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Los humanos tenemos buen olfato

Los seres humanos son capaces de distinguir, al menos, un billón de tonos de olor diferentes, lo que contradice el mito según el cual tenemos mal olfato

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Estamos tan inmersos en la información sonora y visual que normalmente la información olfativa pasa desapercibida. Pero si prestamos atención al sentido del olfato seguro que nos podrá proporcionar mucha información.
En estas mismas páginas hemos visto que los humanos somos capaces de seguir un rastro casi tan bien como un perro y que, posiblemente, en el sentido del olfato estén involucrados mecanismos mecánico-cuánticos. Ahora resulta que podemos distinguir mucho más olores de lo que jamás habíamos pensado. La idea de que los humanos somos malos a la hora de distinguir olores es absolutamente falsa.
Cuando los humanos inhalamos una mezcla de sustancias las distintas moléculas de olor que lo componen estimulan los receptores de nuestra nariz. La mayoría de la veces cientos de estas moléculas constituyen el olor de algo, por ejemplo el del chocolate o el de una rosa.
Según un estudio de científicos del Howard Hughes Medical Institute y de la Rockefeller University los seres humanos somos capaces de distinguir un billón de olores diferentes, mucho más de lo que nadie había anticipado. Esto significa que nuestro sentido del olfato está capacitado para reconocer una paleta olfativa enorme.
El resultado contradite lo asumido en las últimas décadas según lo cual los seres humanos somos capaces de reconocer solamente 10.000 olores diferentes. Número aceptado que provenía de los años veinte del pasado siglo y que aparece en libros y revistas, pero que, hasta ahora, no se había medido realmente bien.
Según Leslie Vosshall ese número de sólo 10.000 olores no tenía sentido y tenía que estar equivocado, pues implicaría que distinguimos muchos menos olores que colores. No es consistente con que los tres receptores del color permitan distinguir 10.000 millones de colores y que los 400 receptores del olor sólo permitan 10.000.
En sonidos hace tiempo que se midieron las frecuencias a las que el oído humano es sensible, así como las longitudes de onda que el ojo no ve y qué colores somos capaces de distinguir. El problema es que es organizar frecuencias o longitudes de onda es sencillo, pues basta un escala lineal. Pero es muy difícil organizar olores en categorías distintas.
Vosshall , Andreas Keller y otros colaboradores se pusieron a medir el asunto de los olores que nadie hasta este momento lo había hecho.
A los sujetos voluntarios se les presentó una serie de mezcla de olores complejos que tenían que distinguir. Además diseñaron una estrategia para medir los resultados obtenidos adecuadamente. Las mezclas estaban constituidas por 128 esencias moleculares diferentes. Estas esencias incluían olores que evocaban el olor de la hierba, del limón, etc. Los combinaron de manera aleatoria en mezclas de 10, 20 y 30 sustancias de tal modo que ya no eran familiares. No querían que fuesen reconocibles explícitamente. Algunas mezclas olían bien, pero otras olían mal o raras.
Entonces presentaron a los voluntarios tres viales a un tiempo de tal modo que dos de ellos eran iguales y otro no. Se les pidió que identificaran aquel que era diferente a los otros dos. Cada voluntario realizó 264 comparaciones.
Se trataba básicamente de un problema combinatorio que trataba de comprobar la resolución a la hora de distinguir olores. Según los cálculos de extrapolación que hicieron posteriormente a partir de los datos obtenidos llegaron al resultado de que el olfato humano es capaz de distinguir un billón de olores distintos como cota inferior. El resultado fue sorprendente por lo alto que resultó ser el número.
Según Vosshall los humanos probablemente no estamos expuestos a un billón de olores en el día a día, pero le gusta pensar que esta capacidad es muy útil porque el mundo está cambiando continuamente. “Las plantas evolucionan hasta producir nuevos olores, las compañía de perfumes están haciendo nuevas esencias o te puedes mover a otra parte del mundo en la que te encontrarás con frutas, vegetales o flores que crecen allí. Pero tu nariz está preparada. Estamos completamente preparados para cualquier cosa con un sistema olfativo que es complejo”, añade.
Andreas Keller sugiere que si los perros son más sensibles a los rastros de olor es porque en el suelo es más fácil seguir rastros porque allí están los olores interesante, pero que tienen una resolución olorosa o una capacidad de discriminación muy similar a la humana. En lo que nos ganan es en la capacidad de cuantificar cantidades de cada olor, pues tienen muchas más neuronas implicadas en su sentido del olfato.
Nuestros antepasados mamíferos remotos estaban capacitados con un gran sentido del olfato. Gran parte de sus cerebros estaban dedicados a procesar esa información y nuestro neocortex evolucionó a partir de ello. No deja de ser sorpréndete que genéticamente tenemos receptores del olor que ya no son funcionales. ¿Qué podríamos oler si esos receptores funcionaran? Quizás algún humano transgénico con ese aspecto arreglado pueda algún día contarlo.
En todo caso saber cómo funciona nuestro sentido del olfato también constituye una ventana neurológica para saber cómo funciona nuestro cerebro, ventana que además es independiente de la vista o el oído. ¿Cómo la nariz y el cerebro trabajan juntos para procesar los olores?

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa. [2]
Artículo original. [3]
Foto: Zach Veilleux / The Rockefeller University.