NeoFronteras

Recuerdos recuperados con luz

Área: Neurología — domingo, 31 de mayo de 2015

Recuperan en ratones recuerdos olvidados mediante técnicas de optogenética, lo que implica que, una vez aprendemos algo, alguna traza de ese recuerdo todavía está en nuestro cerebro, incluso si creemos que ya lo hemos olvidado.

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La amnesia retrógrada impide recordar unos recuerdos del pasado. Puede ser debida a un hecho traumático, una herida, el estrés o alguna enfermedad degenerativa como en el Alzheimer. Hay otro tipo de amnesia que, básicamente, permite recordar los hechos pasados, pero no crear recuerdos nuevos.
Hay dos hipótesis que tratan de explicar la amnesia retrógrada. Según la primera los recuerdos siguen estando intactos, pero no se pueden recuperar. De algún modo, esos recuerdos se encuentran bloqueados. La segunda hipótesis sostiene que se han dañado las neuronas que sostienen esos recuerdos y, por tanto, no pueden ser ya almacenados y son irrecuperables. Ha habido un gran debate al respecto en la comunidad de neurocientíficos en los últimos tiempos, pero la mayoría aboga por la segunda.
Un estudio reciente de científicos del MIT señala que, posiblemente, la hipótesis correcta sea la primera. Han conseguido recuperar recuerdos en ratones usando pulsos de luz que activan ciertas células cerebrales, gracias a un técnica denominada optogenética. El estudio fue dirigido por Susumu Tonegawa del RIKEN-MIT Center.
Se había especulado que en algún lugar del cerebro había neuronas que se activan durante el proceso de recuperar un recuerdo mediante algún cambio físico y/o químico. Si de algún modo se activan estas neuronas mediante algún mecanismo, que en una situación normal puede ser disparado por un olor particular, por ejemplo, entonces se puede evocar el recuerdo. A estas neuronas de las denominó células engrama de memoria.
Ya en 2012 este grupo de investigadores uso una técnica optogenética en la que añadía una proteína a las neuronas para que fuesen activadas si les llegaba la luz para demostrar que tales células existían en el hipocampo.
Pero, hasta ahora, nadie había conseguido ser capaz de demostrar que este grupo de neuronas sufran cambios químicos en el proceso de consolidación de la memoria. Uno de esos cambios implica la potenciación de las sinapsis (las conexiones entre neuronas).
Ahora, este mismo grupo ha conseguido identificar un grupo de estas células del hipocampo que al activarse con luz expresaban un recuerdo. Al registrar su actividad comprobaron que las sinapsis habían sido reforzadas.
Entonces, intentaron descubrir lo qué les pasaba a los recuerdos que no sufrían esta consolidación. Administraron a unos ratones transgénicos una sustancia química (anisomicina) que bloquea la síntesis de proteínas en las neuronas justo después de que hubieran formado un recuerdo nuevo (el miedo a las descargas eléctricas que se daban en una determinada jaula). Esto impedía el reforzamiento de las sinapsis.
Estos ratones tienen genes extras en sus neuronas de tal modo que, cuando se activan al formarse un recuerdo, producen proteínas rojas que se pueden ver al microscopio de tal modo que se puede saber qué células pertenecen al engrama. Además, otro gen implantado hace que las neuronas se activen cuando se las ilumina con luz azul.
Al día siguiente usaron un sistema emocional para tratar de recuperar ese recuerdo en los ratones, pero no encontraron trazas del mismo. Los ratones entraban tan campantes en la jaula eléctrica. Aunque las células engrama estaban allí, el recuerdo parecía que se había perdido por no haberse reforzado sus sinapsis.
Pero el recuerdo no se había perdido para siempre. Cuando los investigadores reactivaron la síntesis de proteínas mediante la aplicación de luz, comprobaron que los ratones habían recuperado la memoria completamente y evitaban entrar en la jaula de las descargas eléctricas. El engrama se había activado.
Según estos investigadores, los recuerdos no se almacenan en sinapsis reforzadas, sino en un circuito o camino sobre grupos múltiples de células engrama y las conexiones entre ellas. Este circuito implica a varias áreas del cerebro y las células engrama en estas áreas son conectadas específicamente para un recuerdo particular.
Esto implica la disociación entre el mecanismo de almacenamiento de la memoria con los que permiten recuperar o evocar esa memoria.
Hasta ahora se habían asociado los cambios en el reforzamiento de las sinapsis con el aprendizaje y la memoria, pero este resultado sugiere además que estos cambios puede que no sean tan críticos para la memoria como se había pensado, sino sólo bajo ciertas circunstancias. Es posible alterar estos cambios y, aún así, conservar la memoria. Pero, de todos modos, estos cambios en el reforzamiento son necesarios a la hora de evocar los recuerdos almacenados en la memoria.
El hallazgo sugiere que, una vez aprendemos algo, alguna traza de ese recuerdo todavía está en nuestro cerebro, incluso si creemos que ya lo hemos olvidado al no tener acceso a él. No olvidamos para siempre.
Si nos fijamos bien, esto es algo que parece que hemos experimentado todos alguna vez, pues súbitamente podemos evocar un recuerdo que creíamos olvidado.
A largo plazo este tipo de investigaciones quizás puedan ayudar algún día a recupera la memoria a amnésicos o a pacientes tempranos de Alzheimer.

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4683

Fuentes y referencias:
Artículo original
Evocación a voluntad de recuerdos.
Logran implantar falsos recuerdos.
Ilustración: Christine Daniloff/MIT.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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4 Comentarios

  1. lluís:

    Un buen trabajo.Muy interesante. Cuando he empezado a leer la noticia, inmediatamente he pensado que la primera hipótesis me parece más verosímil que la segunda. De manera intuitiva en gran parte y por experiencia propia ( recuerdos que tenía completamente olvidados y que un buen día por determinadas circunstancias, olores, conversaciones o incluso viendo una película, van y se te disparan espontáneamente), siempre he tendido a pensar que «algo» debe bloquear los recuerdos, pero están ahí, almacenados en algun lugar del cerebro.
    – Además rizando el rizo, pero bien rizado, dado que según la mecánica cuántica la información no se puede perder y dado que al fin y al cabo todo está hecha de átomos y sus partículas subatómicas, pues eso, que bien el cerebro humano de una forma u otra utiliza la mecánica cuántica en algunas de sus operaciones.

  2. tomás:

    Estoy bastante de acuerdo contigo en cuanto dices, amigo «lluís». Esos recuerdos que, a veces -a mi al menos- pueden llegarnos de 50 años atrás, o más -bastante más en mi caso-, que llegan sin ser llamados, forman parte de lo que J. A. Marina -y yo le sigo en esto- denomina «ocurrencias». Lo que para mi demuestra que carecemos de voluntad y para ti, como mínimo que la MC tiene que ver mucho con nuestra mente (también me acojo a esto).
    Además, la primera teoría parece haber sido demostrada con esa experiencia optogenética.
    Y también los sueños tienen que ver con todo esto. La mente no cesa en sus pulsos y vemos historias con mayor o menor sentido y visos de reproducir y mezclar escenas pasadas. No me extraña que nuestros antepasados les concedieran valor sobrenatural, a veces predictivo, o que no supieran, a veces, distinguirlos de lo real.
    Como en el prólogo del Fausto del que ya sólo recuerdo las últimas palabras: «… y lo que ya se fue, tórnase, para mi, realidad».

  3. Miguel Ángel:

    Yo también me decanto por la hipótesis de que los recuerdos permanecen en la mente: un caso que ha sido objeto de estudio es el de un tal Orlando, un hombre normal que después de sufrir un accidente empezó a ser capaz de recordar el pasado con una precisión y cantidad de detalles que resulta francamente sorpredente.

  4. tomás:

    Lo que, seguramente, quiere decir que existe algún lugar en el cerebro donde se almacenan. Puede suceder como con la visión que, si dibujas una cruz con un terminal eléctrico en el occipital, ves una cruz, quieras o no, y si un cuadrado, pues un cuadrado. Quiero decir con ello que, quizás, el accidente modificase la arquitectura del lugar y ello diese lugar a esa avalancha de recuerdos y precisiones. Vamos, que sin olvidar la MC, también puede tener mucho que decir la simple «mecánica».
    Pues creo recordar haber leído que excitando el hipocampo o la amígdala, no sé, se provocaban recuerdos en el sujeto del experimento.

    Bueno. A lo mejor lo sabéis, pero por si acaso: un señor pasea con su esposa y se encuentra a un amigo. Este le pregunta ¿como te fue con el médico ese de la memoria? Y el otro responde: Ah!, fenómeno. Realmente estupendo. ¡Caramba! Pues dime como se llama, que yo también lo necesitaría.
    Se llama…, se llama… A ver una ayuda. Un nombre de flor…
    Florián, dice el otro.
    No, no.
    Narciso
    Tampoco, dice nervioso.
    Pues como no sea Rosa exclama el amigo con cierta guasa.
    ¡Eso! Rosa. Rosa, cariño, le dice a su mujer, ¿Como se llama el médico de la memoria?

    Me escondo. Chao, que está de moda.

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