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¿Descendientes de la fauna de Ediácara en el Devónico?

Proponen que unos fósiles de hace 380 millones de años sería descendientes de seres ediacarenses del género Spriggina, por lo que la biota de Ediácara no se habría extinguido totalmente con el advenimiento de la explosión del Cámbrico.

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La biota de Ediácara toma su nombre de las colinas homónimas de una región de Australia, que es en donde se encontraron los primeros restos fósiles de esa época. Al final terminaron llamando al periodo geológico de esa época con el mismo nombre: Ediacarense o Ediacárico.

Estos seres, que vivieron desde hace 635 a hace 540 millones de años, dejaron escasos restos fósiles debido a que no tenían capacidad de generan partes duras, como huesos o conchas. Aunque se han encontrado por todos los continentes excepto en la Antártida, pero puede que esto se deba, posiblemente, a la escasa roca descubierta y a las dificultades para investigar que se dan allí.

Desde que se descubrió, esta fauna de Ediácara ha sido motivo de controversia entre los expertos porque es complicada de interpretar. La biota de Ediácara es, posiblemente, la más misteriosa de las que han aparecen en el registro fósil.

Se trata de las primeras formas de vida pluricelular de la que se tiene noticia, siendo anteriores a la explosión del Cámbrico. Sus fósiles tienen formas y simetrías un tanto raras y extrañas.

Esta biota está constituida por formas de vida muy sencillas de animales de cuerpo blando. Algunos parece que estaban anclados al lecho marino, mientras que otros parece que se desplazaban de algún modo sobre dicho lecho. Da la impresión de que fue una especie de experimento fallido, una rama evolutiva que se exploró, pero que fue cortada.

No parece que dejaran descendientes posteriores, pues la biota del Cámbrico no desciende de ella. Se cree que la explosión del Cámbrico posterior provendría de otros seres situados más en la base y que sería una ramificación distinta.

La interpretación tradicional habla del “jardín” de Ediácara, de unos seres pasivos y simples sujetos al fondo de un mar somero. Según esta idea, se trataría de un mundo plácido y lento en donde casi no habría movimientos voluntarios ni depredación. A lo más, habría seres similares a las medusas flotando lentamente en las aguas y dejándose llevar por estas. Los seres ediacarenses vivirían de microorganismos, del plancton, de detritus del fondo o de algas simbióticas. Pero una vez que apareció la depredación, estos seres, al ser presas fáciles, serían barridos de la existencia y desaparecerían para siempre.

Las últimas investigación sugieren que estos seres no eran tan pasivos como se creía, pero puede que incluso tampoco desaparecieran al comienzo de la explosión del Cámbrico.

En un artículo reciente, Gregory Retallack (University of Oregon) afirma que unos fósiles que se encontraron en lo que hoy es Nueva York podrían corresponder a un descendiente de la biota de Ediácara. Esto no representaría muchos problemas sino fuera por la edad de estos fósiles: 380 millones de años para uno de ellos. Sería muy similares, según este investigador, a los ediacarenses del género Spriggina.

Es decir, estos supuestos vendobiontes (Protonympha transversa y Protonympha salicifolia) habrían sobrevivido durante, al menos, 160 millones de años a la extinción de sus congéneres tras la explosión del Cámbrico. Habrían sobrevivido incluso hasta el momento en el que los primeros vertebrados se estaban atreviendo a pisar tierra firme.

Los fósiles de Protonympha encontrados parecen enteros e intactos, con buen estado de conservación. Sin embargo, otros expertos del campo han sugerido que estos Protonympha podrían ser gusanos poliquetos o brazos de alguna estrella de mar. Al fin y al cabo, se han encontrado fósiles de estrellas de mar cerca de estos fósiles en el mismo tipo de roca. También podrían ser partes de algunos gusanos u otras partes de otros animales o plantas, incluso líquenes.

Para liar más el enigma, Protonympha no se encuentra rodeado de fósiles marinos, sino de fósiles de plantas como Lepidosigillaria whitei o Haskinsia colophylla. El ecosistema en el que parecería vivir se asemejaría, según esto, a un bosque pantanoso o a una región costera de lagunas de agua dulce.

Puede que, al final, la biota de Ediácara nunca nos revele definitivamente todos sus secretos y el misterio siempre permanezca. En todo caso, este planeta Tierra tuvo que ser muy interesante en el pasado, con numerosos mundos habitados por seres de todo tipo. Seres que, en su inmensa mayoría, nunca sabremos cómo eran.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Foto: S. Conway Morris y D. Grazhdankin.