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Sulfuro de hidrógeno y dieta de restricción calórica

Se apunta a que la presencia de sulfuro de hidrógeno podría estar detrás de este alargamiento de la vida que produce la dieta de restricción calórica.

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Un coral cerebro caribeño o un estromatolito australiano puede vivir dos mil años. Muchas especies de árboles y algunos líquenes pueden vivir varios miles de años. Las yucas del Mojave o el bosque subterráneo sudafricano viven hasta los 12.000 años. La colonia de álamos temblones Pando de Utah lleva viviendo desde hace 80.000 años y una pradera de posidonia en la Baleares lo lleva haciendo desde hace 100.000 años. El ser humano está diseñado para vivir unos cincuenta años, aunque con cuidados médicos y buena alimentación los humanos pueden vivir más de setenta años. Y si se tienen los genes adecuados y mucha suerte se puede llegar a centenario, pero la realidad es que somos mortales.
Nos moriremos y los sabemos. El recuerdo de nuestra existencia quedará borrado de la memoria de las siguientes generaciones y nuestros genes diluidos en un mar genético. Podemos inventar un más allá que nos consuele, pero todo el mundo sospecha que su vida tendrá un fin definitivo y absoluto. Vivimos ignorando este hecho inevitable, pero buscamos cómo conseguir retrasarlo lo máximo posible. ¿Podríamos traspasar la frontera de los cien años con algún elixir de la juventud?
Desde hace unos años la ciencia ha estado buscando cómo alargar la vida. Lo ha conseguido en seres inferiores en los que la sucesión de las generaciones se da rápido, como en gusanos C. elegans, moscas de la fruta, levaduras o ratones.
Uno de los métodos más sorprendentes de alargar la vida en ratones es la dieta de restricción calórica, de la cual hemos hablado en estas páginas de NeoFronteras anteriormente. Si se da a unos ratones la comida justa para que no estén mal nutridos los ratones viven mucho más. Los experimentos realizados en este sentido con primates, y todavía en curso, llegan a conclusiones contradictorias. Pese a todo, algunos humanos se han autoimpuesto este tipo de dieta con la esperanza de vivir más.
El caso es que este tipo de alimentación dispara algún tipo de mecanismo que hace que el organismo prolongue su vida. Si se consiguiera saber qué mecanismo es, se podrían conseguir lo beneficios de una vida más larga sin necesidad de someterse a una dieta tan estricta.
Una de las explicaciones era que este tipo de dieta hace que el organismo genere más antioxidantes en respuesta del estrés oxidativo leve que provoca esta dieta.
Ahora, en un estudio reciente de Harvard School of Public Health se apunta a un factor bioquímico que podría estar detrás de este alargamiento de la vida: la presencia de sulfuro de hidrógeno. La restricción de dos aminoácidos, metionina y cisteina, produce un aumento de la producción de sulfuro de hidrógeno y protección frente a la isquemia durante el trasplante de órganos o un infarto.
El aumento de este compuesto ya había sido asociado con el aumento de esperanza de vida en dietas de restricción calórica en modelos animales.
El sulfuro de hidrógeno es un gas más pesado que el aire, inflamable, incoloro, tóxico y odorífero cuya molécula consiste en un átomo de azufre y dos de hidrógeno. Puede disolverse en agua generando lo que se denomina ácido sulfídrico.
Aunque el SH2 es un compuesto tóxico, se produce de manera natural en pequeñas cantidades en las células de los mamíferos. Su presencia había sido asociada anteriormente con beneficios para la salud, pero es ahora cuando se ha conseguido relacionarla con los beneficios que aporta la dieta de restricción calórica.
Este gas también se había usado en modelos animales para inducir un estado de “hibernación” que además protegía al cerebro frente a la falta de oxígeno, por lo que se había pensado en su utilización en operaciones quirúrgicas.
Al parecer, esta molécula sería también una de las responsables de la extensión de la vida en ratones y otros animales de laboratorio, según James Mitchell y sus colaboradores sugieren en este estudio.
Estos investigadores han demostrado que, efectivamente, en la primera semana desde que se sometiera a los ratones a este tipo de dieta se produce un aumento de la respuesta de antioxidantes y una mayor protección del hígado de la isquemia en ratones. Pero, sorprendentemente, el efecto protector se daba incluso sin la participación de los antioxidantes siempre y cuando se aumentara la producción de sulfuro de hidrógeno. Esto se conseguía con una reducción de la presencia en la dieta de los aminoácidos metionina y cisteina. Pero cuando se volvían a administrar los beneficios desaparecían, así como la sobreproducción de SH2.
Además, han descubierto que se requiere la presencia de los genes relacionados con la producción de sulfuro de hidrógeno para obtener los beneficios de la dieta de restricción calórica en varios modelos animales.
El hallazgo aclara cómo funciona la dieta de restricción calórica, lo que tendrá importantes implicaciones sobre lo que se debe comer o no antes de una operación importante para así evitar daños por isquemia.
Sin duda se conseguirá algún día que los humanos vivan por encima de los cien años de manera rutinaria. En un distante futuro puede que incluso vivan varios siglos. No hay límites biológicos a esto, pero también se puede ser mucho más susceptible al cáncer con el tiempo y la acumulación de mutaciones. En todo caso, si se da ese futuro se acordarán de nosotros como de esos pobrecitos que sólo vivían hasta los setenta, de la misma manera que ahora nos apena la vida del hombre medieval.

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Fuentes y referencias:
Artículo original [2]
Imagen: Harvard School of Public Health.