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A los moas los extinguió una baja población humana

El tamaño escaso de la población humana no se puede considerar más un argumento en contra del origen humano de las extinciones de megafauna.

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El ser humano fue la causa de la extinción de las aves gigantes que poblaban Nueva Zelanda llamadas moas. De estas aves no voladoras había nueve especies, la mayor de las cuales medía 3,6 metros y pesaba 230 kg.
Este evento de extinción sucedió en tiempos históricos una vez que un grupo de polinesios dio con las islas que hoy denominamos Nueva Zelanda. Se estima que había unos 58.000 moas cuando el ser humano llegó allí alrededor del año 1300. Pero, ¿cuánta gente hizo falta para provocar esta extinción? Según un estudio reciente bastaron unas 2500 personas. Esta es la conclusión a la que un equipo internacional de investigadores ha llegado recientemente y que ya se sospechaba con anterioridad.
Estos investigadores calcularon que la actividad de los polinesios llegados a estas islas provocó la extinción de los moas en menos de un siglo pese a la escasa población humana. Durante el pico de caza de los moas, los polinesios asentados en las islas eran de sólo 1500 y tocaban a una persona por cada 100 km cuadrados, una de las densidades de población más bajas de la era preindustrial. Calcularon, además, que la población llegó a los 2500 habitantes cuando los moas se extinguieron, pero los moas ya eran muy escasos décadas antes.
Estiman que la población humana durante el periodo de caza de los moas es más determinante que la población fundacional para saber cuánto tiempo se necesito para exterminar los moas con la caza y destrucción del medio.
Para determinar el periodo crítico de la caza del moa los investigadores buscaron el momento final en que dejaron de comer moas junto a nuevas estimaciones sobre cuando empezaron a hacerlo.
En su modelo usaron una población fundacional de 400 individuos (de ellos 170 o 230 mujeres) y aplicaron un modelo de crecimiento poblacional para así alcanzar las poblaciones históricas y actuales. Esto les permitió saber la población en el periodo de caza de estas aves. Los análisis realizados además consideran que la disponibilidad en época de moas y focas permitió a los polinesios tener una dieta generosa que provocaría una expansión de su población.
Para saber cuándo empezaron a cazar, los investigadores usaron análisis estadísticos basados en análisis de carbono-14 de 93 muestras de restos de cáscaras de huevos de moa, restos de huevos encontrados en excavaciones arqueológicas en la isla del Sur. Esto indicaría que se empezó con la caza de moas en el año 1314, justo después de una importante erupción del volcán Tarawera. Por debajo de la capa de cenizas de esta erupción no hay restos arqueológicos de asentamientos humanos.
Por el otro lado, 270 muestras datadas con radiocarbono de origen no arqueológico indican que los moas se extinguieron primero en los lugares más accesibles de las tierras bajas del este a finales del siglo XIV, sólo unos 70 u 80 años de empezar a cazarlos. El resto de los moas sólo pudieron sobrevivir durante 20 años más.
Los investigadores señalan que, aunque se ha puesto en duda que los humanos provocaran la extinción de la megafauna a lo largo de todo el mundo debido a su baja población, este resultado indica que basta una población humana pequeña para extinguir completamente especies de animales grandes.
Todo parece indicar que los mamuts y perezosos gigantes de América, los marsupiales gigantes de Australia y los moas, águilas y gansos gigantes de Nueva Zelanda fueron llevados a la extinción por los humanos, incluso cuando la gente no era numerosa. El tamaño escaso de la población humana no se puede considerar más un argumento en contra del origen humano de estas extinciones.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa. [2]
Sobre el color de los moas [3]
Ilustración: Wikipedia/ George Edward Lodge.