vidas. Sólo nosotros podemos dotar a nuestra vida de un sentido. El conflicto surge cuando son los demás los que lo intentan sobre nuestras vidas.
No creo que sea posible alargar la vida sin que aparezcan otros tipos de problemas de salud. Nuestro cuerpo está en equilibrio inestable y la inmortalidad humana es una quimera ahora y siempre.
Dicho lo cual y puestos a soñar, ¿qué hay de malo en vivir más y con mejor calidad de vida? Es increíble que haya gente que le ponga pegas a eso. Si la vida les supone un carga que se suiciden y ya está.
Quizás es lo que dijo la zorra sobre las uvas: «No están maduras».
lunes 23 diciembre, 2013 @ 9:06 am
No estoy nada puesto en etimología y, además, sigo sin poder acceder a mis libros, -entre los que se encuentra el Diccionario etimológico de Corominas que siempre ha sido el remedio de mis consultas-, pero creo recordar que adolescente tiene la misma raíz que adulto. Dr. Thiller afina mucho más en lo que dice así que, sin más averiguación le creo a pié juntillas (¿No debería ser «a pies juntillos»?.
Sí que es mero ejercicio mental, pero la elección dice mucho -al menos a grandes rasgos- de quien la hace. Por mi parte envidio -sin desearle nada malo a no ser que sea picona maligna- a la medusa Turritopsis dohrnii descrita en el artículo del 14-11 «Un bivalvo de 507 años». Incluso me parecería bien pasar la infancia en una colonia, por aquello de hacer amigos y amigas y sobre todo por repetir la vida una y otra vez. ¡Vaya suerte que tiene! Pero claro, el que haya nacido y vivido sufriendo, no querrá saber nada de eso. ¿O sí? Sinceramente no lo sé. Yo he pasado tres veces por peligros de muerte absolutamente inminentes, pero ahora, en realidad tengo achaques soportables y hago cosas que llenan mi vida. Estudio todo lo que cae en mis manos, escribo, que es mi pasión -aunque no lo que desearía de verdad, teatro sobre todo-. Lamento no haber progresado en matemáticas a pesar de la recomendación de mi querido amigo «lluís», para poder tratar con él, con Neo y alguno más, aunque fuese a menor escala. Amo y soy amado, aunque eso último me asombra. ¿Qué más se puede pedir? También tengo hondas preocupaciones por los seres más queridos, pero no está en mi capacidad mas que acompañarlos en su periplo.
Uno de ellos -no el principal- es mi padre que el otro día me dijo como quien pide explicaciones: Bueno, pero yo ¿cuando me muero, pues? Textualmente, como se habla en mi pequeña ciudad aragonesa. Me dejó pensativo porque está saludable. Le gusta una de sus cuidadoras y me hace llevarle cada día un bombón para recibir un beso de premio. A lo que él responde con un «guapísima».
Bueno, no os quiero dar más la vara con más cuestiones personales, que esto no es un consultorio. Perdón; se me va la mano y anular lo escrito me parece mal.
Otra vez perdón -o mejor mil perdones-, y hasta otra.
lunes 23 diciembre, 2013 @ 9:21 am
Vuelvo a pedir perdón, pero es que no puedo evitar consideraos amigos íntimos con los que puedo hablar de cualquier cosa. De estos, en realidad no tengo ninguno. Claro que sois un conjunto y quizás ahí está la clave. Sois -o somos- un montón que tiene mucha unidad en la diversidad. Igual podemos hablar de ciencia -lo más normal- que salirnos del guión -como he hecho-. En fin, eso: otra vez me excuso.