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Primer candidato a exoluna

Detectan un evento de microlente gravitatoria compatible con la existencia de una exoluna.

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Hace ya un tiempo publicábamos en NeoFronteras una noticia sobre las expectativas que había acerca de que la misión Kepler pudiera detectar exolunas. Aunque todavía es posible que entre los datos recabados por este telescopio estén los de una posible exoluna, el hecho de que ya no pueda continuar con su misión original y que la luz de las estrellas sean más inestable de lo que se creía hace que la posibilidad de encontrar una exoluna sea reducida.
Este asunto de las exolunas, sobre todo si son habitables, despierta la imaginación de la gente debido a que es un tema tratado en la ciencia ficción. Así por ejemplo, la segunda luna de Endor en “El Imperio Contraataca” o Pandora en la más reciente “Avatar” son precisamente imaginarios satélites naturales que orbitan planetas gigantes gaseosos.
No tenemos ni idea de cómo puede ser una luna habitada de este tipo. Nuestra imaginación, que siempre se basa en cosas familiares, cocina diversos elementos para reconstruir esos mundos fílmicos. Aquellos que hayan paseado fascinados entre las secuoyas antediluvianas del norte de California o hayan contemplado como los dinoflagelados en suspensión de los mares tropicales emiten luz al romper el agua reconocerán algunos elementos usados en estas dos películas. Incluso la última ha inspirado un polémico proyecto para vender plantas modificadas genéticamente para ser luminiscentes.
Esas ideas de lunas habitadas chocaban hasta hace no tanto con lo que la ciencia decía que podía ser posible. Según las antiguas teorías de hace unos años, los planetas de tipo rocoso se formaban en el interior de los sistemas planetarios y los planetas gigantes gaseosos en las afueras. Esta idea provenía de la estadística de un solo caso de nuestro sistema solar. Según esto no podía haber un planeta gigante gaseoso en la zona habitable, así que no podía haber lunas habitables. Sin embargo, sí que se ha predicho la existencia de exolunas en otras ubicaciones.
Los datos recopilados en los últimos años por Kepler y otras campañas han demostrado que puede haber casi cualquier cosa en relación al tema exoplanetario, entre otras planetas que orbitan cerca de su estrella de tal modo que están fundidos, planetas rocosos gigantes, planetas en sistemas estelares dobles o triples, planetas recubiertos totalmente por agua o hielo e incluso planetas con forma de ojo que siempre miran a su estrella enana roja con córnea de hielo y pupila de agua líquida. Hay que recordar que no hemos visto ninguno de ellos (salvo los gigantes muy alejados de su estrella y todavía calientes), así que en este punto también hay cierta dosis de imaginación.
Pero no se había descubierto ninguna exoluna, hasta ahora. Un equipo de investigadores informa en ArXiv de la posible detección de una exoluna. Debido a que hay poca estadística (sólo un evento) se trata de un candidato a exoluna, pero es el mejor caso hasta el momento.
Si es un caso de exoluna entonces es más exótico de lo imaginado y menos favorable para la vida de lo que nos gustaría. Se ha descubierto con una técnica poco habitual de microlente gravitatoria.
Como ya saben nuestros lectores, los exoplanetas pueden ser detectados midiendo la velocidad radial de la estrella al que orbitan gracias al efecto Doppler, pues los planetas también tiran gravitacionalmente de su estrella. También se pueden detectar por el método de tránsito si se da la adecuada alineación, como hace o hacía la misión Kepler.
Otro método es el basado en lentes gravitacionales. Si la fuente de luz del fondo, las distancias y las alineaciones son las adecuadas, un exoplaneta puede hacer de lente tal y como predice la Relatividad General y bajo nuestro punto de vista podemos ver intensificada la luz de fondo. A esta técnica se le denomina de microlente gravitatoria y con ella han sido descubiertos unos pocos exoplanetas. El problema es que se necesita una estrella lejana de fondo y que el planeta pase justo por delante de ella. Cuando esto sucede la luz que recibimos de la estrella se intensifica.
En uno de estos eventos se comprobó que la luz de una estrella se intensificaba 70 veces por encima de su brillo normal, lo que correspondería al paso de un planeta. Pero lo interesante vino después, cuando al cabo de una hora la estrella volvió a brillar otra vez por encima de normal. Como el aumento de brillo fue menor y se dio al poco tiempo, el hecho es interpretable como que un exoplaneta situado a sólo 1800 años luz de distancia de nosotros tiene una exoluna a su alrededor que también actúa como una microlente gravitatoria.
La otra posibilidad es que se trate de una enana marrón sobre la que gira un planeta similar a Neptuno, pero que están a mayor distancia. La técnica no permite diferencias entre ambos casos.
Según el escenario interesante, el exoplaneta en cuestión sería un gigante gaseoso con una masa de cuatro veces la de Júpiter. Su luna tendría una masa que sería la mitad de la Tierra, es decir, varias veces la masa de Marte. Esta exoluna orbitaría a unos 20 millones de kilómetros del planeta, lo que constituye una distancia muy elevada para lo que estamos acostumbrados en nuestro sistema solar. Así por ejemplo, Ganimedes orbita Júpiter a sólo 1 millón de kilómetros. Aunque esta mayor distancia es positiva, pues alejaría lo suficiente la luna del posible cinturón de radiación del planeta.
Lamentablemente, las posibilidades de vida en esta luna son cero. El exoplaneta no parece pertenecer a ningún sistema planetario, ni orbita ninguna estrella, es un planeta errante. La luna está congelada a perpetuidad. Quizás el planeta y su luna fueron expulsados de algún sistema planetario al poco de su formación.
Recientemente se ha descubierto que hay muchos planetas errantes que vagan por el espacio a la deriva de forma solitaria. Los comienzos de los sistemas planetarios pueden ser turbulentos y puede ocurrir que se dé la expulsión de alguno de sus miembros. Esta técnica de microlente es la mejor para detectar estos planetas errantes. Aunque se han descubierto varios de estos planetas, hasta ahora no se habían detectado exolunas a su alrededor.
Otra posibilidad es que el planeta gigante gaseoso fuera expulsado de un sistema binario al acercase demasiado a una de las estrellas y en su viaje capturase a otro planeta más pequeño, lo que explicaría la órbita tan grande de la “exoluna”.
Aunque decidir cuál de todas estas posibilidades es la correcta es muy complicado, por no decir imposible (sobre todo porque los fenómenos de microlente no se suelen repetir), este caso aumenta las posibilidades de que haya exolunas de tamaño apreciable en la zona de habitabilidad (tanto del sistema planetario como del exoplaneta) y que puedan albergar vida. En esos casos posiblemente se detecten por el método de tránsito. Como ya no puede ser que se pueda hacer con Kepler, quizás se haga con alguna misión futura. Si esta misión posee una tecnología avanzada se podría incluso analizar su atmósfera en busca de biomarcadores.
Aunque no tengamos pruebas, es posible que algunas de estas exolunas o exoplanetas con vida hayan sido expulsados de su sistema y que ahora vaguen para siempre por el espacio vacío con sus biosferas congeladas para toda la eternidad. El Universo sin propósito al que pertenecemos es sordo y ciego a los sufrimientos de las criaturas que lo pueblan e indiferente a sus anhelos y deseos. Ni siquiera revela fácilmente sus secretos a aquellos que desean saber.

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Fuentes y referencias:
Artículo en ArXiv. [2]
Ilustración: Dan Durda.