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La sexta gran extinción

Alertan sobre la la sexta gran extinción que está induciendo el ser humano en la biosfera.

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Como ya sabemos todos, a lo largo de estos 550 millones de años evolución biológica compleja ha habido cinco extinciones masivas. Alguna de ellas, como la del Pérmico, casi barre la vida pluricelular de la Tierra. La biodiversidad ha estado recuperándose de la última de ellas desde que hace 65 millones de años un meteorito extinguió a los dinosaurios. La biodiversidad ha estado aumentando desde entonces hasta alcanzar un máximo hasta hace poco tiempo. Pero la irrupción del ser humano en los ecosistemas terrestre lo está cambiando todo.
La destrucción del medio por parte del ser humano ya empezó con la extinción de la megafauna en varios lugares hace poco más de 10.000 años, pero últimamente el impacto negativo que tenemos sobre la biodiversidad de este planeta es muy importante.
Ahora, en un estudio publicado en Science un grupo internacional de investigadores alerta de que la pérdida y declive de los animales es comparable al comienzo de la sexta extinción masiva.
Desde el año 1500 se han extinguido 320 vertebrados terrestres y las poblaciones de los que quedan muestran un declive del 25 por ciento. La situación es similar para invertebrados.
Aunque las cinco extinciones previas tuvieron causas naturales o astronómicas, la actual sexta extinción masiva está provocada por el ser humano, según Rodolfo Dirzo, profesor de la Universidad de Stanford. Este investigador ha denominado al fenómeno como “desfaunación del Antropoceno”.
Se estima que de 16 al 33 por ciento de las especies de vertebrados de la Tierra están amenazadas de extinción. Loa animales más grandes, como puedan ser elefantes, rinocerontes, osos polares, etc, se enfrenta a un declive muy importante. Una tasa de declive que encaja con las grandes extinciones del pasado. El problema con los animales grandes es que necesitan mayores áreas para mantener una población sana y tienen una reproducción lenta. Pero su tamaño los hace más atractivos para ser cazados por el ser humano.
Aunque estas especies representan un porcentaje relativamente bajo respecto a todas las especies de la Tierra en peligro de extinción, su pérdida tiene graves efectos sobre los ecosistemas que desestabilizan las poblaciones de otras especies en una suerte de reacción en cadena. Además, la belleza, importancia y carácter único de estas especies hace que su pérdida sea irremplazable. No es lo mismo perder a todos los elefantes que perder todos los ejemplares de un escarabajo exótico.
La pérdida de estas especies puede incluso afectar a la salud human. Así por ejemplo, en unos experimentos realizados en Kenia se pudo comprobar que ciertas áreas en donde fue desapareciendo la megafauna terminaron siendo conquistadas por los roedores. Se observo que aumentó la presencia de hierbas y arbustos, la compactación del suelo disminuyó, las semillas y refugios se hicieron más disponibles y el riego de la presencia de predadores cayó. Como resultado la presencia de roedores se dobló, animales que muchas veces eran portadores de enfermedades y parásitos.
“Allí donde la densidad de población humana es alta tienes grandes niveles de desfaunación, alta presencia de roedores y, en consecuencia, altos niveles de patógenos que aumentan el riesgo de enfermedades de transmisión”, dice Dirzo. “¿Quién habría pensado que sólo la desfaunación podrían tener estas consecuencias tan dramáticas? Pero puede ser un círculo vicioso”, añade.
En el estudio estos científicos detallan la problemática tendencia hacia la desfaunación de los invertebrados. La población humana se ha doblado en los último 35 años y en el mismo periodo los invertebrados han disminuido en un 45%.
Al igual que para la megafauna, la extinción de los invertebrados se debe principalmente a la pérdida de hábitats y a la alteración climática global.
La importancia de estos pequeños animales es a veces enorme. Se estima que el 75% de la comida que consumimos depende de la polinización de los cultivos por parte de los insectos. Además, los insectos tienen un papel importante en el reciclado de los nutrientes y en la descomposición de la materia orgánica, que ayudan a mantener la productividad del suelo.
Según Dirzo las soluciones son complicadas. Reducir el ritmo de pérdida de hábitats y la sobreexplotación ayudaría, pero esto debe ajustarse a las regiones individualmente y a las situaciones en particular. Tiene esperanzas de que la conciencia de que una extinción masiva está en marcha, con sus consecuencias asociadas, y que no sólo se trata de la posible desaparición de especies carismáticas pueda ayudar a realizar el cambio.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Nota de prensa. [3]
Foto: NeoFronteras.