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Recuerdos recuperados con luz

Recuperan en ratones recuerdos olvidados mediante técnicas de optogenética, lo que implica que, una vez aprendemos algo, alguna traza de ese recuerdo todavía está en nuestro cerebro, incluso si creemos que ya lo hemos olvidado.

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La amnesia retrógrada impide recordar unos recuerdos del pasado. Puede ser debida a un hecho traumático, una herida, el estrés o alguna enfermedad degenerativa como en el Alzheimer. Hay otro tipo de amnesia que, básicamente, permite recordar los hechos pasados, pero no crear recuerdos nuevos.
Hay dos hipótesis que tratan de explicar la amnesia retrógrada. Según la primera los recuerdos siguen estando intactos, pero no se pueden recuperar. De algún modo, esos recuerdos se encuentran bloqueados. La segunda hipótesis sostiene que se han dañado las neuronas que sostienen esos recuerdos y, por tanto, no pueden ser ya almacenados y son irrecuperables. Ha habido un gran debate al respecto en la comunidad de neurocientíficos en los últimos tiempos, pero la mayoría aboga por la segunda.
Un estudio reciente de científicos del MIT señala que, posiblemente, la hipótesis correcta sea la primera. Han conseguido recuperar recuerdos en ratones usando pulsos de luz que activan ciertas células cerebrales, gracias a un técnica denominada optogenética. El estudio fue dirigido por Susumu Tonegawa del RIKEN-MIT Center.
Se había especulado que en algún lugar del cerebro había neuronas que se activan durante el proceso de recuperar un recuerdo mediante algún cambio físico y/o químico. Si de algún modo se activan estas neuronas mediante algún mecanismo, que en una situación normal puede ser disparado por un olor particular, por ejemplo, entonces se puede evocar el recuerdo. A estas neuronas de las denominó células engrama de memoria.
Ya en 2012 este grupo de investigadores uso una técnica optogenética en la que añadía una proteína a las neuronas para que fuesen activadas si les llegaba la luz para demostrar que tales células existían en el hipocampo.
Pero, hasta ahora, nadie había conseguido ser capaz de demostrar que este grupo de neuronas sufran cambios químicos en el proceso de consolidación de la memoria. Uno de esos cambios implica la potenciación de las sinapsis (las conexiones entre neuronas).
Ahora, este mismo grupo ha conseguido identificar un grupo de estas células del hipocampo que al activarse con luz expresaban un recuerdo. Al registrar su actividad comprobaron que las sinapsis habían sido reforzadas.
Entonces, intentaron descubrir lo qué les pasaba a los recuerdos que no sufrían esta consolidación. Administraron a unos ratones transgénicos una sustancia química (anisomicina) que bloquea la síntesis de proteínas en las neuronas justo después de que hubieran formado un recuerdo nuevo (el miedo a las descargas eléctricas que se daban en una determinada jaula). Esto impedía el reforzamiento de las sinapsis.
Estos ratones tienen genes extras en sus neuronas de tal modo que, cuando se activan al formarse un recuerdo, producen proteínas rojas que se pueden ver al microscopio de tal modo que se puede saber qué células pertenecen al engrama. Además, otro gen implantado hace que las neuronas se activen cuando se las ilumina con luz azul.
Al día siguiente usaron un sistema emocional para tratar de recuperar ese recuerdo en los ratones, pero no encontraron trazas del mismo. Los ratones entraban tan campantes en la jaula eléctrica. Aunque las células engrama estaban allí, el recuerdo parecía que se había perdido por no haberse reforzado sus sinapsis.
Pero el recuerdo no se había perdido para siempre. Cuando los investigadores reactivaron la síntesis de proteínas mediante la aplicación de luz, comprobaron que los ratones habían recuperado la memoria completamente y evitaban entrar en la jaula de las descargas eléctricas. El engrama se había activado.
Según estos investigadores, los recuerdos no se almacenan en sinapsis reforzadas, sino en un circuito o camino sobre grupos múltiples de células engrama y las conexiones entre ellas. Este circuito implica a varias áreas del cerebro y las células engrama en estas áreas son conectadas específicamente para un recuerdo particular.
Esto implica la disociación entre el mecanismo de almacenamiento de la memoria con los que permiten recuperar o evocar esa memoria.
Hasta ahora se habían asociado los cambios en el reforzamiento de las sinapsis con el aprendizaje y la memoria, pero este resultado sugiere además que estos cambios puede que no sean tan críticos para la memoria como se había pensado, sino sólo bajo ciertas circunstancias. Es posible alterar estos cambios y, aún así, conservar la memoria. Pero, de todos modos, estos cambios en el reforzamiento son necesarios a la hora de evocar los recuerdos almacenados en la memoria.
El hallazgo sugiere que, una vez aprendemos algo, alguna traza de ese recuerdo todavía está en nuestro cerebro, incluso si creemos que ya lo hemos olvidado al no tener acceso a él. No olvidamos para siempre.
Si nos fijamos bien, esto es algo que parece que hemos experimentado todos alguna vez, pues súbitamente podemos evocar un recuerdo que creíamos olvidado.
A largo plazo este tipo de investigaciones quizás puedan ayudar algún día a recupera la memoria a amnésicos o a pacientes tempranos de Alzheimer.

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Fuentes y referencias:
Artículo original [2]
Evocación a voluntad de recuerdos. [3]
Logran implantar falsos recuerdos. [4]
Ilustración: Christine Daniloff/MIT.