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Sobre la historia de la Vía Láctea

Averiguan cómo fue el proceso de asimilación de otras galaxias pequeñas por parte de la Vía Láctea.

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El cerebro del ser humano ha sido diseñado por la evolución para hallar sentido en el mundo, para encontrar patrones en lo que le rodea. La ignorancia nos molesta tanto que tenemos la necesidad de saber, de saciar nuestra curiosidad. Incluso cuando no podemos encontrar la verdad sobre algo inventamos mitos sobre ello.
Queremos, en definitiva, saber cómo llegamos hasta aquí y cómo funciona el Universo, estas son las motivaciones de la ciencia. Ahora, por primera vez en la historia de la humanidad, nuestra sociedad puede escribir descripciones acerca de cómo ha sido la evolución del Universo que pueden ser verdad y que están alejadas de los mitos religiosos.
Si se tienen telescopios lo suficientemente potentes hacer Cosmología es relativamente fácil porque casi toda la historia del Universo está escrita en el cielo. Basta mirar lo suficientemente lejos en el espacio para ver qué es lo que sucedió en épocas remotas. No es que veamos pistas o restos, lo vemos exactamente tal y como fue. Si una civilización ultra-avanzada que esté situada a un poco más de 65 millones de años luz tuviera la imposible tecnología de poder apuntar un telescopio a la Tierra y ver detalles sobre su superficie, entonces vería a los dinosaurios directamente., no sus fósiles.
Pero saber la historia de nuestra propia galaxia no es fácil. Primero no conocemos su forma exacta al estar dentro de ella y no poder mirar desde fuera y, segundo, la vemos tal y como es ahora (un “ahora” con una amplitud 100.000 años). Por esta razón, tenemos que valernos de pistas y trucos para poder reconstruir la historia de La Vía Láctea, una historia que también es la historia de nosotros mismos, de nuestro origen. Dejemos atrás la leche de Hera.
Ya se empiezan a publicar resultados basados el los primeros frutos del observatorio Gaia de la ESA. Un grupo de investigadores ha usado los datos de 4675 estrella analizadas por Gaia para saber más sobre la Vía Láctea.
Nuestra galaxia, al igual que otras, canibaliza a las galaxias cercanas más pequeñas. Lo ha estado haciendo durante 13.000 millones de años.
Las galaxias enanas que ahora rodean a la Vía Láctea terminarán por ser asimiladas al igual que les pasó a otras galaxias enanas del pasado y sus estrellas pasarán a formar parte de nuestra galaxia. ¿Perteneció el Sol a una de esas galaxias asimiladas en el pasado?
Hemos podido observar qué es lo que está pasando en otras galaxias. Vemos cómo otras galaxias canibalizan otras más pequeñas y a veces incluso vemos cómo galaxias de tamaño similar colisionan entre sí para formar una sola. Esto último pasará cerca de nosotros en un futuro distante (dentro de 4000 millones de años) cuando la galaxia de Andrómeda colisione con la Vía Láctea para formar Lactómeda. Naturalmente entre un caso y otro hay toda una gradación.
Las galaxias no sólo contienen estrellas, polvo y gas, sino que además contienen materia oscura en casi un 80%. Se cree que la estructura a gran escala del Universo está formada por esta materia oscura y la ordinaria simplemente se ancla gravitacionalmente a ella para formar las galaxias que vemos.
Si las galaxias que una vez fueron asimiladas por la Vía Láctea hubieran sido lo suficientemente grandes habrían dejado una huella determinada en la actualidad. En ese caso se hubiera formado un disco plano rico en materia oscura alineado con el disco espiral de estrellas. Este grupo de investigadores ha buscado huellas de estos eventos en las estrellas analizadas para así comprender la historia de nuestra galaxia.
Si se tiene un aporte sustancial de materia entonces esta es empujada hacia este disco según la galaxia es asimilada. Este proceso hace que las fuerzas de marea dividan la materia de la galaxia en cuestión y que esta se reparta por el disco en forma de estrellas. Así que, si esto se ha dado, debe haber estrellas relativamente vecinas que procedan de otras galaxias que una vez fueron asimiladas por la nuestra. Se puede intentar buscar esas estrellas y esto es precisamente lo que ha hecho este grupo de investigadores.
Han buscado estrellas con una química diferente a las estrellas nativas de la Vía Láctea en esas 4675 estrellas analizadas espectroscópicamente. Estrellas que sean un poco más cálidas que las nativas, pero que orbiten a la misma velocidad. No han encontrado este tipo de estrellas en el disco galáctico.
Esto significa que la Vía Láctea ha asimilado otras galaxias, pero estas eran pequeñas y no lo suficientemente grandes como para forzar a la materia que contenía a emigrar al disco. Es decir, la historia de la Vía Láctea ha sido bastante suave.
El resultado tiene implicaciones para la búsqueda directa de materia oscura con experimentos que detecten su presencia. En estos experimentos se sitúan grandes volúmenes de masa de materia ordinaria aislada de casi cualquier tipo de interferencia en minas a gran profundidad. Se espera que algunas partículas de materia oscura colisionen de vez en cuando con las de la materia ordinaria de esa masa y se registre una señal. Hasta la fecha, los resultados de estos experimentos han sido negativos.
Las partículas de materia oscura del halo galáctico (el halo de materia oscura que rodea nuestra galaxia y con la que ya nació) deberían dar una señal diferente de las partículas oscura del disco galáctico (disco que se forma con el tiempo según las colisiones descritas). Si no hay materia oscura en el disco galáctico o esta es muy escasa, entonces las implicaciones para su detección son claras.
Por último, la Vía Láctea es un refugio para la vida. Quizás sólo en las cercanías del núcleo galáctico a la vida le cueste aparecer y sobrevivir, pero en el resto puede haber vida. No podemos afirmar científicamente que haya otros planetas con vida, pero sí podemos decir que hay vida en nuestra galaxia. La Vía Láctea es lo suficientemente estable y acogedora como para que haya vida: la nuestra, al menos. Otras galaxias son tan activas que esterilizarán cualquier intento de vida tal y como la conocemos.
Quizás, durante los últimos 13.000 millones de años ha surgido la vida en muchos sitios. Puede que haya incluso una civilización ultra-avanzada viviendo en alguna supertierra que gire alrededor de una enana roja extremadamente longeva de 10.000 millones de años. ¿Qué habrán podido aprender esos seres, vecinos de nuestro entorno y del Universo en todo este tiempo?
No sabemos si la Vía Láctea seguirá siendo así de acogedora en un futuro. Quizás la colisión con Andrómeda cambie la situación. Pero, para entonces, la Tierra habrá dejado de albergar vida hace tiempo y el Sol estará ya en fase de gigante roja, a punto de morir. Las huellas del ser humano, de su estulticia y de sus mitos habrán sido ya borradas de la memoria del Universo y no sabremos qué formas de vida habrán tomado el testigo para hablar en nombre del Cosmos y de la existencia.

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Fuentes y referencias:
Artículo original [2]
Foto: Wikimedia Commons. [3]