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La supernova más cercana en 27 años

Descubren una supernova de tipo Ia que puede verse con binoculares.

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Si tiene unos prismáticos y está haciendo cualquiera cosa déjelo y salga esta noche o alguna de las próximas noches a contemplar el cielo estrellado. Tiene la oportunidad de contemplar una supernova de tipo Ia. Es la supernova más cercana a nosotros en 27 años y puede verse con la ayuda de unos binoculares grandes.
Se encuentra en la galaxia M82 a sólo 11,4 millones de años luz de distancia a nosotros. Es decir, esta estrella explotó hace 11,4 millones de años. Su luz ha estado viajando todo este tiempo y ahora nos alcanza. Ha sido descubierta por casualidad por unos estudiantes que eligieron a M82 por ser una galaxia fotogénica cuando estaban haciendo prácticas en el observatorio University College London, que está en Londres ciudad.
Aunque explota una supernova de este tipo de vez en cuando, sólo se pueden ver con telescopios potentes profesionales. Lo bueno de este caso es que es tan cercana que bastan unos binoculares.
Como ya saben los lectores de NeoFronteras, las supernovas de tipo Ia son unas candelas estándar que se utilizan para medir distancias cosmológicas y permitieron en su día descubrir la energía oscura, esa extraña propiedad que hace que el Universo se expanda cada día más rápido.
Las supernovas de tipo Ia son enanas blancas que toman hidrógeno de una compañera, gas que van acumulando. Las enanas blancas son los restos que quedan después de que una estrella de baja masa haya pasado por su fase de gigante roja. Son pequeñas y muy densas. En este caso van acumulando materia hasta que alcanzan una masa de 1,4 masas solares, que es la masa críticas que permite una de las explosiones más destructivas y violentas del Universo. Después de la explosión no queda nada, ni estrellas de neutrones, ni agujero negro ni nada, al contrario que el otro tipo de explosión supernova. Si se dan cerca de un sistema planetario en el que haya un planeta con vida posiblemente produzca una extinción masiva o lo esterilice.
Pero este tipo de explosiones dispersan elementos más pesados que los primordiales por el Cosmos, como el hierro. Posiblemente gran parte del el hierro que circula por sus venas dentro de los glóbulos rojos fuera generado de esta manera hace mucho tiempo.
Como la explosión se da justo para una masa crítica de 1,4 masas solares, el brillo intrínseco producido es más o menos siempre el mismo, con una curva temporal conocida. Como el brillo aparente siempre se puede medir y se sabe que la luz que recibimos sigue la ley geométrica del inverso del cuadrado de la distancia, entonces podemos saber la distancia a la que se encuentra una de estas explosiones.

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El círculo amarillo señala la situación aproximada en el cielo de M82 con la orientación que se tiene desde España hacia las 11 de la noche.

Así que una de estas noches agarre unos prismáticos y apunte hacia al constelación de Osa Mayor. Entre Polaris y Dubhe, un poco hacia arriba se encuentra la M82 y en su interior esta nueva supernova. La Luna está menguante, así que facilita la observación. Obviamente el fenómeno sólo se puede ver en el hemisferio Norte. Si vive en una gran ciudad tendrá que alejarse unos 100 kilómetros si quiere ver algo debido a la contaminación lumínica (también nos roban las estrellas).
Lo ideal es que sean unos prismáticos con la máxima abertura posible, pero unos 10×50 valdrían (una apertura de de 50 mm en este caso). Si es con un trípode mejor. Un telescopio de 60 mm de abertura debería ser también suficiente. La supernova tiene ya una magnitud menor a 11, aunque podría hacerse más brillante estos días. El factor nubes, como siempre, es incontrolable.
Lo único que verá será un puntito, pero esos fotones que impacten directamente sobre su retina habrán estado viajando durante más 11 millones de años para contarle una historia de la muerte violenta de una estrella en una galaxia cercana.
Todo está conectado, todo puede confluir en un instante que pasa y no se vuele a repetir: el hierro de sus glóbulos rojos, los bastones de su retina recibiendo fotones viajeros procedentes de una supernova, extinciones masivas, la energía oscura, la medida de distancias cosmológicas y el asombro de un niño al que se le cuenta todo esto. Si ese niño es un hijo suyo no pierda la oportunidad, la próxima vez puede que sea dentro de más de 27 años y ya será demasiado mayor para maravillarse.

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Fuentes y referencias:
Foto: E. Guido, N. Howes, M. Nicolini.