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No se deben perforar más pozos de petróleo

Un informe sostiene que, si se quiere mantener los objetivos del acuerdo de París, no se pueden abrir más minas de carbón o perforar nuevos campos de pozos de petróleo o gas.

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El año 2015 fue el año más cálido desde 1880, el color indica anomalía en la temperatura. Fuente: NASA/NOAA.

Según el acuerdo de la cumbre del clima de París, los países que ahora están firmando en la ONU este tratado se comprometen a rebajar sus emisiones de gases de efecto invernadero.

La idea es que, como máximo, no lleguemos a superar los dos grados centígrados extras de temperatura media global por encima de los niveles preindustriales. Aunque algunos climatólogos sostienen que 1,5 grados ya es desastroso y que no podemos ya evitarlos aunque queramos. La realidad es que el acuerdo de París llega tarde y hubiera sido mejor que se hubiera firmado hace 15 años o más. Se ha perdido un tiempo precioso.

Según un informe reciente del Oil Change International, si se quiere cumplir con los acuerdos de París entonces no se pueden abrir más minas de carbón o perforar nuevos campos de pozos de petróleo o gas. Incluso habría que ir cerrando ya este tipo de instalaciones si se quieren cumplir con los acuerdos.

Si no se abren instalaciones nuevas y se siguen explotando las infraestructuras ya existentes en el mundo, simplemente no se podrán cumplir con las metas de los acuerdos de París y el aumento de temperatura superará los 2 grados centígrados. Aunque el acuerdo prefiere sensatamente que la temperatura no suba de los 1,5 grados, es muy difícil que se realicen los esfuerzos necesarios para conseguirlo.

Según el IPCC, para no llegar a los 2 grados de subida se necesitaría emitir un máximo de 843.000 millones de toneladas de dióxido de carbono durante 22 años, lo que significaría mantener las emisiones al ritmo anual actual.

Pero los cálculos de Greg Muttitt, autor del estudio, indican que las actuales reservas de carbón, petróleo y gas actualmente en uso corresponden a unas emisiones de 941.000 millones de toneladas de dióxido de carbono una vez consumidas.

Esto obligaría a no perforar más pozos o abrir nuevas minas y, por tanto, no habría que hacer nuevas exploraciones en busca de nuevos yacimientos. Esto incluiría, por supuesto, el nefasto fracking. Además, habría que sustituir las reservas actuales por fuentes de energía renovables.

“No hay más sitio en la atmósfera. No se deben construir nuevas infraestructuras basadas en combustibles fósiles. Esto significa no fracking para buscar gas en RU o en cualquier otro país… Todo el desarrollo energético necesita estar enfocado en las energías limpias de ahora en adelante”, dice Muttitt.

Un problema que tenemos como civilización es la inercia que tienen ciertos procesos económicos. Si unos inversores deciden poner su dinero en una central térmica de carbón esperan recuperar su dinero con el paso del tiempo. Lo mismo se puede decir de una mina de carbón o un campo petrolífero. Si un gobierno decide cerrar una de estas instalaciones antes de tiempo, entonces los inversores pueden perder mucho dinero y una central de cualquier tipo es algo muy caro que tarda mucho tiempo en amortizarse. Lo mismo se puede decir de una mina o un pozo petrolífero. Así que el capital se opone normalmente a medidas de ese tipo.

Los analistas dicen que la inversión en fuentes de energía fósiles está ya decayendo desde los acuerdos de París. Otros, como Anthony Hobley (Carbon Tracker Initiative) esperan que el fin de la inversión en minas de carbón sea inminente. La quema de carbón está declinando desde 2013, cuando China alcanzo el cenit del carbón, y los 200.000 millones de dólares invertidos en este tipo de energía no parece que se recuperen en su totalidad.

Hay cierta luz de esperanza en este escenario, pues las alternativas ya están aquí y son rentables. Hace unos días la Abu Dhabi Water and Electricity Authority (ADWEA) confirmaba que el precio de la energía solar fotovoltaica ya ha caído a los 2,26 céntimos el KWh [1]. Todo ello sin necesidad de subvenciones de ningún tipo. Este precio es la mitad que el precio de la electricidad producida por gas natural en los EEUU.

Esto significa que el consumo privado de este tipo de energía está al borde de la rentabilidad. La tendencia indica, además, que los precios de la energía solar fotovoltaica seguirán a la baja durante mucho tiempo.

¿Llegaremos a tiempo de evitar un desastre aún mayor del inevitable? Al parecer todo depende de la voluntad que se tenga al respecto.

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Fuentes y referencias:
Artículo original [3]