Describen 60 nuevas especies de libélulas africanas
Un equipo de investigadores, tras 15 años de trabajo de campo, publica la descripción de 60 nuevas especies de libélulas africanas.
Libélula: los labios emprender una danza rítmica y suave en cuatro pasos al pronunciarse. Esta palabra proviene etimológicamente del latín libellula, palabra que ya designaba a este insecto en época y que, a su vez, es un diminutivo de libella, que corresponde al nivel de una balanza.
Digamos que, como es capaz de mantenerse en equilibrio en el aire, los romanos llamaron a este animalillo algo así como “balancilla”.
En italiano se dice libellula, en francés se llama libellule y en inglés su nombre es dragonfly, algo así como mosca-dragón, un nombre un poco más fuerte y menos poético.
Las libélulas son insectos que pertenecen al orden Odonta y suborden Epiprocta. Además son paleópteros, insectos que no pueden plegar las alas sobre el abdomen. Tienen ojos multifacetados capaces de proporcionar una gran visión, dos pares de fuertes alas transparentes y un abdomen alargado. Se alimentan de otros pequeños insectos como moscas, abejas, mariposas y polillas.
Las libélulas llevan mucho tiempo en este planeta. Algunos ejemplares fósiles del Carbonífero, cuando los niveles de oxígeno eran superiores a los actuales, tienen casi un metro de envergadura. Debía ser todo un espectáculo ver volar a estos insectos entre los árboles de los bosques pantanosos de una Tierra color verde increíble en la que todavía no había flores, ni humanos destruyéndolo todo.
Por estos caprichos de la historia evolutiva todavía quedan libélulas en la actualidad, incluso se han diversificado en muchas especies que todavía perviven en los sitios en donde no han llegado todavía la contaminación y los insecticidas.
Suelen vivir cerca ríos, arroyos o lagunas, entre otras cosas porque parte de su ciclo vital trascurre bajo el agua. Pero además son los centinelas de la calidad del agua. Si esta está contaminada entonces no hay libélulas.
Por tanto, estos insectos son un buen indicador de la salud de los ecosistemas. Si usted, amigo lector, se plantea si vive en un lugar biológicamente sano, trate de recordar cuándo fue la última vez que vio una libélula.
Así que no es de extrañar que muchas de las especies hayan desaparecido de sus hábitats naturales en el primer mundo y queden todavía muchas especies en sitios menos “avanzados”.
Estos simpáticos animalillos tienen su propia revista científica: Odonatologica.
Recientemente se acaba de publicar un ejemplar de esta revista en el que se describen en exclusiva las 60 nuevas especies de libélulas africanas descubiertas por un equipo de biólogos. Para ello ha sido necesaria la utilización de 230 páginas.
¿Por qué hablar de las libélulas y no de algo más espectacular como la materia oscura, la última batería o el último dispositivo de grafeno? Además de recordarnos la fragilidad de los ecosistemas de los cuales dependemos y de indicarnos que hay algo más allá del oso panda a proteger, este tema nos permite reparar en la labor callada y no siempre apreciada, casi filatélica, de los escasos biólogos que se dedican a la Taxonomía bajo la eterna amenaza del utilitarismo estúpido y los políticos ignorantes.
También merece la pena apoyar trabajos científicos a largo plazo en estos tiempos de solicitud de resultados inmediatos.
Las libélulas son, además, bellas y no se necesita ninguna otra razón o excusa para hablar de ellas. Por tanto, este post se sale de la línea y estilo habituales y tiene una mayor dosis de opinión que los demás, como ya se aprecia.
En los catálogos ya se recogían unas 700 especies africanas de libélulas, pero un grupo de investigadores sospechaba que debía de haber al menos otras 100 por descubrir. Así que estos bionautas, como les gusta denominarse así mismos, han estado los últimos 15 años tratando de encontrar nuevas especies de libélulas africanas. Han conseguido descubrir 60 nuevas especies que han nombrado y descrito. Cada fotos que aparece en este texto pertenecen a alguna de estas 60 especies.
En estos tiempos en los que los análisis genéticos permiten distinguir rápidamente unas especies de otras a un coste reducido, es de agradecer este tipo de trabajos metódicos. De todos modos, muchas de estas nuevas especies son distinguibles anatómicamente muy bien gracias a sus tamaños, formas y colores únicos, como se puede apreciar.
Los nombres que estos investigadores han dado a algunas de estas nuevas especies son interesantes e incluso divertidos. Así por ejemplo, una ha sido denominada Notogomphus gorilla, porque fue encontrada en Uganda y es grande y oscura. Otro caso es el de Umma gumma, cuyo nombre proviene del álbum homónimo de Pink Floyd (foto de cabecera). Y otra se llama Porpax mezierei en homenaje al profesor de instituto de Gabón que en su tiempo libre ayudó a este equipo de bionautas (hay buena gente en todas partes).
Este ejemplar de Odonatologica se ha colgado de forma gratuita en baja resolución para todos los que lo quieran descargarlo. Merece mucho la pena echar un vistazo y admirar estos nuevos (para la ciencia) animales y el trabajo de quien los describe.
Sólo añadir la envidia que un trabajo de este tipo puede despertar en las mentes inquietas: todavía es posible viajar a ciertas partes del mundo y descubrir seres vivos no descritos antes por la ciencia, como los antiguos aventureros, como hicieron Darwin, Bates o Wallace en el XIX.
Bajo esta perspectiva poética nos es mucho más fácil desenmascarar a los cretinos: aquellos que dicen eso de “¿y esto para qué sirve?”. Como aquel que hace pocos años dejó escrito en los comentarios de un periódico eso de “¿y para qué sirve contar las patas de un escarabajo si la gente pasa necesidad?” (en el original había más faltas de ortografía), para así justificar los recortes a la ciencia debido a la crisis en España que la casta política había impuesto. Posiblemente es alguien que también tiene licencia para procrear por alguna extraña y arbitraria razón legal.
Sí, no hay nada peor que la ignorancia, ni nada que duela más que la felicidad ajena.
Por último, hay que señalar que, como los países africanos se están desarrollando muy rápidamente en los últimos tiempos, la calidad del agua de allí se está resistiendo, lo que afecta a las libélulas. Así que es necesario que se realicen esfuerzos de conservación para proteger a estas criaturas. Porque, a este paso, para contemplar muchas de las libélulas que una vez existieron y que estén ya con sus compañeras del Carbonífero nos tendremos que ver obligados a leer viejos ejemplares de Odonatologica.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4838
Fuentes y referencias:
Artículo original (pdf).
Web de Odonatologica.
Foto: Klaas-Douwe B. Dijkstra, Jens Kipping2 y Nicolas Mézière.
13 Comentarios
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martes 22 diciembre, 2015 @ 1:41 am
The awesome planet Earth…
martes 22 diciembre, 2015 @ 10:40 am
Me refiero a esa frase «… ni nada que más duela que la felicidad ajena», por que no logro asimilarla.
Y es que pienso, que hoy, que es el día de la lotería de Navidad, la gente sí se alegra de que le toque a otro. Por eso sale en la tele y lo dicen por la radio.
Hace unos días soñé con que el difunto Joaquín Prat era compañero mío de trabajo en una especie de gran sala situada tras el altar de la iglesia de San Pedro, donde me bautizaron. Había allí muchas secretarias. Una de ellas se acerca a mí y me trae un teléfono fijo, con cable, diciéndome que me llama J. Prat. Me dice que debe hablar conmigo. Le respondo que me diga lo que sea en ese momento, pero me contesta que es algo que no conviene hablar por teléfono. Así que le digo que venga. Viene, salimos de la iglesia, al portal, y me cuenta que le han tocado 21 millones -no sé si euros o pesetas- a la lotería. Y me lo cuenta con normalidad, sin emoción. Pero yo, me lleno tanto de alegría que hasta lo abrazo y lloro de felicidad. Y ahí acaba el sueño.
Sinceramente no puedo comprender que duela la felicidad ajena. Además se dice que nada duele más… No puedo comprenderlo.
Un abrazo y suerte para todos.
martes 22 diciembre, 2015 @ 1:19 pm
Estimado Tomás:
Eso habría que preguntárselo a Rafael Azcona, cuyos guiones, a veces, apuntaban en ese sentido.
Sobre la lotería, pues depende de si el dinero da o no la felicidad. Tema un tanto discutible.
Es verdad que la alegría es contagiosa, quizás en eso se basan esas noticias en las que aparece gente alegre a la que le ha tocado la lotería. La estadística dice que al cabo de no tanto tiempo suelen terminar arruinados. Esta no dice nada sobre si han sido felices en ese tiempo. Aunque a todos nos gustaŕia que nos tocase.
Aunque J. Prat no parecía muy feliz en su sueño, amigo Tomás.
martes 22 diciembre, 2015 @ 1:19 pm
Feliz Navidad a todos.
martes 22 diciembre, 2015 @ 4:10 pm
Gracias. Ese es un deseo que seguramente compartimos todos, en este perro mundo donde el balance alegrías-tristezas suele ser más bien avaro. Que por desearlo no quede, así que: Feliz Navidad , hasta para las hermosas hermanas libélulas..
martes 22 diciembre, 2015 @ 8:28 pm
– Efectivamente, un trabajo poco reconocido el de los taxonomistas y realmente valioso.Extraordinarias estas libélulas.
– En otro orden de cosas, creo que sí, que duele la felicidad ajena,solo tienes que leer la prensa para darte cuenta de que esto es así, de que la envidia en este país es cosa frecuente y el envidioso suele ser alguien que, literalmente, padece por el éxito de otros.Incluso está mal visto (especialmente en los paises católicos)hacer negocios y ganar dinero.Es más, la palabra » negocio» está bajo sospecha de algo pecaminoso.
– En cuanto al dinero,seguro que no da la felicidad pero ayuda bastante.De todos modos,uno no juega a la lotería.Y si a alguien le toca, pues felicidades y que lo pase bien.
– Para terminar, Felcidad Navidad a todos
–
miércoles 23 diciembre, 2015 @ 1:55 am
La envidia: el pecado capital que menos capaces somos de reconocer los humanos. Es producto del cerebro inconsciente, pero en algunos casos se puede modular con el consciente y reconvertirla en lo que llamamos «envidia sana» o «admiración». Personalmente, creo que la excelencia se halla en una perspectiva budista que trataría de trabajar la mente para no sentir ni envidia ni admiración por otro ser humano, sino compasión.
Para los días que se avecinan, he hecho el propósito de ser algo menos inepto emocionalmente y tratar de disfrutar de toda esa felicidad que «dimana» de juntar a un tipejo flojo-lánguido-obsceno como yo con una tropilla de familiares bienintencionados, creyentes y de derechas. Mi estrategia es evadirme mentalmente a otra parte, tampco hace falta muy lejos…digamos que a los anillos de Saturno.
Además, tengo una clara preferencia por el otro solsticio.
De todos modos, Feliz Navidad para los que les gusten y, al resto, que no se le atraganten.
miércoles 23 diciembre, 2015 @ 3:51 am
Estos temas siempre resultan muy bonitos. Ojalá puedan seguir publicándolos con más frecuencia en la página. Sólo indicar que, al parecer lo correcto es decir que Anisoptera es un infraorden y Epiprocta el suborden al que pertenecen las libélulas. Saludos.
miércoles 23 diciembre, 2015 @ 6:20 am
Admirado Neo:
No me refiero a que la lotería o el dinero dé la felicidad, sino a que otros se alegren de que a alguien le haya tocado la buena suerte y de ello deducen que van a ser más felices los afortunados, aunque no ellos.
Sé que no todo el mundo es así. Conozco personas tan viles que incluso se alegran de la desgracia ajena: ¡que se j…! por ejemplo dirigido a los sirios actualmente. Pero pienso que esa alegría que vi ayer en la tele no era solo de aquellos que habían sido premiados. Otros, no afortunados, también se alegraban.
En fin, felices las libélulas y, para todos, como soy un ateo de pro, FELICES FIESTAS.
miércoles 23 diciembre, 2015 @ 10:58 am
Estimado Tomás:
Muchos nos alegramos de que usted sea como es.
En cuanto a los de «Feliz Navidad» no es más que unos buenos deseos para que los lectores de estas web pasen unas felices vacaciones, aunque los compromisos familiares, consumismo y la hipocresía de estas fechas a veces lo pongan difícil. También lo pone difícil el escaso tiempo libre que normalmente tienen muchos trabajadores en estos tiempos de neoesclavitud. La alternativa de abolir estos festivos sería horrible.
A los creyentes les pedirían que tuvieran buenos sentimientos todo el año y no en fechas concretas.
jueves 24 diciembre, 2015 @ 6:57 am
Tienes toda la razón. Sé que la frase es sólo algo tradicional y no me parece nada mal cuando me la desean, porque sé que es con la mejor intención.
Cierto que, como dices, estas fiestas se han convertido en un desbordante consumismo. Para postre se ha añadido Papá Noel y quién sabe si, para más inducir, se le ocurre al comercio diferenciarlo de Santa Claus o de San Nicolás y así añadir otro día de regalos obligados. Y si, de pronto, se eliminasen estos días de gasto desaforado, el paro aumentaría tremendamente. ¡Cómo nos complicamos la vida! Conozco a una muchacha, empleada de aquellas maneras, que ha de cerrar la tienda, con sus compañeras, a las nueve y, a partir de ahí, ordenar y limpiar para el día siguiente. Verdaderamente vergonzoso. Es, como dices, una neoesclavitud. Pero eso o nada. Sin alternativa.
Como a todos, también le deseo lo mejor.
Abrazos.
viernes 25 diciembre, 2015 @ 12:55 pm
Un post precioso, es una gran pena la falta de sensibilidad que hay hacia la ciencia y que solo se la mire como un medio para conseguir un beneficio y no por mera belleza o curiosidad.
sábado 26 diciembre, 2015 @ 3:37 am
Felices fiestas a todos, y que perdure la labor divulgativa de esta página.