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Sobre la desigualdad

Un estudio sobre la desigualdad en el pasado nos podría ayudar a entender la desigualdad actual y reducirla para evitar desastres.

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Un estudio de investigadores de 14 instituciones muestra la evolución de la desigualdad a lo largo de la historia en tiempos posneolíticos tanto en Eurasia como en América.

El coeficiente de Gini es una medida de la desigualdad en los ingresos dentro de un país y se llama así porque fue ideado por el estadístico italiano Corrado Gini. Normalmente es un número entre 0 y 1 (a veces se multiplica por 100), siendo el 1 el valor para la desigualdad perfecta en la que una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno. Aunque este coeficiente se utiliza para medir la desigualdad en los ingresos, también puede utilizarse para medir la desigualdad en la riqueza.

Hay otras maneras de medir la desigualdad y estas también se pueden traducir al coeficiente Gini con mayor o menor éxito. Al fin y al cabo, lo importante no es el número en sí, o si es más o menos preciso a la hora de medir la desigualdad, sino que podamos medir esta de alguna manera.

La implantación del neoliberalismo ha llevado a una mayor desigualdad en el mundo actual. Cuando se quitan las regulaciones para que los ricos sean más ricos y paguen menos impuestos, estos se hacen más ricos a costa de los que menos tiene, sin que los segundos se vean beneficiados de las migajas que les caen a los ricos. Es de una lógica aplastante y sólo alguien muy ideologizado no puede verlo.

En EEUU se ha acuñado un nuevo término: billionaire. Es decir, aquel que ha amasado más de mil millones de de dólares. Un término que antes no existía porque no había individuos que tuvieran tal cantidad de dinero.

No es extraño que sea así, pues los EEUU es el país con el nivel de desigualdad más alto de todos los países desarrollados en la actualidad, según los autores del estudio. El Gini de EEUU está entre 0,8 y 0,85 según la fuente y el año, pues crece con el tiempo. China tiene un Gini de 0,73. La actual Grecia posee un coeficiente Gini de 0,56 y España uno de 0,58. Por otro lado, Islandia y Noruega tienen un Gini de 0,38, 0,41 respectivamente. Aunque los datos dependen mucho de la fuente y del año en que fue calculado.

La desigualdad lleva aparejada una inevitable tensión social que puede hacer saltar la convivencia en cualquier momento. Según Tim Kohler (Washington State University), los hallazgos a los que han llegado él y sus colaboradores tienen profundas implicaciones para el mundo contemporáneo, ya que la desigualdad da lugar a alteraciones en la sociedad que incluso puede llevar a su colapso. “La desigualdad tiene un montó de efectos perniciosos sutiles sobre las sociedades”, dice Kohler.

Pero, ¿cuánta desigualdad puede aguantar la sociedad? ¿Cuánta desigualdad aguantaron las sociedades del pasado? Comparar la desigualdad del pasado con la actual puede sernos útil en este contexto. Pero, ¿cómo medir la desigualdad de las sociedades de hace 5 siglos?

Este grupo de investigadores ha conseguido precisamente medir la desigualdad a lo largo de la historia y ha encontrado una gran disparidad de la misma, tanto a lo largo del tiempo como en su distribución geográfica.

Las sociedades de cazadores y recolectores son muy igualitarias y las diferencias entre unos y otros son mínimas. Los individuos de este tipo de sociedades necesitan de un par de horas de media cada día para conseguir lo que necesitan para sobrevivir. Es poco más de lo que necesitanos los humanos modernos para ir a comprar al supermercado. No acumulan riquezas, ya que, además, su nomadismo les impide acumular esa riqueza.

Cuando la población humana era básicamente cazadora y recolectora la sociedad era, por tanto muy igualitaria, con un Gini cercano a 0.

Cuando se descubrió la agricultura y se tenía un excedente alimentario en forma que grano que se guardó en vasijas de barro cocido, la cosa cambió. Entonces surgieron los gobiernos, los impuestos, los ejércitos, etc. Con ello surgió la desigualdad.

Lo difícil es medir la desigualdad en tiempos pasados. Para ello, estos investigadores han recolectados datos de 63 sitios arqueológicos y han comparado el tamaño de las casas entre sí. A partir de esos datos han podido deducir el coeficiente Gini de esos sitios en distintos momentos históricos [1].

Para las sociedades de cazadores y recolectores estiman un Gini medio de 0,17. Para sociedades agrícolas a pequeña escala deducen un Gini medio de 0,27 que se eleva a 0,35 para sociedades que practican la agricultura a gran escala.

Estos investigadores descubrieron que la desigualdad se mantuvo creciendo en el viejo mundo, mientras que en América se alcanzó un máximo que se mantuvo en el tiempo. Atribuyen esto a la capacidad de los habitantes de Eurasia de domesticar grandes animales. Mientras que en el nuevo mundo no había grandes animales que pudieran ser domesticados. En el viejo mundo esto llevó a la existencia de terratenientes que acumulaban cada vez más tierras que dieron lugar a una mayor cantidad de sirvientes que trabajan esas tierras.

Estos procesos aumentaron la desigualdad en ambos extremos de la distribución de riqueza: aumentando las posesiones de los ricos mientras se disminuían la posesiones de los pobres. Además, el viejo mundo vio la aparición de la metalurgia del bronce y la del guerrero armado con este tipo de metales montado a caballo.

Los investigadores calculan que en el viejo mundo había una desigualdad descrita por un Gini de 0,59. Como podemos ver, esta desigualdad es muy cercana a la que hay ahora en muchos países supuestamente desarrollados. A Kohler le preocupa esta situación actual por varios motivos.

Las sociedades con alta desigualdad tienen, a su vez, una baja movilidad social que impide que los individuos puedan subir en la escala social. Kohler señala que, por ejemplo, la tasa de movilidad ha caído desde un 90% para los niños nacidos en 1940 a un 50% para los niños nacidos en los ochenta. El sueño americano es cada vez más difícil de realizar.

Otros estudios han encontrado que las sociedades con desigualdad tienden a tener peor salud, mientras que sociedades más igualitarias tienen mayores esperanzas de vida y sus habitantes son más proclives a confiar unos de otros y están más dispuestos a ayudar a sus semejantes.

“La gente necesita ser consciente de que la desigualdad puede tener efectos deletéreos en la salud, la movilidad, el grado de confianza o sobre la solidaridad social”, dice Kohler. “No nos estamos ayudando a nosotros mismos siendo tan desiguales”, añade.

Según el libro de Walter Scheidel “The Great Leveler”, la disminución de la desigualdad es extremadamente difícil y usualmente viene acompañada de revoluciones, plagas o un estado de colapso.

El propio Kohler ha podido documentar cuatro periodos de desigualdad entre los indios Puenblo del suroeste norteamericano que terminaron en violencia y una gran igualdad. El último coincidió con el despoblamiento total del área de Mesa Verde.

En cada caso no sólo han podido ver cómo el coeficiente Gini declinaba una vez superado un máximo, sino que, a la vez, se ve un aumento de la violencia que acompaña a esa disminución. “Deberíamos de estar muy preocupados si en los EEUU el coeficente de Gini alcanza un valor alto, podríamos estar invitando a una revolución o facilitando un estado de colapso. Sólo hay unas pocas cosas capaces de disminuir nuestro Gini dramáticamente”, finaliza Kohler.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [3]
Gráfico: Kohler y colaboradores.