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Mohos mucilaginosos que transmiten conocimiento

Los mohos mucilaginosos pueden aprender y transmitir lo aprendido a otros mohos del mismo tipo.

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Podemos entrenar nuestra imaginación para pensar cómo pueden ser las extrañas formas de vida en otros mundos, pero a veces no hace falta irse tan lejos y al lado nuestro nos podemos deleitar con los mohos mucilaginosos que habitan las partes más húmedas y oscuras de ciertos bosques.

El moho mucilaginoso Physarum polycephalum es un viejo conocido de este sitio web, pues se utiliza de modelo de laboratorio para cierto tipo de experimentos. Este ser se alimenta de esporas, bacterias y otros microoragnismos, pero tiene un complejo ciclo de vida que consta de varias fases muy distintas entre sí. La fase vegetativa es el plasmodio, que consiste en una red de venas protoplasmáticas. Es básicamente una única célula de tamaño macroscópico que consta de muchos núcleos. Es en este estadio cuando el organismos busca comida y es el usado en los laboratorios para testar su capacidad de resolver problemas.

Además del plasmodio presenta una fase esclerótica, que es una forma desecada en animación suspendida en la que entra cuando, súbitamente, las condiciones son desfavorables. Puede permanece en este estadio largos periodos de tiempo. Si la comida se acaba la fase esclerótica produce un sistema multicelular que crea un tallo sobre el que se alza un esporangio. Es esta fase la que es usada para investigar modelos de cooperación. El esporangio al final se abre y libera esporas que colonizarán otros territorios. Las esporas pueden permanecer dormidas durante años hasta que se den las condiciones necesarias para su germinación. Es entonces cuando producen un conjunto de células flageladas o ameboides que puede moverse. La fusión de estas células produce la fase de plasmodio.

Usando esta fase de plasmodio los investigadores han conseguido en el pasado que este ‘moho’ resuelva problemas computacionales de optimización, como redes de carreteras eficientes. Incluso algunos afirman que es capaz de resolver el problema del árbol mínimo de Steiner [1], un problema NP completo.

En el pasado, un grupo de investigadores franceses del CNRS francés y la Universidad de Toulouse demostraron que Physarum polycephalum es capaz de aprender de la experiencia, pese a no tener cerebro. Ahora este mismo grupo publica un artículo en el que demuestran que este ser puede transmitir los conocimientos adquiridos a otro ‘moho’ cuando dos de ellos son combinados.

Esto sería equivalente a que una persona se fusionara con otra temporalmente y adquirise los conocimientos del otro. Una vez se separaran de nuevo cada uno de ellas sabría lo suyo y lo que sabía la otra persona. Pues bien, algo así es precisamente lo que es capaz de realizar este organismo, pese a no tener cerebro.

Este ‘moho’ se puede cultivar fácilmente en placas de Petri. Sobre el substrato de estas placas se puede añadir café, quinina, sal y otras sustancias desagradables para el moho en forma de un patrón específico. Estas sustancias se pueden entonces interponer entre el moho y su comida.

Con el suficiente entrenamiento se puede adiestrar al moho para que aprenda que estas sustancias, aunque desagradables, pueden ser obviadas si con ello se consigue la comida. Digamos que el moho aprende a tolerar estas sustancias. Este equipo de investigadores ha conseguido adiestrar a miles de estos mohos para los que la sal no representa una amenaza. Estos mohos son capaces, por ejemplo, de sobrepasar una barrera salina para alcanzar la comida del otro lado.

Otros mohos no consiguen superar este prejuicio y no cruzan la barrera de sal. Diremos que este grupo de mohos representa el tipo ingenuo.

Pues bien, Audrey Dussutour y David Vogel han descubierto que si se toma un moho adiestrado de este modo con este conocimiento adquirido y se mezcla con ingenuos, entonces el nuevo moho así obtenido es capaz de cruzar la barrera de sal. Además, este nuevo moho se mueve tan rápido como lo hace el moho original entrenado.

Además, el efecto se mantiene para mohos formados por sólo 3 o 4 individuos independientemente de cómo se fusionen. De hecho, basta que haya sólo uno entrenado para que el nuevo colectivo así formado aprenda de él.

Para comprobar que esta transmisión de información tiene efectivamente lugar, los investigadores separaron después de la fusión a los individuos originales. Entonces sometieron a la prueba de la barrera de sal a todos ellos. Pudieron comprobar que los mohos antes ingenuos que habían estado en contacto con algún moho entrenado al menos 3 horas ignoraron posteriormente la sal.

Este tiempo de las 3 horas es el necesario para que se formen venas hasta el punto de fusión entre individuos. De algún modo estas venas son los canales que transportan la información que finalmente se comparte.

Los investigadores implicados no saben aún cómo se vehicula esta información. Pretenden realizar más investigaciones al respecto hasta hallarlo. Además pretenden averiguar si se puede transmitir de forma simultánea más de un conocimiento adquirido de este modo y mantenerse tras la separación, incluso si esto se puede hacer de forma cruzada con un moho transmitiendo la tolerancia a la quinina al otro y este la tolerancia a la sal al primero.

Sin duda la Naturaleza terrestre a veces nos sorprende.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [3]
Polycephalum en NeoFronteras. [4]
Foto: frankenstoen, flickr.