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Virus congelado vuelve a infectar

Un virus que infectaba amebas, y que ha estado congelado en le permafrost siberiano durante 30.000 años, vuelve a poder infectar amebas modernas.

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Parece el principio de una película: científicos encuentran un virus congelado y este vuelve a la vida. Pero en este caso es real.
Se trata del Pithovirus sibericum y lo encontraron en los hielos de Siberia en la región autónoma de Chukotka. Había estado congelado 30.000 años en lo que hoy es Kolyma. Unos científicos rusos tomaron las muestras en 2000, pero otro grupo de científicos franceses consiguió encontrar el virus y hacer que fuese funcional de nuevo. Es decir, que infectara otra vez.
Pero, aunque la película de turno empezaría con una pandemia a escala mundial, en este caso no hay nada que temer, pues no infecta a humanos o animales, solo a las amebas.
La tarea de hacer revivir a este virus no parecía difícil, pues recientemente habían conseguido revivir una planta congelada desde entonces y un virus es algo muy simple con poca estructura que posiblemente resucitara mejor. Ya en 2007 cubrimos en estas mismas páginas que se había conseguido resucitar bacterias que habían estado congeladas durante millones de años. Un virus de sólo 30.000 años parecería más sencillo.
Este virus era especial, se trataba de un virus gigante, que al igual que unos pocos otros, son los únicos visibles al microscopio óptico. Recordemos que estos virus tienen el tamaño de bacterias y también los hemos visto por NeoFronteras. Este virus en concreto mide 1,5 micras de longitud por 0,5 de diámetro y es el más grande conocido hasta el momento.
Pero, aunque este Pithovirus tiene el tamaño y la forma de ánfora de los Pandoravirus, el análisis de su genoma ha revelado que son dos familias completamente distintas.
Las otras dos familias de virus gigantes ya conocidas son Megaviridae y Pandoraviridae, se replican en amebas como la Acanthamoeba y tienen un número de genes muy grande comparado con el resto de los virus, siendo su genoma equivalente o incluso mayor al de una bacteria. Pero Pithovirus sibericum no encaja con ninguna de esas dos familias conocidas, de hecho tiene muchos menos genes que el Pandoravirus y sólo una o dos de las cientos de proteínas codificadas son comunes a las de los Pandoravirus, pese a su forma y tamaño tan similar.
El resultado nos dice, por tanto, que los virus gigantes no son una rareza y que son más frecuentes de lo que creíamos.
Pithovirus sibericum también infecta las amebas (amebas modernas, lo que es sorprendente), pero hace de un modo distinto su replicación dentro de ellas. En lugar de requerir la participación de muchas funciones del núcleo celular de la ameba, como en Pandoravirus, el proceso de multiplicación de Pithovirus ocurre principalmente en el citoplasma de la célula infectada, es decir, fuera del núcleo. Este modo de operar es similar al que emplean los virus de ADN de la familia Megaviridae.
Otra cosa curiosa es que, pese a que Pithovirus tiene un genoma menor que el de Pandoravirus, es menos dependiente de la maquinaria celular de la ameba para propagarse. Por tanto, el nivel de autonomía del virus a la hora de reproducirse no está correlacionado con el tamaño del genoma del mismo.
Este nuevo caso que difumina la frontera entre virus y bacterias apoya la idea de que algunos virus podrían descender de bacterias que perdieron algunos genes fundamentales y pasaron a invadir a otros microorganismos. Se añade una nueva pieza al rompecabezas gracias a las características intermedias entre los Pandoraviridae y los Megaviridae que tienen los Pithovirus. Se necesita aislar más virus gigantes y entender cómo se originan y evolucionan. Puede que incluso haya Pithovirus en los mares terrestres a la espera de ser descubiertos, por lo que, en realidad, no habría sido “resucitado” de su estado de suspensión animada.
El que un virus de este tipo haya podido sobrevivir congelado durante tanto tiempo en el permafrost tiene implicaciones sobre la salud pública. Conforme el calentamiento global aumente y se explote la región ártica para extraer petróleo o minerales, se pueden liberar más virus al ambiente que podrían ser perjudiciales.
Así por ejemplo, el permafrost siberiano o ártico se funde cada vez más y más profundamente en verano según pasa el tiempo. Ahora la capa que se derrite tiene medio metro, pero irá avanzando. Aunque este virus fue encontrado a 30 metros de profundidad. Asimismo, los hielos del Ártico retroceden cada vez haciendo más accesibles posibles explotaciones.
Pithovirus es de la época del hombre de Neandertal, pero hay otras enfermedades, supuestamente erradicadas, como la viruela, de las que ya no nos vacunamos ni tenemos ninguna protección inmunológica. De hecho, se rescataron recientemente virus de viruela del permafrost.
Este caso sugiere que la noción de erradicación de un virus es incorrecta y nos da un falso sentido de seguridad. Puede que la aparición de este modo de una pandemia no sea ya una cuestión de ciencia ficción. Podríamos contraer una infección viral de un neandertal, incluso una enfermedad completamente desconocida para la ciencia moderna.
Sin embargo, tampoco es necesario crear alarma, la inmensa mayoría de los virus que podrían aparecer no son malos para el ser humano e incluso pueden ser beneficiosos. Además, posiblemente este es un fenómeno que ya ha ocurrido en el pasado.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Hacen revivir bacterias congeladas desde hace millones de años. [3]
Virus de tamaño bacteriano. [4]
Foto: Julia Bartoli & Chantal Abergel, IGS, CNRS/AMU.